Examinado el verbo de los hombres,
su prosa cautiva,
sus poemas taciturnos, sus odas coloradas:
todos sus sueños presos de un enjambre de alfileres…
Examinada su ciencia microscópica,
su ciencia mariposa, y todo su saber
tan largo como un océano de juguete…
Oída su voz lejana y pequeñita
pero que nunca calla,
y los ruidos tan raros que hace cuando ama…
Vistos sus negocios, su miedo elevado al rango de hecatombe;
vistas las fosas donde duerme, sus sombreros…
Habida cuenta de sus gestos de sorpresa,
de sus cejas arqueadas como niños pequeños,
y del pánico que le inspiran las tormentas…
Comprendiendo que es inevitable un gesto bondadoso
al ver sus travesuras,
y que su juego preferido es el de verdugos y reos de muerte…
Tomada nota de que nunca supo nacer como dios manda,
ni comprender en la escuela lo de las tangentes:
que es realmente un ignorante
y que, además, fuma como un loco…
Comprendiendo por demás que yo soy uno de ellos,
que mi voz es su voz y nuestros destinos son comunes…
lo contemplo en silencio, lo saludo
y lo invito a quedarse todavía,
al menos esta noche,
hasta mañana.
En estos momentos de Ukrania, Palestina, Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria… ¿es posible seguir manteniendo la confianza en nosotros? Rescato un antiguo poema, y dudo.
Imagen de ANDRI TEGAR MAHARDIKA en Pixabay
Magnífico. Yo también dudo que en este mundo que vivimos «todo» sirva para nada. Salud.
Me gustaMe gusta
Muchas gracias. Así es,pero aquí seguimos, dándole a la cabeza, y al corazón. Salud y fuerza para seguir haciéndolo.
Me gustaMe gusta