
Un tanque talibán frente a sesenta ovejas
sobre el lunar fondo de un desierto polvoriento
(y miento,
que cabras hay, también, de afilados cuernos).
Las ovejas y las cabras nihil obstat:
el pastor oscuro que dialoga con el tanque
sabrá quizás el nombre de las bestias,
pues sus abuelos le enseñaron a ordeñar
y a mamar juntos la leche en una charca
que aún brota bajo la luna del desierto.
Juntos construyeron el cielo de sonidos
que aún da vida a aquella vida, levantaron
los establos, las casas, los talleres,
las fábricas, aldeas y mezquitas,
las ciudades y jardines, las cañadas
y las cárceles, las mazmorras, las espadas.
¿Pero quién construyó el tanque al que ahora sin sonido balan las ovejas?
¿De dónde vinieron el hierro, el carbono, el manganeso,
el fósforo, el níquel, el cromo o el cobalto
que dan cuerpo y dureza a estos aceros?
¿De dónde las cureñas, los afustes, los pistones y resortes?
¿Los deflagrantes, detonantes, hidrogeles y emulsiones?
¿El trinitrofenol, el hexógeno, la pentrita?
¿La robótica, la electrónica, la radio tecnología?
¿De dónde mamaron esa leche lunar de maldición mezclada con arena?
Diez millones largos vale un tanque,
pecunia potente superior a veinte escuelas.
Bien lo saben los prudentes comerciantes
que, aún lamentándolo, aprovechan
y comentan:
estos pastunes pobres y pastores
son unos recios y lunares ignorantes.
(Una explicación a estos poemas)
82. Un tanque talibán se dirige al norte desde Kabul para unirse a la lucha contra las tropas del General Massoud. Afganistán. 1996.
–Éxodos (Separata). Sebastião Salgado