“Pero hay otro punto, y es que tú tienes en las ciudades algo único. Las ciudades tienen lo que Michael Polanyi en los años 50 llamaba el conocimiento tácito. Tú tienes conocimiento que puedes transmitir digitalmente, de ceros y unos, que tú puedes leer u oír, pero el ser humano es mucho más de lo que dice, lo que escribe o lo que lee, es la experiencia de estar con alguien. Y las ciudades tienen capacidad de tener grupos de personas muy diversas, que es el ingrediente fundamental de la innovación. Tú piensas de una manera, yo de otra, tú tienes una religión, yo tengo otra, tú vienes de un país diferente del mío y eso es la innovación. Pero eso tú no lo puedes tener ni digitalmente ni leyendo. Tienes que estar trabajando con esa persona, tener esa experiencia y eso lo ofrecen las ciudades”.
Entrevista de Daniel Mediavilla a Carlos Moedas, comisario europeo de investigación (la recomiendo!). 16/06/2020
¿Qué es lo que significa “estar con alguien”? ¿Trabajar con alguien de una forma que no pueda ser sustituida por lo digital o la lectura? ¿A qué se refiere? ¿Tiene razón?
Pensar de maneras distintas, hablar sobre la religión, comentar las diferencias de origen, todo eso se puede hacer digitalmente, ¿por qué no? Creemos que estamos muy avanzados en la cultura digital, pero quizás apenas estemos en el comienzo. Todavía nos cuesta aceptar las video llamadas como aceptamos las llamadas de audio, no tenemos pantallas de cuerpo entero que te muestren a la otra persona en cualquier lado de tu casa, haciendo lo que esté haciendo en el lugar en el que esté. Aún existe algo de retardo. Aún hay que sostener el móvil con la mano, lo que te convierte en parcialmente inútil (los manos libres inalámbricos están extendiéndose rápidamente)…
Quizás efectivamente en estos momentos tiene razón Carlos Moedas, pero hay un componente en su razonamiento que es sólo cuestión de tiempo. En la pandemia he visto y asistido a largas conversaciones a seis, a siete, donde se instauraba un ambiente de “reunión verdadera”: bromas, risas, cervezas, conversaciones complejas entre varios… estamos apenas en el inicio de la superación de la geografía, ciertamente.
Pero, sea, imaginemos un futuro mucho más digital, con todo lo que seamos capaces de imaginar… ¿Qué nos faltará aún? Es decir, ¿qué nos aporta la presencia que no puede ser digitalizado y transmitido? Sólo cuatro cosas: tacto, sabor, olor y feromonas.
¿En qué medida estas cuatro cosas son insustituibles en la vida social? ¿En qué medida son las mismas que posibilitan los contagios, por ejemplo, de todos los innumerables virus que existen y existirán en un planeta que cada vez cerca y reduce más los ecosistemas? ¿En qué medida las necesitamos para seguir siendo una tribu de monos razonablemente equilibrados? No lo se, el debate está servido. Sólo me brota, intuitivamente, una reflexión, quizás de origen cultural, recordando el movimiento puritano inglés: demasiada asepsia y demasiada distancia pueden acabar con la vida: no somos organismos que puedan vivir en un mundo sin contagios. Nuestra fisiología depende absolutamente de las bacterias, todo el mundo microcelular necesita de los virus, no hace falta recordar en qué grado necesitamos a las plantas, no solo por la proteina que indirectamente producen como primer eslabón de la cadena trófica, sino por el oxígeno… Mantenernos sanos en el mundo, como especie, significa mantenernos (razonablemente) infectados.