116 / el punto más oscuro

(Poema a partir de foto de Sebastião Salgado)
Foto: Sebastião Salgado. Éxodos. Ed. Amazonas Images, ISBN 84-87607-07-1. Edición española de Fundación Retevisión (2000) P. 116.

En medio de la tierra

hirsuta, oscura, destripada,

un niño de seis años

el ojo se restriega.

Interrogante sobre dos pequeñas piernas.

Y con él nos frotamos todos,

sin saberlo, nuestras cuencas,

porque teniendo al alcance de un clic

(un search, un go)

la potencia de un mundo grande, tremendo, valeroso,

a escala del héroe planetario que todos somos en potencia,

no cliqueamos.

Dirigimos, en cambio, nuestros ojos a una tierra plena, jugosa, iluminada

con la falsa luz de sutiles verdades que no vemos

por nuestra involuntaria, pero fervorosa, ceguera.

(Apenas somos hombres asustados que, al amanecer

se siguen restregando igualmente las legañas;

presos en su desayuno, sus hijos propios, su tarea,

sus trenes de verdad, sus tostadas y sus tierras

bendecidas por una paz también pueril,

hija y madre de mil guerras).

-¿Hasta cuando creeremos que la distancia

supone un limite a la necesidad,

al sueño, la urgencia, el amor o la violencia?-

Dicho esto, volviendo a nuestra tarea y,

como decía el otro,

considerando en frío, imparcialmente[i],

que el susodicho niño es pequeño

y la tierra inmensa,

por no hablar del tren interminable

y de esa niebla

                        que todo lo rodea.

Ponderando que su mirada es el centro de este todo

y su ojo el punto más oscuro de los grises que lo pueblan.

Pensando en el camino recorrido por sus cortas piernas,

su gran cabeza y su cuerpo menudo,

su chaqueta a escala y su expresión seria.

Revelando que sabemos que es un pequeño refugiado

que vive en un tren que no va a ninguna parte

en medio de un campo abandonado,

quizás bosnio, musulmán, serbio o croata.

Reconociendo que este niño es lo principal de cuanto vemos,

en esta ocasión en que se nos deja creer que vemos algo,

y sabiendo que saber no es la palabra,

surge esa pregunta.

¿Alguien tiene una respuesta?


[i] César Vallejo, Poemas humanos. 1939


(Una explicación a estos poemas)


116/117

En el campo de Ivankovo al este de Croacia, 120 refugiados vivían en un tren. La mayoría eran musulmanes bosnios, pero también había serbios y croatas. En esta región cercana a las fronteras de Croacia con Serbia y Bosnia, algu­ nos campos de refugiados utilizaban material ferroviario. Los vagones de tren, muchos de ellos antiguos trenes alemanes de pasajeros, habían sido acondicionados por la organización hu­ manitaria alemana Cap-Anamur.

En muchos casos, estos refugiados habían caído en el olvido. Teniendo en cuenta la magnitud del horror, no cons­tituían una prioridad dado que no habían sido víctimas de violaciones, torturas o limpieza étnica. Habían huido de sus casas antes de que las oleadas de atrocidades les alcanzaran. O sea, que no habían adquirido el derecho a emigrar. Así que allí estaban, instalados en trenes que iban a ninguna parte. Los trenes que pasaban, repletos de pasajeros les recordaban su destino. Pero esos pasajeros tenían la suerte de haber nacido croatas en Croacia.

Ivankovo, Croacia. 1994.

Éxodos (Separata). Sebastião Salgado

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