(Poema a partir de foto de Sebastião Salgado)

Las raíces de este árbol son serpientes que surgen de la tierra,
poseídas por la vida.
Y, posesas, crecen tronco, vuelan rama
y extienden su bífida esperanza
hacia un cielo rico en nubes.
En medio, bajo este árbol de la ciencia
un grupo de jóvenes atiende a un profesor,
delgado señor en camiseta a rayas.
En este paraje la tierra se une al cielo
con un amor enjuto y descarnado
y sobre todo terco
(dos millones de años llevan copulando
hombre y tiempo bajo el árbol sagrado
que rebrota siempre de la tierra).
Ahora, como entonces, el hombre, ya no siempre tan delgado,
mata y atiende
a profesores listados:
casi nada ha cambiado, las zonas verdes
se han movido, algunos lagos se han secado,
diríase que el tiempo va ganando la batalla
y un cuchillo inexorable se aproxima a la garganta.
Pero el oponente resiste, tercamente.
Aprende, aprende, muere, muere, dice el tiempo
con su sorna indescifrable, y algunos muchachos
confundidos aún yerguen escuelas en llanuras solitarias,
combatiendo la alquimia feroz que los convertirá en soldados.
Cuánto más luminosa y lenta es la guerra
de la serpentina raíz que lucha por el cielo,
que la del hombre atroz que empuña su desgracia
como un arma,
poseído por el caos
y la legalidad de una Constitución Sagrada.
(Papeles que consagran históricos rayados
que nos permiten venerar tan magnas leyes
en our mesma langue
…o bueno, más o menos, según nos vaya).
Ojalá estos muchachos aprendan a fijarse en las raíces,
por fin, y no en las rayas.
(Una explicación a estos poemas)
164/165 Para evitar el reclutamiento en el ejército sudanés o en las filas de las guerrillas, miles de chicos jóvenes huyen del sur de Sudán y se dirigen a los campos de refugiados en el norte de Kenia. En este campo de Kakuma, en Kenia, organizado por el ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados), con la ayuda de varias organizaciones humanitarias, unos 17.000 chicos y jóvenes asisten a la escuela, siguiendo el sistema educativo keniata. Kakuma, norte de Kenia. 1993.
Éxodos (Separata). Sebastião Salgado