(Poema a partir de foto de Sebastião Salgado)

Las moléculas del óxido de plata
(¿o era nitrato?)
hoy retratan
en gradación infinita de grises y de blancos,
una procesión en movimiento.
Detenida en el preciso segundo
en que el sol dudó si amanecía.
Empieza a la derecha una familia de siluetas
de seres variopintos,
grandes y pequeños y en posiciones varias.
Quizás en una maleta
un ser sentado (bajito más bien, tal vez un niño)
y otro que habla
o similar, a juzgar por la posición de su cabeza…
(Todo es adivinar en este amanecer de tizne y humo).
Intuimos más allá que algunos corren,
fenómeno lejano, secundario, baladí
para el que mira años más tarde
a través de esta ventana de papel con sus costuras.
Sólo podemos imaginar, mezclando las vetas presentes de esta mesa
con mis recuerdos de niño con gafitas
y con la fina e infinita niebla impresa…
Ni siquiera las moléculas de plata
que sí estuvieron allí, en aquel preciso día,
nos acompañan hoy. Descansan,
cumplida su misión, quizás en un cajón
de la oficina del fotógrafo.
Todo cuanto vemos, pues, son fantasmas verdaderos
que huyen en el gris amanecer hacia lo incierto y que,
devorados por una química telúrica
hechizaron luego a mil sujetos:
editores, políticos, publicistas…
Para hoy, agazapados finalmente en las vísceras de un libro,
acechar un nuevo amanecer, como el de entonces,
para envolvernos con sus sombras de cuerpos sin borde y voces sin sonido.
Esta procesión me lleva a rastras, con su blanca voz de celulosa
y sus reflejos en el río.
¿Qué hacer con los fantasmas?
Nada pueden ya desde su lejanía impalpable
frente a mi sólida realidad de aquí y ahora.
Así pues, más a la izquierda, las figuras se hacen sombra
y su ceniza se confunde con el fin (focal) de la distancia y de la forma.
Los dejo ir.
Desaparecen aún, igual que entonces,
en el oscuro sueño del que ya no ignora.
(Una explicación a estos poemas)
168/169
Una fotografía tomada por la mañana temprano. Miles de ruandeses atraviesan la región ele Ngara huyendo del horror que atenaza su país y se dirigen a los campos de refugiados de Tanzania.
En Ruanda, la explosión de violencia se inició el 6 de abril de 1994, después de que el presidente hutu del país, Juvenal Habyarimana, fuera asesinado durante un supuesto ataque con cohetes a su avión mientras aterrizaba en el Jeropuerto de Kigali. El gobierno provisional dominado por los hutus que sucedió al presidente acusó a las tribus rebeldes tutsi del ataque al avión para justificar las matanzas entre tribus que se desencadenaron a posteriori. Es posible que nunca se sepa cuánta gente murió durante esas semanas.
Oficiales de Naciones Unidas barajaron la cifra de 100.000, y después la de 200.000. Al final se llegó a una cifra cercana al millón ele personas. Además, cientos de miles de ruandeses huyeron de su país y se instalaron en Tanzania y en otros países vecinos. Ngara, Tanzania. 1994.
Éxodos (Separata). Sebastião Salgado
Julio, definitivamente me gusta muchísimo tu poesía y los temas que tocas . Tenemos una sensibilidad similar hacia la realidad que nos rodea, que me hace entenderte , disfrutarte y emocionarme contigo en la primera lectura siempre, tanto en relato como en poesía. El aula es un relato gráfico y potente . Y esta poesía es verdad profunda y esencialmente expresada. Te felicito. Si alguna vez nuestros caminos se juntan, sería un honor para mí publicar contigo. Enhorabuena. Juliana Perez
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Muchísimas gracias por tus palabras, Juliana. Yo también siento esa sensibilidad compartida, en tus poemas, las músicas que subes, las pinturas. Comunión de caminos. Gracias y ojalá surjan oportunidades de publicar juntos.
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