Qfwfq, una historia del Universo

de Julio Salvatierra a partir de Le Cosmicómiche, de Italo Calvino

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I – El principio (Todo en un punto)

(Un árbol solitario iluminado con los últimos rayos del sol. El sol se pone y entra G’d(w)n, precediendo a Qfwfq y el Padre, que entran al poco acompañando a la abuela Bb’b, muy lentamente, hasta que se sienta bajo el árbol)

 

Cantan:

“Conforme a los cálculos del astrónomo Edwin Hubble sobre la velocidad del alejamiento de las galaxias, se puede establecer el momento en que, hace quince o veinte mil millones de años, toda la materia del universo estaba concentrada en un solo punto antes de empezar a expandirse en el espacio.”

 

 

Qfwfq.- Ya lo sé. Ustedes no pueden acordarse, pero nosotros sí. Y allí estábamos todos, naturalmente, en el punto inicial: ¿dónde íbamos a estar, si no? Que pudiese haber espacio, nadie lo sabía todavía. Y el tiempo, lo mismo: ¿qué demónios quieren que hiciéramos con el tiempo, allí apretados como sardinas? Y lo de sardinas es un decir: en realidad no había espacio ni siquiera para estar apretados. Cada punto de cada uno de nosotros coincidía con cada punto de cada uno de los demás en un punto único, que era aquel donde estábamos todos. En una palabra, ni siquiera nos molestábamos, salvo en lo que se refiere al carácter, porque tener siempre montado en las narices a un antipático como el señor Pbert-Pberd en tan poco espacio, era de lo más cargante.

Contrariamente a lo que podría parecer, esta situación no favorecía la sociabilidad, porque allí no había hueco siquiera para dar los buenos días. Así que yo, que todavía era muy joven, acabé por tener trato solamente con unos cuantos, que eran: sobre todo la señora Ph(i)Nk, su amigo De XuaeauX, una familia de emigrados, los Z’zu, y el señor Pbert-Pberd. Estaba también la mujer de la limpieza, que era una sola para todo el universo, porque entonces no hacía falta más. Y la verdad es que no tenía nada que hacer, ni siquiera quitar el polvo porque en un punto ni entra polvo ni nada- así que andaba todo el día con chismes y lamentos.

Sólo con éstos ya éramos muchos: pero es que además estaba todo el material que después serviría para formar el universo… y concentrado de manera que no se distinguía lo que luego sería la Osa Mayor de la Catedral de Burgos. Y por si fuera poco, los trastos de la familia Z’zu estaban siempre por enmedio: zapatos, colchones, cestas con gallinas. La verdad es que los Z’zu, con la excusa de que eran una familia numerosa actuaban con bastante desfachatez, e incluso ponían cuerdas a través del punto para tender la ropa… Aunque también los otros abusaban de los Z’zu, por ejemplo: lo de llamarlos emigrados: ¡si no había otros lugares de donde emigrar! ¡Ni había un antes ni un después! Pero es que ya desde el princípio había quien sostenía que lo de «ser emigrado» era una forma de ser, y que no tenía nada que ver con el espacio o con el tiempo.

La verdad es que en aquella época teníamos todos una mentalidad limitada y mezquina. Supongo que por culpa del ambiente cerrado en que crecimos. Bueno, claro, todos… salvo la señora Ph(i)Nk…

G’d(w)n.- ¿Quién ha dicho?

Padre.- (Suspiro) La señora Ph(i)Nk…

Abuela Bb’b.- ¡Esa desgraciada…!

Qfwfq.- ¡Calle, abuela!… Ella es la única que ninguno de nosotros ha olvidado y a la que todos añoramos todavía… su pecho, sus caderas, su batón anaranjado… (suspiro). Ahora sé que ya no la volveré a ver más, ni en este sistema de galaxias ni en otro…

Padre.- ¡Que sí, hombre…!

Qfwfq.- … a pesar de que hay quien dice que el universo volverá a condensarse algún día y volveremos todos allí, al punto de partida. Pero no, yo eso no me lo creo…

Padre.- Pues claro que la volveremos a ver… Y a propósito de volver: el mes pasado entro en el café de la esquina, ¿y a quién veo? Al señor Pbert-Pberd.

     -¿Qué hay de nuevo? ¿Qué anda haciendo por aquí?

Tengo una representación de material plástico en Segóbriga.

¡No me diga! Qué interesante…

Estaba tal cual, con su diente de oro y los tirantes floreados. Y luego me dice:

Cuando volvamos allá -en voz baja- habrá que fijarse para que esta vez cierta gente quede afuera… Usted me entiende: esos Z’zu.

G’d(w)n.- Padre, eso mismo me habían dicho a mí hacía dos días, pero al revés: «Usted me entiende… el señor Pbert-Pberd…»

Qfwfq.- Sí: la única que se escapaba a toda aquella mezquindad era la sra. Ph(i)Nk, porque su gran secreto es que nunca ha provocado ni celos ni chismes entre nosotros… (La abuela habla al oido de Qfwfq)

Que se acostaba con su amigo, el señor De XuaeauX, eso lo sabía todo el mundo. Pero claro, en un punto, si hay una cama, ocupa todo el punto; así que no era que se acostara, sino que estaba en la cama, con él, todo el tiempo.

Padre.- De hecho, todos estábamos en la cama, tambien.

Qfwfq.- ¡Imagínense los chismes si hubiera sido otra persona! Pero con ella no. La felicidad que nos venía de la señora Ph(i)Nk era al mismo tiempo la de escondernos -como puntos que éramos- en ella, y la de proteger su punto, el de ella, en nosotros. Era como una contemplación viciosa (dada la promiscuidad puntiforme de todos en ella), y al mismo tiempo casta (dada la impenetrabilidad puntiforme de ella). En una palabra: fue mi primer y único amor.

Padre.- Pero tambien fue el primer amor de todo el mundo…

Abuela Bb’b.- ¡Tonterías!

Qfwfq.- Y ella estaba feliz tambien, por supuesto: contenía y era contenida con la misma alegría, y nos acogía y amaba y habitaba a todos por igual. Estábamos tan bien todos juntos, tan bien, que tenía que suceder algo extraordinario. Y sucedió. Bastó que en cierto momento ella dijese: -¡Muchachos, si tuviera un poco de espacio, os iba a preparar unos tallarines…!

Y en aquel momento todos pensamos en el espacio que hubieran ocupado sus blancos brazos untados de aceite hasta el codo, moviéndose sobre la masa, y el pecho de ella sobre el gran montón de harina…

Padre.- Pensamos en el espacio donde crecería el trigo para la harina…

G’d(w)n.- Y en las montañas que darían el agua para regar los campos…

Abuela Bb’b.- Y en los pastos para las terneras… que darían la carne para la salsa…

Padre.- Y en el espacio que necesitaría el sol para madurar el trigo…

Todos.- ¡En la cantidad de estrellas y galaxias en fuga por un universo que iría creciendo sin cesar…! (Comienza un lento crescendo verbal)

Y en el mismo momento de pensarlo ese espacio comenzó a formarse. En el mismo momento en que la señora Ph(i)Nk decía: -¡os iba a preparar unos tallarines…!-; el punto que la contenía a ella y a todos nosotros comenzó a expandirse en una irradiación de distancias de años y siglos y millones de milenios-luz, y fuimos lanzados a las cuatro puntas del Universo…

Padre.- (El señor Pbert-Pberd hasta Segóbriga)

Qfwfq.- Y ella comenzó a disolverse en no sé qué especie de energía, de luz, de calor, ella, la señora Ph(i)Nk, la única que en medio de nuestro cerrado mundo mezquino había sido capaz de un impulso generoso, «¡os iba a preparar unos tallarines…!», un verdadero impulso de amor general, que dió comienzo al espacio, al tiempo, y al universo, que hizo posibles millones de soles, y de planetas, y de campos de trigo, y de señoras Ph(i)Nk dispersas por los campos, y que a la vez y en aquel mismo momento hizo que ella se consumiera y desapareciese dejándonos sólos en el espacio, y llorándola por el resto de los tiempos.

II – La luz (Al nacer el día)

(El punto se ha expandido, deshaciéndose, mientras la familia se esparcía por el escenario, llenándolo de miradas y de formas…)

Abuela Bb’b.- La verdad es que yo no lloré en absoluto. Esa Señora Ph(i)Nk nunca me ha gustado pero nada, nada, nada… ni un poquito, desde que la conozco….

G’d(w)n.- ¿Cuándo la conoció, abuela?

Abuela Bb’b.- ¡Anda! Cuando éramos pequeñas, mucho antes de lo del punto… y era una niña malísima…. luego empezó a hacerse la buena, cuando moza, con el Universo y todo eso, pero la verdad….

Padre.- Calle, calle, madre, eso son historias suyas…

Abuela Bb’b.- ¿Y qué? Pero son ciertas, ¿y ésto no es para que la gente se entere? ¿eh? …pues que sepan cómo son las cosas… que lo que parece blanco es negro por abajo, y lo negro, blanco al dar la vuelta… o gris, al menos… por enmedio… ¿sabes?

G’d(w)n.- No me entero muy bien, abuela… con esa manía que le ha dado de hablar en argentino…

Abuela Bb’b.- Es que me hace acordar de mi novio Martín, el que emigró…

Qfwfq.- La señora Ph(i)Nk era buena la miraras por donde la miraras… por eso se fue…

Padre.- Pero volverá, hijo, te lo digo yo…

Qfwfq.- Yo creo que ya no…

Abuela Bb’b.- Muchos secretos te traes tú desde hace un tiempo…

Padre.- ¡Bueno, silencio todos! Ya falta poco… ¡así que, hala!

G’d(w)n.- Pero padre, ¿está seguro que la luna saldrá a esa hora?

Padre.- Sí…

Abuela Bb’b.- (A Qfwfq) ¿Qué pasó el mes pasado? ¿eh? …anda, cuéntaselo a la abuela…

Qfwfq.- Abuela, tenga paciencia. Se lo diré cuando llegue el momento.

Abuela Bb’b.- ¡Pero si ya ha llegado! ¡Hoy es plenilunio…!

Qfwfq.- Pero aún no ha salido la luna… aunque ya falta poco…

Abuela Bb’b.- Tanto secreto no me gusta…

Padre.- Ya basta: ¡hala, a cantar todo el mundo!

(Canción: Los planetas del sistema solar comenzaron a solidificarse en las tinieblas por la condensación de una nebulosa fluida y uniforme. Todo estaba frío y oscuro. Más tarde, el Sol empezó a concentrarse, y en ese esfuerzo la temperatura subió a miles de grados y empezó a emitir radiaciones en el espacio.”)

 

Qfwfq.- (al público) Yo estaba triste por haberla perdido, pero el universo acababa de nacer…

G’d(w)n.- Aún éramos pequeños…

Qfwfq.- Tú eras pequeña, yo ya no tanto…

G’d(w)n.- Bueno… y ni la luz ni la materia existían todavía, pero allí estábamos todos…

Qfwfq.- En aquella oscuridad como la boca de un lobo: padre y madre, la abuela Bb’b, unos tíos que habían venido de visita, el señor Hnw, el mismo que después se convirtió en caballo, y nosotros los chicos. Estábamos en la nébulosa aquella…

G’d(w)n.- ¡Sí! ¿Te acuerdas…? Flotando…

Qfwfq.- ¡Shhh, G’d(w)n!, por favor! …Sí, flotábamos en una especie de materia fluida y granulada. Que suena muy bien, ¿no? Pues no. Era el aburrimiento universal. Lo único que hacíamos todo el tiempo era esperar -no sabíamos muy bien el qué-, dormitábamos, nos llamábamos de vez en cuando para ver que estábamos todos, y -naturalmente- nos rascábamos; porque digan lo que digan todo aquel remolino de partículas lo único que producía era un picor horrible… hasta que llegó ese día en que se produjo el gran cambio…

G’d(w)n.- ¡Y fue la abuela la que se dió cuenta!

Abuela Bb’b.- ¿Eh?

G’d(w)n.- Que digo abuela que fue usted la que se dió cuenta que la materia de la nebulosa empezaba a endurecerse, ¿se acuerda?

Abuela Bb’b.- Ah… si…

(Cambio de luz?)

Qfwfq.- (A Bb’b) Hola, abuela. ¿Qué pasa?

Abuela Bb’b.- Se toca.

Qfwfq.- ¿Se toca?

Abuela Bb’b.- Aquí. Se toca.

Qfwfq.- (Al público) Claro, tocar… hasta entonces nunca jamás nadie había tocado nada…

     (A Bb’b) ¡Es cierto! (Al público) Y es que el suelo comenzaba a ganar consistencia.

Abuela Bb’b.- Y tu hermana…

Qfwfq.- ¿Qué le pasa?

Abuela Bb’b.- Está jugando.

Qfwfq.- ¿Jugando? ¿Con qué?

Abuela Bb’b.- Con una cosa.

Qfwfq.- Las cosas no existen, abuela.

Abuela Bb’b.- Ahora sí.

Qfwfq.- ¡…Dios mío!

     (Entra el padre, corriendo)

Padre.- ¡La materia se condensa!!

Abuela Bb’b.- Ya lo había dicho yo.

Padre.- ¿Dónde está tu hermana, y el Señor Hnw?

Abuela Bb’b.- Como nunca me haceis caso…

Qfwfq.- ¡No lo se!

Padre.- ¡Hay que encontrarlos!

Abuela Bb’b.- Ignorantes

Padre.- Vé a buscarla, Qfwfq. ¡No, no vayas…! Sí, vete, pero ve silbando, así sabremos dónde estás.

Qfwfq.- De acuerdo, padre, voy.

Abuela Bb’b.- Y a ver si encuentras mi almohadón también…

     (Qfwfq se adentra en la oscuridad, silbando…)

Padre.- Pero madre, aquí está ocurriendo quién sabe qué, y usted viene con el almohadón…! No se mueva de aquí.

     (Sale el Padre)

Abuela Bb’b.- Ese almohadón era muy cómodo. Me lo dió uno de los Z’zu, y fué el crio el que lo perdió. Por culpa de la señora Ph(i)Nk, esa desgraciada…

     (Luz tenue sobre Qfwfq, que ha encontrado a su hermana G’d(w)n, sentada en el suelo)

G’d(w)n.- Shht. No pises aquí.

Qfwfq.- ¿Por qué? ¿Qué hay ahí?

G’d(w)n.- He hecho algo con algo…

Qfwfq.- A ver… (Se agacha) (Al público) Como todavía no se ve, les explico: mi hermana, tonteando con la materia, que ahora tenía una consistencia como de barro, había hecho una especie de castillo, o de montaña, toda llena de pináculos, torreones y almenas, incluso con pequeños tejaditos encima… era muy bonito, pero entonces no tenía sentido…

(A G’d(w)n) Pero G’d(w)n: ¿y ésto qué es?

G’d(w)n.- Un afuera con un adentro dentro, tzll, tzll… Tu no te habías imaginado nunca nada igual.

Qfwfq.- (Al público) Mi hermana en aquella época siempre respondía así, sin pies ni cabeza. Era una chica un poco extraña, introvertida, algo… soñadora. Pero la verdad es que el planeta le daba la razón comenzando a solidificarse, mientras nosotros nos quedábamos -por suerte- en la superficie.

(A G’d(w)n) Bueno, bueno. Está bien, pero ¿no has visto al señor Hnw?

G’d(w)n.- No… nunca: como no hay luz… (Desaparece luz sobre G’d(w)n)

Qfwfq.- (Al público) Era realmente muy difícil relacionarse con ella. Así que decidí proseguir mi camino, andando con cuidado, porque la materia del suelo oponía todavía muy poca resistencia, y si no estabas atento podías terminar sepultado.

(Reaparece G’d(w)n)

G’d(w)n.- Pero en cambio, a la que sí he visto es a la señora Ph(i)Nk…

Qfwfq.- ¿Qué?!…Estás mintiendo.

G’d(w)n.- No lo estoy.

Qfwfq.- ¿Y cómo la has visto, si no hay luz?

G’d(w)n.- La he sentido, ya sabes.

Qfwfq.- ¿Dónde?

G’d(w)n.- Muy cerca, tzll, tzll… pregúntale a la abuela.

(Desaparece G’d(w)n)

Qfwfq.- ¡Abuela! ¡…abuela! … ¿dónde se habrá metido?… (Aparece la abuela Bb’b)

Abuela, dice G’d(w)n que has visto a la señora Ph(i)Nk…

Abuela Bb’b.- ¡¿A esa desgraciada?! ¡Ni la he visto ni querría! ¡Vamos! ¡Verguenza debería darte…!

Qfwfq.- Pero abuela…

Abuela Bb´b.- ¡Se acabó! Eres un niño, y el universo acaba de nacer: ¿qué prisas traes? Ni una palabra más! Y anda a despedir a tus tíos, que ya se van.

(Desaparece la abuela Bb’b)

Qfwfq.- (Al público) Mi abuela era más antigua que el mundo, realmente, y no había manera de convencerla de que yo, a pesar de mi juventud, me había enamorado, eternamente y para siempre, de la señora Ph(i)Nk. Pero en fin: lo que la abuela decía era cierto, nuestros parientes se iban, sin embargo resultó que cuando una de aquellas tías mías (que era muy jovencita) se dió la vuelta para despedirse, nuestros ojos se encontraron.

-”Hasta pronto, Qfwfq”-, me dijo.

Y yo no sé qué hubo… en la inclinación de la cabeza, en el brillo de sus labios, que eran muy hermosos… que me hizo sentir una confusión, no sé, una alegría, una esperanza, un deseo, o todo a la vez: algo inexplicable… tanto que en ese momento comprendí, se lo juro, que el amor que sentía por la Sra. Ph(i)Nk debía ser tan grande… que no podía abarcarla a ella sóla. Que de alguna forma, trágica y misteriosa, ese amor se recubría de un polimorfismo milagroso que me permitía que, amándola a ella sóla, amara tambien a otras muchas, y sin engañar a ninguna…

G’d(w)n.- Pues yo esa parte de tu historia nunca la he entendido…

Qfwfq.- Bueno, sí, parece algo confuso…

Padre.- Y más para las mujeres ¿verdad, hijo….?

Qfwfq.- ¡Pero es verdad…!

Padre.- Pero hijo, no te pongas así…

Qfwfq.- Bueno, el caso es que comprendí que ese hallazgo abría ante mí todo un universo lleno de posibilidades, de estrellas, y de agujeros negros.

Abuela Bb’b.- Ya, ya. Y fue entonces, cuando estabas allí como alelado, que parece mentira que seas mi nieto, cuando ocurrió tambien el otro fenómeno que cambió el mundo!

Qfwfq.- ¡Sí! Porque, de pronto, mientras mis tios se alejaban en la oscuridad, sentimos llegar una vibración desconocida, un «algo» que venía del horizonte echándosenos encima como una locomotora, y al mismo tiempo que aquel “hasta pronto, Qfwfq” hacía la luz en mi cerebro, todo el espacio fue inundado por la luz.

Abuela Bb’b.- ¡Já! ¡Y cómo me hubiera gustado que os vieseis las caras, aquella vez! Porque yo ya me lo esperaba, pero vosotros… como nunca me haceis caso. ¡Os quedásteis con una cara de pasmo…! Claro, nunca creeis lo que os digo, ¡y ahí os las dieron con queso! ¡Como verdaderos pasmarotes! ¡…Já! ¡Sí señor, la luz: si estaba claro!

Padre.- Sí, madre, bueno, no exagere y no arme tanto alboroto. Tampoco fue para tanto…

Abuela Bb’b.- ¡Já! ¡Que no! ¡Já! ¡Tú no te viste la cara…! Aay, que me dá…! ¡Y la de tu hijo! Aay, que me dá…! ¿Fue o no fue así, niña?

G’d(w)n.- ¡Sii… aay, que me da….! Sí, si…!

Qfwfq.- Igual que la ven ahora, mi abuela estaba desatada entonces, y fue un momento de una gran confusión y zozobra para todos, porque ninguno comprendíamos muy bien qué estaba pasando. Pero pronto nos dimos cuenta que el corazón de la nebulosa se había contraido, simplemente, desarrollando un calor y una luz que crecían sin cesar, y que era el sol.

Padre.- La tierra bajo nuestros pies tambien se iba poniendo cada vez más sólida y opaca. …Madre, por favor..!

Abuela Bb’b.- ¡Y entonces la niña dijo aquello de lo del dentro del hueso del sol…!

G’d(w)n.- Yo sólo dije: «la luz ilumina dentro del afuera, pero no dentro del adentro, tzll, tzll. Pero tal vez afuera me pueda poner morena…».

Abuela Bb’b.- ¡Sí, que se iba a poner morena, dijo…. aaay, que me dá….!

G’d(w)n.- Y era verdad… el sol pone morenos, ¿no?

Qfwfq.- Bueno, el caso es que, tras lo que a nosotros nos parecieron apenas unos instantes, volvió la oscuridad. (Comienza a bajar la luz)

G’d(w)n.- Y me tuve que ir adentro, porque fuera hacía un frío…

Padre.- Hasta usted se asustó entonces, madre. «Esto sí que es el fin, esto sí que es el fin!», decía. ¿Se acuerda?

Abuela Bb´b.- No tengo noción de haber dicho nada de eso, hijo…

Qfwfq.- Pero no era el fin. La tierra giraba, y era simplemente la primera noche… Todo acababa de empezar.

(Pausa. Se oyen los grillos)

III – Los colores (Sin colores)

Abuela Bb’b.- ¡Mas bien empezaba a acabar, porque a partir de ahí toda la gente se fue cada una para su lado!

Padre.- Calle, madre. Pues sí, así fue como se formaron los planetas y las estrellas, pero el tiempo seguía pasando, sin darnos un momento de respiro.

Qfwfq.- Los eones transcurrían entonces para nosotros como los minutos ahora, y ni siquiera había tiempo ni para escribir a los amigos…

G’d(w)n.- La expansión del Universo nos había separado de los otros, y como ya éramos más mayorcitos, y la cabra tira al monte…

Abuela Bb’b.- Pues eso: cada uno para su lado, mis hermanos, mis tios… todos se fueron…

Qfwfq.- A mi tia no la volví a ver hasta mucho despues, en Canberra, en 1912, casada con un tal Sullivan, jubilado de ferrocarriles, con quien tenía una granja de señores Hnw, y tan cambiada que casi no la reconocí.

Abuela Bb’b.- ¿Vosotros no os ireis, verdad?

Padre.- Madre, no se ponga sentimental…

Abuela Bb’b.- No, no… es que el niño ya está muy grande y…

G’d(w)n.- Pero si cuando nació ya estaba grande, abuela…

Padre.- (Al público) Es que nuestra familia nació ya así como es ahora. Cuando la abuela nació ya era abuela, con el moño, la mantilla y una pila de años. Y que sepamos yo siempre he tenido esta barriga… y el niño nació ya un poco calvo. La niña es la que es un poco más normal, quiero decir… que vá más en su edad… y no sé, tal vez es que no nos hemos dado cuenta de los cambios, o a lo mejor a ustedes les ocurre igual…

(Una campana dá la media a lo lejos)

Qfwfq.- Vamos, abuela, anímese…

Abuela Bb’b.- ¿Tú no te irás, verdad?

G’d(w)n.- ¡Pero qué manía le ha dado, abuela!?

Abuela Bb’b.- Es que desde el mes pasado está muy raro…

Qfwfq.- Abuela, le prometo que si me voy… le traeré un regalo cuando vuelva…

Abuela Bb’b.- ¡Ay, hijo…! Yo no quiero regalos…

G’d(w)n.- Vamos, abuela… Ya falta menos, y a usted siempre le ha gustado ver la luna llena…

Abuela Bb’b.- Sí, hija, pero esta vez es diferente, estoy nerviosa… (en voz baja a G’d(w)n) tu hermano nos oculta algo…

Padre.- Cada día está peor… Venga, vamos a cantar.

Canción: “Donde los rayos ultravioletas del Sol llegan sin filtrarse, los colores quedan destruidos; por eso las rocas de la superficie lunar son de un gris muerto y uniforme. Si la Tierra muestra un rostro multicolor es gracias a la atmósfera que filtra esa luz mortifera. Antes de aparecer la atmósfera y los océanos, la Tierra sería gris como la Luna .”

    

Padre.- Era un poco monótono, efectivamente, pero sedante.

Abuela Bb’b.- Al no haber aire de por medio, recorríamos millas y millas a toda velocidad y no veíamos más que gris sobre gris: ningún contraste.

Padre.- No había rastro de agua, y los encuentros escaseaban: ¡éramos tan pocos!

G’d(w)n.- Con los ultravioletas no se podían tener demasiadas pretensiones.

Padre.- Y al no haber atmósfera, además, los meteoritos nos caian constantemente encima, como granizo, y no podías ni gritar: ¡cuidado!, porque tampoco había aire que vibrara…

Abuela Bb’b.- Y la verdad: por la noche hacía un frío, valga la expresión, como para mear carámbanos…

Padre.- ¡Madre…!

Abuela Bb’b.- ¡Déjame… estoy triste…!

G’d(w)n.- Pero como dormíamos abrazados a rocas volcánicas, calientes, calientes; y con todo el frío seco alrededor, en el fondo daba gusto.

Padre.- Comprenderán que con todo ésto la ausencia de colores era el problema menor: aunque hubiéramos sabido que existían, los habríamos considerado un lujo fuera de lugar. El único inconveniente era el esfuerzo de la vista cuando había que buscar algo o a alguien, porque como todo era incoloro, era muy difícil distinguir nada.

Abuela Bb’b.- Aquel día mi nieto corría por un anfiteatro de rocas porosas y arcos de basalto, y de pronto, entre las sombras de los arcos vió algo como un relámpago, incoloro, que corría.

G’d(w)n.- Eran dos claridades que aparecían y desaparecían de repente; él aún no había comprendido qué eran y ya corría enamorado siguiendo el brillo de los ojos de Ayl… (suspiro) mi hermano siempre ha sido un romántico.

Qfwfq.- Al contrario: siempre he sido un espíritu científico. Seguía perdidamente enamorado de la Sra. Ph(i)Nk, y esta nueva presencia femenina, que se llamaba Ayl, no se parecía en nada ni a ella ni a mi prima. Pero yo había descubierto en la era anterior que el polimorfismo amoroso era un hecho… científicamente irrefutable, así que tenía que ser consecuente…

Abuela Bb’b.- Mi nieto es muy listo.

G’d(w)n.- Y persiguiéndola entrastes en el desierto de arena, ¿te acuerdas?, donde las crestas de las dunas parecían relieves de cuerpos dormidos…

Qfwfq.- Me acuerdo. Pero aquella vez no eran dunas. Tardé un minuto en darme cuenta que estaba mirando a la misma Ayl, que yacía incolora y dormida, sobre la arena incolora.

Abuela Bb’b.- Y se sentó a su lado…

(Cambio de luz)

     (Qfwfq despierta a Ayl, que se asusta al verlo. Qfwfq poco a poco la tranquiliza…)

Qfwfq.- (Medio con gestos, buscando alrededor) eeeh… ¡Arena!

G’d(w)n.- ¡Mmh?

Qfwfq.- (Gesto de “nosotros dos”) No arena.

G’d(w)n.- ¡Mmh!

Qfwfq.- (Al público) Claro, todavía no teníamos muchos conceptos y había que ir desarrollándolos poco a poco. (Buscando algo más, a Ayl) Vacio.

G’d(w)n.- (Confirma con la cabeza) Ahá…

Qfwfq- (Gesto de “nosotros dos”) No vacios…

G’d(w)n.- ¡É…!(sonriendo, afirma)

Qfwfq.- Tú. (Ayl afirma) Yo. (Ayl afirma) Tú no yo.

G’d(w)n.- ¡Ey, ey, ey…! (Se enfada)

Qfwfq.- ¡No, no! Quiero decir: tú como yo… pero más o menos.

G’d(w)n.- (Un poco recelosa) Aah…

Qfwfq.- Cabello.

G’d(w)n.- Si…

Qfwfq.- Luz.

G’d(w)n.- Si…

Qfwfq.- Cabello igual luz.

G’d(w)n.- ¿Si?

Qfwfq.- ¿No te gusta que te lo diga?

G’d(w)n.- Me gusta

Qfwfq.- ¡Mira!! ¡Mira allí!

Padre.- Atardecía y los rayos del sol hacían brillar unas piedras a lo lejos como si fueran diamantes…

Qfwfq.- ¿Las ves? ¡…son hermosas!

G’d(w)n.- No.

Qfwfq.- ¿No son hermosas?

G’d(w)n.- No.

Qfwfq.- ¡Sí lo son!¡Para tí! ¡De mí para tí…! ¡Son hermosas!

G’d(w)n.- ¡No, no quiero!

Qfwfq.- ¿Pero por qué?

G’d(w)n.- Porque no quiero, y no quiero. Son feas.

Qfwfq.- Pero míralas…

Padre.- En ese momento desaparecio el último rayo de sol y las rocas volvieron a ser unas vulgares piedras grises…

G’d(w)n.- ¡Eeh! ¡Ahora sí! ¡Son hermosas!

(Estupor de Qfwfq y cambio de luz)

Qfwfq.- Lo que ocurría es que Ayl tenía gustos diferentes de los míos: yo buscaba todo lo diverso, lo diferente, lo único y sorprendente…

G’d(w)n.- Y ella se sentía feliz en el silencio que reina donde toda vibración calla: sólo donde el deseo de ser algo diferente estaba extinguido, sólo allí comenzaba la belleza.

Padre.- Claro: ¿así cómo íbais a entenderos?

Abuela Bb’b.- Ya se buscaron ellos el modo, porque luego cayó la noche sobre ambos… y yo ya no quiero oir mas… (se tapa los oidos)

Padre.- Pero madre, ¡qué cosas tiene…!

Qfwfq.- Sí, cayó la noche, la primera que pasé abrazado no a una roca. Y por eso quizás me pareció cruelmente corta. Si la luz del día tendía a cada momento a borrar a Ayl, a poner en duda su presencia, la oscuridad de la noche me devolvía la certeza de que estaba…

Padre.- (A la Abuela) Ya puede destaparse los oidos, madre. Su nieto ha dicho algo muy bonito.

Abuela Bb’b.- Sí, él siempre sabe lo que hay que decir… (la pena es esa calvicie… ¿no…?)

Qfwfq.- Volvió el dia a teñir de gris la tierra, y mi mirada giraba entorno y no la veía. Me asusté y empecé a llamarla.

G’d(w)n.- Pero ella estaba delante suyo, lo que ocurría en que en el gris amanecer tampoco lo veía… …aunque al final se encontraron… (suspiro)

Abuela Bb’b.- ¡Pero aquel día el destino les reservaba una sorpresa…! Porque la tierra se estaba asentando, y los terremotos no paraban de abrir simas profundísimas que exhalaban grandes nubes de vapores y líquidos hirvientes…

Abuela Bb’b.- De forma que una capa fluida y gaseosa se iba formando sobre la tierra, aumentando de altura poco a poco…

Padre.- ¡Y de repente una grieta se abrió en dos y en un instante se llenó de un liquido húmedo que saltaba y espumeaba contra las orillas…!

Qfwfq.- ¡Empecé a dar voces llamando a Ayl, que se había quedado en la otra orilla, pero tuve que taparme los oidos…!

G’d(w)n.- ¡Porque ahora las voces eran ensordecedoras! ¡Y el fragor del terremoto insoportáble!

Padre.- ¡Y el ruido de las olas se sobreponía con más fuerza todavía…!

Abuela Bb’b.- Total: que no se entendía nada.

Qfwfq.- Pero más fuerte que todo aquello fue el impulso de taparme los ojos, porque aquella masa líquida se había vuelto repentinamente de un color nuevo que me cegaba…

G’g(w)n.- ¡Era el mar! ¡Sí! Era el mar… que era azul.

Qfwfq.- Sí, (en voz baja) «Ayl, el mar es azul…»

Padre.- El gran cambio había ocurrido. En la Tierra había ahora el aire y el agua. Y con ellos el mundo desplegaba colores nunca vistos: nubes rosas y cúmulos violetas descargaban rayos dorados durante las tempestades… los musgos y helechos verdecian en los valles recorridos por torrentes….

Qfwfq.- ¡Sí!¡Finalmente un escenario digno de la belleza de Ayl… pero ella se había ido…

Abuela Bb’b.- Pobrecito…

Qfwfq.- Si aquí arriba no está -pensé-, ¡quiere decir que está abajo!, y en cuanto encontré un terremoto me arrojé a un precipicio, bien abajo, en las entrañas de la Tierra.

     (Cambio de luz)

Qfwfq.- ¡Ayl! ¡Ayl! ¡Ven a ver qué hermoso es afuera! ¡Ven!

(Aparece Ayl)

G’d(w)n.- Shsh. Estoy aquí. ¿Por qué gritas tanto? ¿Qué quieres?

Qfwfq.- ¡Ayl! ¡Sal conmigo! Si supieras: afuera…

G’d(w)n.- No me gusta, afuera.

Qfwfq.- Pero a ti antes te gustaba…

G’d(w)n.- Antes era antes. Ahora es distinto. Con todo ese lío.

Qfwfq.- (Al público) Decidí mentir, con buena intención. (A Ayl) Pero Ayl, ha sido un cambio de luz momentáneo. ¡Como aquella vez del meteorito! Ahora se acabó y todo ha vuelto a ser como antes. Ven, no tengas miedo.

(Al público) Pensaba que si salía se habituaría a los colores, y comprendería que había mentido por su bien.

G’d(w)n.- ¿Dices la verdad?

Qfwfq.- ¿Por qué voy a contarte mentiras? Ven, deja que te lleve afuera.

G’d(w)n.- No. Anda tú delante. Yo te sigo.

Qfwfq.- Pero estoy impaciente por volver a verte.

G’d(w)n.- Sólo volverás a verme como a mi me gusta. Anda adelante y no te vuelvas.

Qfwfq.- De acuerdo, de acuerdo, no te preocupes…

Abuela Bb’b.- Pero lo estropeaste todo…

Padre.- Ya se veía a lo lejos la brecha que conducía al aire libre, cuando te volviste a mirarla…

G’d(w)n.- Y ella se hechó hacia atrás gritando, avergonzada, y volvió a zambullirse en las entrañas de la tierra, para siempre…

Abuela Bb’b.- Es que en unas cosas eres muy listo, pero en otras, nieto, eres un berzas.

Qfwfq.- Entonces, todo lo que antes me había parecido tan hermoso me pareció de pronto tan insulso, tan trivial, tan en contraste con la persona de Ayl y con su idea de belleza, que comprendí que su lugar nunca podría estar de este lado. Que se había ido. Y me di cuenta con dolor que ya nunca podríamos escapar a esos colores, a esas nubes celestes y rosadas, a aquellas pequeñas hojas verdes que amarilleaban todos los otoños, y que el mundo perfecto de Ayl estaba perdido para siempre, tanto que no podíamos ya ni siquiera imaginarlo.

IV – La forma (La espiral)

Abuela Bb’b.- Para una novia agradable que tuviste… ¿cómo se te ocurrió volverte? Claro, a la pobrecilla le dió verguenza… qué poca sensibilidad teneis los hombres…

Padre.- Abuela, déjelo estar.

Abuela Bb’b.- ¿Pero qué otras ha tenido que merezcan la pena? ¿Eh? ¿La Úrsula H’x? ¿O esa dinosauria: “Flor de helecho…”? Por no hablar de La Mulata…. unas desgraciadas… Aquella fué la primera…

Qfwfq.- La primera siempre fue y será la Señora Ph(i)Nk.

Abuela Bb’b.- ¡A esa ni me la nombres! ¿Qué perra teneis todos con esa mujer…!?

Padre.- ¡Bueno, no vamos a empezar otra vez con lo mismo de siempre!

Abuela Bb’b.- No, claro, tú nunca quieres empezar con eso… pero si empezaras tal vez todo iría mejor…

Padre.- ¡Madre, no me haga enfadar, madre! ¡Déjelo estar!

Abuela Bb’b.- Bueno, hijo, bueno…

G’d(w)n.- ¡Abuela, abuela, ¿y se acuerda de cuando éramos moluscos?

Abuela Bb’b.- Sí. Me acuerdo.

G’d(w)n.- Cuando estábamos todos pegados a aquel escollo, chatos, chatos, chupando lo que había para chupar…

Abuela Bb’b.- Si…

G’d(w)n.- ¡Fue cuando Qfwfq descubrió… frin, frin…!

Abuela Bb´b.- ¡Sí! ¡Sí, con aquella almeja….! ¡…ay que me dá!

G’d(w)n.- ¿Te acuerdas?

Qfwfq.- Claro que me acuerdo, con las olas que subían y bajaban….

Padre.- (Empieza el sólo a cantar, luego se le unen todos…)

 

Para la mayoría de los moluscos, la forma orgánica no tiene mucha importancia, dado que no pueden verse uno al otro. Ello no excluye que colores y formas que encuentra bellisimas nuestra mirada (como las conchas de gasterópodos) existan independientemente de toda relación con la visibilidad.

G’d(w)n.- ¡Sí…! A mí me encantaba aquello de no tener forma….

Qfwfq.- Crecíamos un poco por todas partes, como nos venía a mano…

Padre.- A eso luego le llamaron simetría radiada los de la complutense…

Qfwfq.- No, no, pero ya teníamos dos agujeros, acuérdese, que uno era la boca y otro el ano, así que ya éramos bilaterales, padre…

Abuela Bb’b.- ¡Tonterías! En mis recuerdos yo esos agujeros no los distingo para nada. ¡Y tú tampoco!, hacíamos pasar las cosas por donde nos daba la gana, adentro y afuera era lo mismo, las diferencias y los ascos vinieron mucho después… ahora no te las des de remilgado…

G’d(w)n.- ¡Tiene razón la abuela! Comíamos por donde podíamos…

Padre.- Pues ahora que lo decís, a mí me ha entrado hambre.

G’d(w)n.- Pues tome, padre… (le dá algo de comer)

Padre.- Perdonen ustedes, pero mejor comer ahora que no luego, ¿verdad hijo?

Qfwfq.- Sí.

Abuela Bb’b.- ¡Ah, sí: cuando llegue la hora de los misterios…!

Qfwfq.- Tenga paciencia, abuela. Yo tambien quiero.

Abuela Bb’b.- Y yo.

Padre.- (Al público) Ah, y perdonen que no les ofrezcamos, pero es que no hay para todos…

G’d(w)n.- Claro, entonces era más fácil… esto de comer, digo…

Padre.- ¡Sí! Lo cierto es que era una condición rica y libre y satisfecha, aquella de molusco, ¿verdad? Éramos solteros -el sistema de reproducción de entonces no exigía acoplamientos, ni siquiera provisionales- sanos, sin demasiadas pretensiones…

Qfwfq.- Sí, pero era un poco limitado… no se puede comparar con la vida de relación que hacemos hoy…

Padre.- ¡Pero si tenías todos los caminos por delante! ¡Podías pensar en ser cualquier cosa…!

G’d(w)n.- Pero todavía no sabíamos que se pudiera ser nada, padre…

Padre.- ¡Todo! Todo era posible entonces… ahora ya… no…

Abuela Bb’b.- ¡Tonterías! Ahora tambien. Entonces no hacíamos más que mirarnos el ombligo. Mucho pensar, pero nada más. Y sobre todo tú (al padre), que veías en tí todos los méritos y todos los defectos, pero te daba igual…! Tú tan tranquilo, como siempre…

G’d(w)n.- Abuela, él tampoco podía compararse con nada…

Abuela Bb’b.- ¡Claro que podía! ¿Tú sabías que había algo más, aparte de ti?

G’d(w)n.- Bueno… sí… ¡el escollo! Estaba el escollo, y todos pegados allí…

Qfwfq.- …y el agua…

Abuela Bb’b.- ¡Ahí está! ¡El agua! ¡Claro! Antes luz, y ahora el agua: ¿ves? Él sí se dá cuenta. Pero él (por el Padre) no… Él es muy tranquilo….

Padre.- ¡Pero bueno! ¿Ahora todos contra mí? ¿Ésto qué es? ¿Qué le pasaba al agua? El agua venía, slaff, nos levantábamos un poquitito, y fluff, pasaba por debajo y traía cosas de comer… ¿y qué más?

Abuela Bb’b.- ¡Y sensaciones! ¡Y estímulos tambien traía el agua! ¡Pero tú ni caso!

Padre.- ¡¿Pero qué sensaciones, madre…?!

G’d(w)n.- A mí a veces me daban unas cosquillas de reventar de risa… o escalofríos….

Qfwfq.- …sí, o ardores, o picazones, incluso sutiles prúritos…

Padre.- ¡Bah!

Qfwfq.- No, pero es verdad, padre, que así supe que había otros… me acuerdo incluso de cuando sentí a la abuela, que debía estar por allí cerca incrustada en otra roca…

G’d(w)n.- ¡Sí, yo tambien! Era un estímulo así como gorborgorborgorbor…. todo el rato…

Qfwfq.- ¡¡Sí, sí, sí…!!

G’d(w)n.- Y tambien a padre… era como un pfffff… muy suave, pero que estaba ahí en el fondo….

Qfwfq.- Yo a padre no lo sentía… lo siento, padre… pero no fue tanto saber de los otros lo que me impresionó, sino saber que tambien estaban… ¡las otras!

Abuela Bb’b.- ¿Ves? Tu hijo sí que está al tanto de las cosas, ¡y es así como se evoluciona! ¡No mirándose el ombligo!

Padre.- ¡Pero bueno, madre, qué le he hecho yo esta noche para que esté así conmigo!?

Abuela Bb’b.- Toda la sexualidad, ni más ni menos, inventó el muchacho ahí en un momento… dónde estaríamos hoy sino… más aburridos que una mona….

G’d(w)n.- ¡Cuénta, Qfwfq! Me gusta tanto esa historia, anda, cuentala…

Padre.- Sí, hombre, ¡claro!, cuentala…

Qfwfq.- Bueno, pues aquello fue un día en que el sol calentaba el mar con especial esmero. Yo desayunaba tarde, porque siempre fui un molusco de ciclos lentos, y recuerdo que ese día el agua estaba sabrosísima, así que allí estaba yo, aplicado en su degustación, con aquel movimiento habitual nuestro de “aprieta, relaja, aprieta, relaja”, cuando de repente, en un último regusto de la sal, lo sentí: una sensación especial, indescriptíble… como un frin-frin-frin, un escalofrío como nunca antes había sentido, ¿saben…? Pensé: ¿será la señora Ph(i)Nk, que ya ha vuelto?, pero no.

Eran las otras.

Inmediatamente me entró una gran curiosidad… y pensé en verlas, pero claro, la vista no existía todavía. Entonces pensé: «voy a hacer algo especial», pero no sabía hacer nada… así que me puse a intentar emitir algo para responderles… aunque no sabía qué (ya sé que ahora todo el mundo habla de hormonas, pero me hubiera gustado verles a ustedes allí)… bueno, pues en eso estaba, cuando de repente, hete aquí que una de ellas, con toda su calma: “slif, slif, slif…” ¡pone sus huevos…! flotando con elegancia en el agua salada… y yo… yo no sé por qué… pero a mí me salió del alma un “sluf, sluf, sluf”, y los fecundé.

Abuela Bb’b.- Eso sí que fue una inspiración.

Padre.- Psi… pero eso ya nos venía pasando a muchos, sin enterarnos, desde hacía un tiempo…

Abuela Bb’b.- ¡Pero él fue el primero en darse cuenta…! (¿No te dá verguenza envidiar así a tu propio hijo…!?)

G’d(w)n.- ¡Por favor! Que ahora viene lo mejor. Sigue, Qfwfq: y a ella ¿cómo fue que la conociste a ella?

Qfwfq.- Eso fue un poco más tarde. Porque al principio aquello era como una sopa indiferenciada en la cual todas las secreciones eran buenas, y yo me chapuzaba allí sin fijarme en ésta o aquélla, y era feliz así, sencillamente. Pero poco a poco me fui dando cuenta qué había algunas que se adaptaban mejor a mis gustos….

G’d(w)n.- Sí, a mí tambien me ocurrió lo mismo, más tarde…

Padre.- Eso son imaginaciones vuestras….

G’d(w)n.- No, no, padre: es verdad que en el agua se distinguían las señales individuales de algunos que nos resultaban más… interesantes…

Qfwfq.- Y las respondíamos con otras nuestras…

Padre.- Bah…

G’d(w)n.- Incluso provocábamos las suyas con las nuestras…

Qfwfq.- ¡Y ellas nos respondían…!

G’d(w)n.- ¡Estábamos enamorados!

Abuela Bb’b.- ¿Vosotros dos…!?

Qfwfq.- ¡No, abuela…! No entre nosotros, cada uno por su lado…

Abuela Bb’b.- Ah…

Padre.- ¿Pero cómo ibas a estar enamorado, aún de una molusca, así, sin haberla frecuentado…!?

Qfwfq.- Que sí, padre. A usted le parece inconcebible, porque ya se ha olvidado, pero aquellas olas me traían retazos de algo que ella disolvía en el agua cálida y que me hacía imaginarla mil veces mejor de lo que lo hacemos hoy.

G’d(w)n.- Es cierto…

Qfwfq.- Podía pensarla con una precisión minuciosa. Pensar en las mil formas que ella adoptaría sin dejar de ser ella. Es decir: no pensar en sus formas -que no las tenía ni falta que le hacían- sino en aquella cualidad maravillosa y personal que ella le daría a cualquier forma que adoptase…

Padre.- Vaya, ahora resulta que la conocías perfectamente.

Qfwfq.- Mejor que a nadie.

Padre.- ¿Pero y cómo podías estar seguro que no había otros? ¿Eh? A fin de cuentas las posibilidades expresivas de una almeja eran limitadas…

G’d(w)n.- ¡Pero padre, no diga esas cosas…!

Qfwfq.- No, no, G’d(w)n: padre tiene razón… Es cierto que no estaba seguro de ella. Porque lo peor era pensar: «¿y si ella, que tambien es novata en ésto, no me distingue bien de los otros, y cree que soy siempre yo, y resulta que nuestros juegos íntimos se extienden a un círculo de desconocidos…?»

Padre.- Ahí está…

G’d(w)n.- ¡Qué horror! ¡Eso yo nunca lo había pensado…!

Qfwfq.- Y por eso fue que me puse a segregar material calcáreo.

Padre.- ¿Para qué?

Abuela Bb’b.- Está claro: quería hacer algo que señalara su presencia de manera inequívoca frente al resto de moluscos blandengues e indiferenciados… que eran la mayoría…

Padre.- Mire, madre: no me agote la paciencia…

Qfwfq.- Es cierto: quería hacer algo, lo que fuera, para llamar su atención…

G’d(w)n.- ¿Así que fue por eso…!?

Abuela Bb’b.- ¡Claro! Nunca nadie había hecho nada, pero el niño tuvo iniciativa…

Padre.- Pero no le sirvió para nada.

G’d(w)n.- ¡Sí que sirvió, padre!

Qfwfq.- Con aquel material me hice una concha.

Padre.- Ya ves tú…

Abuela Bb’b.- Pues te quedaste ahí, amorfo y blando, como siempre…

Qfwfq.- Era una concha de esas en espiral…

G’d(w)n.- ¡Y con estrías de colores muy hermosas!

Qfwfq.- De gasterópodo.

Padre.- ¿De qué?

Qfwfq.- Gasterópodo.

Padre.- Ah. Pues aún así era inútil.

Qfwfq.- Pero padre, lo importante era el acto: porque yo la concha no la hacía para que me sirviera, sino… para expresarme, ¿sabe? Y ahí ponía todo lo que ella me inspiraba: la rabia por no estar seguro, el modo amoroso de pensarla, la voluntad de ser para ella…

Padre.- Lo siento, hijo, pero no me impresionas.

Abuela Bb’b.- A tí no te impresiona ni una fotografía…

G’d(w)n.- Lo que quiere decir es que en el hacer esa concha ya estaba implícito todo lo demás…

Padre.- ¿El qué?

G’d(w)n.- Todo: los corales, las selvas, las ciudades…

Qfwfq.- …el ferrocarril, las almazaras, las colmenas…

Abuela Bb’b.- …las revistas, el cinematógrafo, los helados… ¡pero alguien tenía que empezar! Si por tí fuera todavía seríamos percebes.

Padre.- Todo eso está muy bien, pero no quita para que entonces intentar llamar su atención con una concha fuera una estupidez… ¡porque ella no tenía ojos para verle! Simplemente. ¡Já! Simplemente: no ojos, no ve concha. ¡Gasterópodo!

Qfwfq.- Pero padre: es que los ojos tambien vinieron de la concha.

Padre.- ¡Ahí vá! ¡Esta sí que es buena! ¿¡Pero vamos a ver: qué tiene que ver el tocino con la velocidad!?

Abuela Bb’b.- Está claro: aquella concha era digna de verse…

G’d(w)n.- Exactamente: eran objetos regulares, hermosos, de colores…

Qfwfq.- Que producían unas imágenes visuales muy notables…

G’d(w)n.- Que golpeaban a los bichos marinos en sus mucílagos indiferenciados…

Qfwfq.- ¿Y qué iban a hacer esos bichos? ¿Esconderse? No…

G’d(w)n.- …acabaron sensibilizando sus amorfas mucosas hasta transfomarlas en órganos fotosensibles: en ojos…

Qfwfq.- ¡Así es! ¡Los ojos se hicieron de fuera para dentro! ¡Y a costa nuestra!

Abuela Bb’b.- Claro. ¿Lo estás viendo…? Pues es gracias a tu hijo.

Padre.- Pero de todas formas tu esfuerzo por ella fue inútil, porque los ojos no aparecieron en vosotros…

Qfwfq.- Eso fue lo único que no había previsto: efectivamente los ojos que se abrieron para vernos no eran nuestros, sino de los otros.

G´d(w)n.- Sí… ¿Te acuerdas? De aquellos sacos de vísceras que flotaban por ahí, al buen tuntún…

Abuela Bb’b.- …y que como eran tan feos, no ganaban nada viéndose entre ellos…

Qfwfq.- Tiene razón, padre: de repente en todas partes empezaron a aparecer ojos…

G’d(w)n.- … los pulpos, las sepias, los camarones criaban ojos…

Abuela Bb’b.- …los salmonetes, las merluzas, los renacuajos… buáh. A partir de ahí hasta el más tonto tenía un ojo…!

Qfwfq.- Todos, salvo nosotros.

Padre.- …Ay, hijo, hijo! ¿Así que al final nunca llegaste ver a tu pequeño molusco femenino?

Qfwfq.- Jamás.

Padre.- Así es la vida…

Qfwfq.- Pero, ¿sabe?, padre: muchas veces he pensado, o soñado, que en el fondo de cada uno de esos ojos habitaba yo. Y tambien ella. Y era allí donde finalmente habíamos de encontrarnos: en ese espacio inmenso que se abre atravesando la oscuridad de las pupilas, ¿sabe?, más allá de la retina: en nuestro verdadero elemento, que se extiende inabarcáble, sin orillas ni confines.

V – Mi tio acuático (El tio acuático)

(Padre e hijo se dan un abrazo)

Abuela Bb’b.- (A Qfwfq) Eso quiere decir que te vas, ¿verdad?

Qfwfq.- Abuela, no vuelva a empezar, por favor…!

Abuela Bb’b.- Yo ya lo sabía…! Tanto secreto con lo de la luna tiene que ser eso…

G’d(w)n.- Pero abuela, qué manía le ha entrado. ¿Dónde va a ir mi hermano? Si aquí lo cuidamos como a un rey…

Abuela Bb’b.- ¿Y si no se va por qué se despiden?

Padre.- Que no, madre, no se preocupe. Ésto son cosas de hombres…

Abuela Bb’b.- Ah…

G’d(w)n.- Pero a ver, abuela: ¿por qué cree que Qfwfq se va a ir…?

Qfwfq.- ¡G’d(w)n… déjala…!

Abuela Bb’b.- …porque todos se fueron, ¿no? Su madre se fue…

Padre.- (A G’d(w)n) ¡Ya está…! ¡Ya la has liado! (A la Abuela) Madre… no le dé más vueltas a eso…

Abuela Bb’b.- …sí, sí, se fue por culpa de esa señora Ph(i)Nk, esa desgraciada…

Qfwfq.- ¡Abuela!

Abuela Bb’b.- …y tambien por culpa de tu padre…

Padre.- ¡Qué paciencia…!

Abuela Bb’b.- …que siempre ha sido muy soñador… y no quiere al pájaro que tiene en la mano, no, sino a los que van volando…

Padre.- ¡Madre, le prohibo que siga con ese tema!! ¿Qué tiene nadie que enterarse de eso? ¡Eh!? ¡Es plenilunio y tenemos que contar la historia de nuestra familia, pero no… las… partes privadas…! ¡Lo que usted dice no tiene nada que ver con nada!

Abuela Bb’b.- Claro que tiene…

Padre.- ¡No! Y además, estamos perdiendo mucho tiempo. Para cuando salga la luna tenemos que estar en el final, así que, vamos. ¡Vamos!

(Comienzan a cantar el Padre, Qfwfq y G’d(w)n, pero la Abuela Bb’b no)

(“Los primeros vertebrados que en el Carbonifero abandonaron la vida acuática por la terrestre, derivaban de los peces óseos pulmonados… (poco a poco se interrumpen)

Padre.- Madre… ¿no canta usted?

Abuela Bb’b.- No canto.

Padre.- Pero, madre, tiene usted que cantar…

Abuela Bb’b.- No canto.

Padre.- Pero… tenemos que estar todos…

Abuela Bb’b.- No canto.

Padre.- ¡…!

G’d(w)n.- Hágalo por nosotros, por sus nietos…

Abuela Bb’b.- Sólo si Qfwfq cuenta lo que le pasó el mes pasado…

Qfwfq.- Abuela, mire, sólo queda un rato para que salga la luna, y entonces, y sólo entonces, le explicaré todo eso, pero si ahora no colabora perderemos tiempo y tendremos que saltarnos la historia de su hermano, del tio abuelo N’ba N’ga… ¿y no quiere usted que estas gentes sepan quién era su hermano N’ba N’ga…?

Abuela Bb’b.- …Bueno, canto. (Pero sí tiene que ver…)

(Canción: “Los primeros vertebrados que en el Carbonifero abandonaron la vida acuática por la terrestre, derivaban de los peces óseos pulmonados cuyas aletas podían girar debajo del cuerpo y utilizarse como patas en la tierra.”)

Padre.- Efectivamente, podía decirse que los tiempos del agua habían terminado…

G’d(w)n.- ¡Todos contaban maravillas de lo que se podía hacer en tierra firme…!

Padre.- Así que todos, los jóvenes y los ya no tan jóvenes, se pusieron a patalear en la orilla como locos, para ver si sus aletas funcionaban como piernas…

Abuela Bb’b.- Menos mi hermano.

Qfwfq.- Claro, es que fue precísamente entonces cuando comenzaron a aumentar las diferencias entre las familias, porque algunas de ellas se habían mudado a tierra hacía varias generaciones…

G’d(w)n.- …y ya se creían que por eso eran los amos del mundo…

Padre.- …cuando la verdad es que no pasaban de ser unos reptiles…

Qfwfq.- …sí. Mientras que otros insistían en ser peces: incluso algunos se volvían, a posta, más pez de lo que había sido normal ser pez en otros tiempos…

Abuela Bb’b.- Como mi hermano.

Qfwfq.- …efectivamente: el tio abuelo N’ba N’ga.

G’d(w)n.- Padre sabe imitarlo muy bien… imítelo, padre, por favor… ¡por favor…! ¡cuando Qfwfq le llevó de regalo los insectos… ¿se acuerda?!

Padre.- (Para Qfwfq) «¡Con esas cucarachas hediondas mejor te limpias las verrugas asquerosas que te han salido en el lomo…! ¡marraneando en tierra todo el rato, como un insecto…! ¡y lleno de verrugas asquerosas! ¡Sí, sí, asquerosas, verrugas asquerosas…! ¡Y ni una palabra más!»

Abuela Bb’b.- No, no… mi hermano no era tan exagerado…

G’d(w)n.- ¡Ay, abuela, sí que lo era…!

Abuela Bb’b.- ¡No, no! ¡Porque en él todo resultaba natural, y no exageraba como tú padre lo está haciendo….!

Padre.- ¡Buáh…!

Abuela Bb’b.- ¡Ni buáh ni buéh! A él no le hacía falta tanta alharaca…

Padre.- ¿Alharaca? «¡La tierra, igual que salió, se hundirá…! ¡O si no, los volcanes, los terremotos, y los cambios de clima arrasarán poblaciones enteras, y para sobrevivir habrá que olvidar incluso las razones por las que valía la pena vivir, como ya están haciendo muchos, pero para mí eso ya no es vivir…!”

Abuela Bb’b.- Exagerado, exagerado…

Padre.- ¡En el agua los cambios serán mínimos! ¡Porque la temperatura es más equilibrada, el espacio es enorme, y las reservas inagotables…!»Era o no era así?

G’d(w)n.- Sí, era así.

Qfwfq.- Bueno, padre, pero déjelo ya…

Padre.- ¿Tú tambien? “¡Miren, señores: ¡aquí, en el agua, es donde uno puede conservarse como es y ahondar en su propia esencia y en la de las cosas, en vez de tantas metamorfosis, y tantos cambios…!»

Abuela Bb’b.- Muy exagerado, como siempre… Pero además es que mi hermano tenía razón…

Padre.- No, no, no… N’ba N’ga era todo un personaje… uno de esos seres que, en cierto modo, siempre parecen más grandes que nosotros… diferente e increíble… pero que en el fondo es absurdo.

Abuela Bb’b.- ¡Y tú exagerado!

Qfwfq.- Mientras que nosotros siempre seremos unos mediocres, ¿no, padre?, unos pioneros eternos, ¿no es eso…? pero dudando de todo por principio…

Padre.- ….bueno, hijo….

Abuela Bb’b.- ¡Sí, sí, sí… exacto!… a tí te hubiera gustado ser un marsupial, o un ornitorrinco o qué sé yo… algo llamativo, simpático… ¿verdad…? Pues a él tambien. Pero nunca lo admitirá…

G’d(w)n.- Bueno, abuela, no exagere usted ahora, déjelo ya…! Yo creo que todos hemos hecho bien en quedarnos como estamos…

Abuela Bb’b.- En fin: la verdad es que a la mayor parte de nuestra familia le dio por ser pensantes… aunque no a todos… y así hemos acabado en la actualidad…

VI – La luna (Final libre construido a partir de La distancia de la luna)

(La luz de la luna va apareciendo)

Padre.- ¡Mirad! ¡Mirad! Esa luz… ¿no es la luna que ya sale?

G’d(w)n.-            ¡Sí, padre, tiene usted razón!

Qfwfq.- Por fin…

G’d(w)n.- Qué hermosa está!

Qfwfq.- ¿No os parece que hoy tiene un color algo distinto?

Abuela Bb’b.- Sí… como un tono más oscuro…

Qfwfq.- Pues yo hoy creo que la veo más luminosa que nunca…

Abuela Bb’b.- ¿Ah, si? Es que a lo mejor sabes algo que nosotros no sabemos…

Qfwfq.- Calma, abuela, que todo lo que hay que saber pronto se sabrá…

Padre.- Sí, pero antes…

(Comienza el padre a cantar y todos se le unen)

 

(Canción: “Hubo un tiempo, según Sir George H. Darwin, en que la Luna estaba muy cerca de la Tierra. Pero las mareas fueron poco a poco empujándola lejos, esas mareas que ella, la Luna, provoca en las aguas terrestres y en las cuales la Tierra pierde lentamente energía.”)

Padre.- Efectivamente, ahora ya ha comenzado a alejarse y por eso estamos un poco tristes, porque sentimos que su influjo se va perdiendo… ¡pero hasta hace muy poco estaba ahí mismo!: ¡ahí encima!, una luna gigantesca, que en las noches de plenilunio como hoy hacía subir las mareas tanto, tanto, que desde una barca podíamos tocarla

G’d(w)n.- Así que cada mes, en las noches de luna llena, nos adentrábamos en el mar, en el viejo bote del abuelo, hasta los Escollos de Zinc… y nos subíamos a la luna…

Abuela Bb’b.- Es que en los escollos el agua está siempre tranquilísima, plateada que parece mercurio… y con la luna, los peces violeta salían todos a la superficie, y tambien los pulpos y las medusas color azafrán, y brillan… y por eso los bautizó así mi marido, que en paz descanse…

Padre.- Y ustedes se preguntarán qué es lo que íbamos a hacer a la luna…

G’d(w)n.- Íbamos a recoger leche lunar, con unas grandes cucharas y unos baldes, aunque más que leche aquello era como un requesón, que se formaba en la costra lunar por la fermentación de diversas sustancias.

Abuela Bb’b.- Jugos vegetales, renacuajos, algo de asfalto, lentejas, miel de abejas, cristales de almidón, huevos de esturión, mohos, pollitos, sustancias gelatinosas, gusanos, resinas y pimienta, para ser exactos.

Padre.- ¡Sí, cada vez que íbamos nos traíamos una buena cosecha!

G’d(w)n.- Y además, imaginen lo que eran aquellos momentos, con el mar colgado arriba y el horizonte cuajado de estrellas brillantísimas…

Abuela Bb’b.- ¡Nos daban unas ganas de cantar, y de saltar, y de hacer tonterías…!

G’d(w)n.- Si, abuela, yo nunca le había visto bailando fandangos, y con ese pelo de leona…

Abuela Bb’b.- ¡Shh, calla, niña, calla.. por favor…!

G’d(w)n.- ¡Pero si los baila muy bien, y tiene un pelo muy hermoso…!

Abuela Bb’b.- Anda, anda, déjame… qué verguenza…

Padre.- …ay, sí: la luna era muy hermosa, y te cambiaba… Pero hoy ya no podemos ir allá, porque aunque pudiéramos subir, ya ha comenzado a alejarse y jamás podríamos volver. Por eso estamos aquí, para despedirnos de ella…

Abuela Bb’b.- Y tambien para oir lo que tu hijo no ha querido contarnos…

G’d(w)n.- ¡Es verdad! El mes pasado Qfwfq desapareció luna adentro durante varias horas…

Padre.- (Siempre ha sido muy aficionado a irse por ahí sólo, a la aventura…)

G’d(w)n.- …y cuando llegó la hora de volver todos lo llamamos y lo llamamos, hasta que en el último momento apareció, más blanco que el papel, y como si hubiera visto al mismísimo demonio. Te temblaban las rodillas, y apenas tenías fuerzas para ayudar a la abuela a volver al bote…

Abuela Bb’b.- ¡Como que acabé en el agua y casi me ahogo!

G’d(w)n.- Y desde entonces no ha querido decir una palabra de lo que pasó…

Abuela Bb’b.- Nos has tenido en vilo todo el mes…

Qfwfq.- …pues bien: aquella vez, nada más subir me alejé corriendo por una de las inmensas llanuras, porque quería explorar lo más posible en nuestra última visita lunar, y llegué casi hasta donde empezaba la sombra. Allí, en el límite entre la oscuridad y la luz reinaba una claridad incierta, que alargaba las formas de las cosas. Deambulé un rato por aquél nuevo reino, irreal y diferente a todo lo que había visto, con el animo sobrecogido… y entonces lo ví.

Padre.- ¿El qué?

Qfwfq.- En medio de una planicie desnuda se veía la figura inconfundible de una mujer sentada en una roca.

Padre.- ¡Ahí va!?

Qfwfq.- Me acerqué sin que me viera, y poco a poco fui distinguiendo detalles… y ví el batón anaranjado que llevaba, ya descolorido por el tiempo, sus brazos largos y fuertes, como de amasar la pasta, la forma hermosa de su pecho, sus caderas…

Padre.- …no…

Qfwfq.- Y comprendí que había vuelto a encontrar a la señora Ph(i)Nk.

G’d(w)n.- ¡Dios mío…!

Abuela Bb’b.- ¡¿Quién has dicho?!

Qfwfq.- La señora Ph(i)Nk, abuela.

Abuela Bb’b.- ¡No puede ser!

Padre.- Pero hijo: ¿estás seguro?

Abuela Bb’b.- ¡No puede ser!

G’d(w)n.- ¡Qué increíble…!

Padre.- ¿Estás seguro!?

Qfwfq.- Sí.

Abuela Bb’b.- Esa mujer no es buena, os lo digo yo…

G’d(w)n.- ¿Y qué hiciste?

Qfwfq.- Me puse a sonreir como un loco… pero de repente me entró un miedo terríble y me escondí tras una roca. Luego salí, y me volví a esconder, y volví a salir y me volví a esconder… no sabía qué hacer. Tenía el corazón en un puño y creo que estaba a punto de llorar… hasta que al final me decidí, y me mostré, y me acerqué hasta ella.

Me miró, con sus brazos largos y plateados, y aquellos ojos oscuros que yo recordaba… “Soy Qfwfq”, le dije, “¿te acuerdas de los tallarines que ibas a preparar si tenías espacio?”

“No hay tallarines en la luna. Sólo queso”.

Padre.- ¡Ahí vá, qué respuesta más rara!

Qfwfq.- Pero yo lo único que oí fue su voz, tan cálida y profunda como el Universo, y sentí que me flaqueaban las rodillas. Pero tenía que preguntarle… “Te acuerdas del punto, al princípio, y del señor de Xuaeuaux… ¿sigues con él?”

“Hubo una época en que me gustaban mucho los franceses…” y sonrió…

Abuela Bb’b.- ¡Ahí está! La típica respuesta ni sí ni no de una desvergonzada…

Qfwfq.- Entonces oí a padre que me llamaba. Había que volver, pero yo no podía irme. Y me quedé allí clavado, mirándola, durante muchísimo tiempo… y hasta pensé si no me habría convertido en una estatua. Pero luego recordé que había que bajar a la abuela, y ella me miraba fijo, sin decir nada… y de repente me dí la vuelta y salí corriendo, y no paré hasta llegar junto a vosotros.

Abuela Bb’b.- ¿No te seguiría esa desgraciada, verdad?

Padre.- ¡Madre, por favor!

Qfwfq.- Y como en un sueño ayudé a la abuela, a padre, a G’d(w)n, y bajé al bote con vosotros y remé hasta casa. Y como en un sueño he vivido todo este mes, sin necesidad ni valor para contarlo… hasta hoy.

Abuela Bb’b.- Ya me temía yo que esa desgraciada volvería…

Padre.- ¿Y tú crees que todavía está ahí arriba?

Qfwfq.- Sí.

G’d(w)n.- Pero ya no se puede subir…

Qfwfq.- Sí que se puede.

Padre.- Pero hijo…!

Qfwfq.- Por eso tampoco os quise decir nada. Mejores son las despedidas rápidas. ¿No quiere usted subir conmigo, padre?

Abuela Bb’b.- ¡Pero este niño está loco!

Padre.- ¿…yo? ¿…volver a ver a la Señora Ph(i)Nk… sí querría… Pero a mí… me gusta más pensar en ella… tiene razón tu abuela. Sube tú.

Abuela Bb’b.- ¡Pero cómo sube tú!? Si ese mujer no es buena… no es buena!

Qfwfq.- Lo siento, abuela, pero como se suele decir: no puede ser de otra manera. Tengo que ir.

Abuela Bb’b.- ¿Pero y qué vamos a hacer nosotros a partir de ahora?

Qfwfq.- He de irme. Cuidáos mucho, todos. Adios.

G’d(w)n.- Buena suerte, Qfwfq. Adios.

(Sale Qfwfq)

Padre.- …Ahí vá… (lo siguen con la mirada)

¡…anda, mira! ¡Si había dejado una cuerda colgando…!

G’d(w)n.- Es verdad…

Padre.- ¡Qué hijo más listo! ¿Lo ve usted, abuela?

Abuela Bb’b.- Sí, por allí va… …recoge la cuerda… ahora saluda… y ya se ha ido.

(Canta G’d(w)n y los otros la siguen)

CANCIÓN: “Conforme a los cálculos del astrónomo Edwin Hubble sobre la velocidad del alejamiento de las galaxias, se puede confiar en que dentro de varias decenas de miles de millones de años toda la materia de universo volverá a concentrarse en un sólo punto.”

(El Padre y la Abuela Bb’b salen)

G’d(w)n recoge la chaqueta que Qfwfq había dejado sobre el árbol y sale. Fin.

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