Pequeño tríptico con música sobre el sexo, el color y el tiempo
de Julio Salvatierra, a partir de una idea original de Marina Seresesky
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Primera Parte
La negrita es una joven nacida hace unos veinte años en el cruce de las fronteras entre Colombia, Perú y Brasil. Su padre fue un hombre oscuro y transitorio como un apagón, y su madre, color de barro cocido, hacía hablar a las cartas que recibían los iletrados en la bulliciosa estación central del ferrocarril. Allí creció ella entre piernas, trenes y letras, y hoy la encontramos dando de mamar a su hijo, en una vieja nave industrial abandonada que luego resultó no estarlo tanto.
Voz en off.- …22 a central…xxxx…sí han salido todas…xxxxxpersonas orientales,mujeres,en número de 18…xxxxno,nosotros esperamos aquí al juez…el juez está levavntando un cadáver,tardará al menos media hora…xxxxbien,central.le esperamos,queda una dentro,la única que habla español,para el atestado….xxxx….responsable del local?No.no hay ningún responsable….xxxxx…..ningún responsable por aquí….xxxx….nadie los conoce….xxx….xxx…que se de prisa…..xxx….corto….
La Negrita.- Cuantos más pesares tengo
Canto con más alegría.
Cuantos más pesares tengo
Canto con más alegría.
Porque los mismos pesares
Me sirven de compañía…
¿Qué hago? ¿Empiezo por el principio ? Empezar por el principio es un buen comienzo como decía mi madre. Pués les diré -si no les importa, y si les importa me perdonarán si se lo digo también, porque me parece necesario hacerlo para que entiendan ustedes qué hago yo aquí, que es lo que los señores desean saber, según parece…- pues les decía que les iba a decir que yo nací -según me contaron, claro, porque ninguno nos acordamos del día de nuestro nacimiento, al menos con el recuerdo de aquí (la cabeza), aunque sí con el de aquí (el ombligo), éste, éste sí se acuerda, mi ombligo, por lo mal que lo pasó aquel día -según me contó mi madre, aunque mi madre era contadora de historias y yo ya no se cual es verdad de cierto y cual es verdad de cuento- pero el caso es que les decía que yo nací en Cucurumbé, y allí casi me muero, fíjense qué pena hubiera sido. Visto y no visto.
Estuve a punto de ahogarme al nacer… pero eso ya pasó y seguro que ustedes no saben dónde está Cucurumbé, ¿verdad?, claro, y cómo lo van a saber estando tan lejos como está: y ese es el problema: lo lejos que está Cucurumbé… Yo ya no me acuerdo, porque de pequeña yo era muy chica, claro, y no tenía luces todavía, pero luego aprendí que Cucurumbé está en un río que le llaman río Napo, justo entre Colombia, Perú y Brasil, y las fronteras son allí tan finitas que yo era colombiana por la mañana, peruana al mediodía y por la noche brasileña, o eso me contaba mi madre, y a mí me gustaba sobre todo ser brasileña, porque por la noche me volvía loca, con mis tres añitos, loquita perdida y me ponía a bailar y a decir soy una mulata brasileña, soy una mulata brasileña, porque mi madre me había enseñado los bailes de allá, de cuando ella bailaba samba con el que hubiera debido ser mi padre, pero no lo fue, porque luego lo mataron a él a cuchilladas y ella huyó y me tuvo a mí pero sin quererlo ella porque lo quiso un fulano que ella no quería, pero que una noche la violó, y prendió la cosa, y no se atrevió ella a no quererme, porque entonces sí que se quedaba sin nada, y así nací yo, y no se preocupen que ya llego a donde iba, porque allí, en Cucurumbé, vivimos tres años, que según mi madre fueron los más felices del mundo, y para sacar dinero para volvernos allá con ella, y con el padre de este niño, entré yo a trabajar acá, en este taller.
(Pausa)
Yo normalmente no hablo tanto, no se crean. Realmente llevaba casi tres meses sin hablar, desde que llegué aquí, pero como ustedes me ofrecieron esta taza de café, pues he entrado en confianza y les he contado todo esto. A mí el café no me gusta, me da arcadas, pero me ha gustado que ustedes me lo ofrecieran, así, sin hacer ninguna falta. Y si les canso ya me callo, aunque hasta que venga el juez y puedan abrir la puerta del taller no tenemos nada que hacer ¿no?. A él (por su hijo) no le molesta, se adormece si me oye la voz, así, tranquila…- Y no se preocupen por mí, que estoy bien aquí y esta ventanita es cómoda para hablar, y la verdad es que como todas las otras del taller eran chinas, pues he estado muy callada últimamente aunque he aprendido alguna palabra en chino, como tchangkaicheck, que no se qué quiere decir, pero suena tan bien que cuando estoy triste, o con la mente borrosa, empiezo a decirlo todo el rato, como una loca –loquita perdida: tchangkaicheck, tchangkaicheck, tchangkaicheck… y con ese ritmo, que es como el de los trenes cuando era pequeña, pues retomo pensamientos más alegres. Y me hace falta porque ahora no se qué me pasa, yo estoy, no se, estoy como preocupada, y no es por ustedes, ni por los de uniforme de ahí fuera, ni por todo este quilombo, ni por el café –que aunque no me gusta nada está muy bueno…- yo creo que estoy preocupada porque estoy muy tranquila, fíjense. A lo mejor no se me nota, porque por fuera tengo poco cambio, soy siempre igualita, pero me parece a mí que ésto va a ser que –después de las cosas tan terribles que me han pasado- me empieza a dar todo un poco igual, y eso no está bien… Mi madre me lo dijo, de pequeña, me acuerdo perfectamente, me dijo: ahora no puedes bailar, negrita, porque se ha muerto la abuela de Don Dueño. Y yo le dije: me da igual. ¡Pero bailar sobre su tumba es una falta de respeto! Me da igual. Si no respetas, no te respetarán. Me da igual. Y sin respeto te insultarán, te escupirán, te molerán a palos yte matarán. Me da igual. ¡Alto ahí, niña! –me dijo entonces- Eso sí que no puede darte igual, porque muertos no vamos a ningún lado –que sepamos- y lo principal en el mundo no es mantenerse vivo, si no en marcha, ¿comprendes? En marcha. Y los muertos no marchan, se les acabó el gasoil…
A mi me pareció, entonces, que aquello lo decía por los trenes, porque mi madre se ganaba la vida en la estación central de ferrocarril de la ciudad haciendo hablar a las cartas que les llegaban al correo a los que no sabían leer –y les contaba historias también-, pero no… ella lo decía por otra cosa, como queriendo decir que siempre hay que ir hacia algún sitio, aunque ya no tengas sitio a dónde ir… y por eso quería yo volver allí… (pausa?)
Marcos, su padre (por el niño) me decía que estábamos locas –loquitas perdidas- por querer volver. Incluso el nombre le hacía reir, cuando estaba de buen humor –lo que era raro- decía que Cucurumbé era nombre de fruta (me voy a comer tu cucurumbé, me decía a veces, aunque a mi ahora me da un poco de vergüenza contarlo), y a nuestro otro hijo, que murió el año pasado de disentería, le decía: eso de Cucurumbé no existe, hijo, son cuentos de tu abuela la cuentera. El río Napo es un río como todos, lo único que arrastra es agua, y algún pescao. ¡Pero Cucurumbé existe! Yo se cuando mi madre hacía historias y cuando decía verdades. Y cuando hablaba del río Napo era verdad, bueno, a lo mejor algo adornada pero mentira no era. Lo que pasa es que mi madre contaba que –allí- todos los días el río arrastraba un poco las fronteras, un poquito sólo, pero que con el tiempo acabaría llevándoselas por delante hasta el mar, donde se hundirían todas. Pero claro, eso ella lo llamaba verdades venerables, que son historias de mentira que han sido cuentos siempre pero que hay que seguir contandolos muchas veces para que así, alguno, en el futuro, se haga verdad, y son muy diferentes de las mentiras sucias, que no tienen pasado ni futuro, y además angustian al presente. Y luego contaba otras muchas cosas extrañas de Cucurumbé, y por eso Marcos, que no conoce bien las cosas de mi madre, piensa que todo son tonterías. Pero lo importante es que, tal y como lo contaba, daban muchas ganas de ir porque veías en el fondo de los ojos de mi madre que ella estaba segura de ser feliz si conseguía volver, para ella era como su paraíso, y también un poco para mí…
(pausa?)
Porque, verán –la verdad es que no se si me he desviado un poco de lo que les tenía que contar, pero ha sido por causa de las chinas, que me han dado ganas de hablar, pero ya sigo-, porque yo crecí en una gran ciudad a donde nos fuimos cuando tuvimos que huir de Cucurumbé porque el hombre que violó a mi madre –que era mi padre, dueño de la cantina y amigo del jefe del destacamento del ejército, quiso prostituirla en el burdel del pueblo –mi padre a mi madre-, y ese burdel era lo peor que había porque los madereros de la zona eran gente muy bruta y violenta… perdonen si les explico demasiado pero es que les veo cara de no enterarse muy bien. Suerte que pudimos escapar en el camión del traficante de papagayos, y nos fuimos a la gran ciudad donde yo crecí vendiendo flores por las calles, hasta que tuve que empezar a buscar un trabajo mejor porque me quedé embarazada por primera vez –a los trece años- de un chico que trabajaba para una organización importante. Realmente estaba loquita perdida por él aunque la organización traficaba con la coca y en su trabajo él tenía que matar a gente, y eso siempre te crea enemigos, él era una buena persona, muy sensible conmigo, pero en Colombia es todo así, porque con el dinero de la droga en lugar de comprar cosas buenas, pues compran más armas para matarse o para defenderse, y el gobierno, en lugar de gobernar, trafica, y es una mierda, aunque sea un poco también mi país, pero por eso no deja de ser una mierda. ¿Por dónde iba? Ah, si, gracias a Ferney –el chico éste de quien estaba enamorada- encontré trabajo en un bar y queríamos dejar todo aquello, irnos lejos y poner un puesto de flores, pero cuando nuestro segundo hijo tenía un mes, pues un día por la mañana, tempranito, dos tipos subieron a buscar a Ferney, que estaba desayunando en la azotea, a medio vestir todavía, y me lo mataron a tiros allí mismo, delante nuestra, por una venganza y, mientras se moría y le metían una bala tras otra, él sólo gritaba perdóname, negrita y no sigas la cadena, perdona a mis asesinos, y también decía te quiero. Me muero enamorado de ti… y todo mi mundo se vino abajo, más abajo de lo que había estado nunca.
(Pausa)
Ven, ya se ha dormido, mi amor. Yo no se cómo he tenido tanta suerte con este niño que con todo el jaleo que ha habido siempre en el taller, porque las máquinas hacen mucho ruído, pues me ha salido más tranquilo que un cordero. Y no es porque sea tonto, eh, no tiene cara de eso, no, no, al contrario: yo, cuando abre los ojos, veo que me ve bien y que es muy despierto, y me mira como diciendo para qué voy a estar más atento si lo que hay para ver no vale la pena, ¿no? Mejor me duermo y guardo fuerzas para cuando haya algo mejor, ¿verdad, madre? Y no son locuras mías, porque yo he tenido ya cuatro hijos, y sé cómo miran de pequeños, y éste no es como el primero que tuve, que ese sí es un poco tontito, pobrecito mío, pero muy bueno, de los que se van a llevar muchos golpes en la vida y que está con la familia de su padre, allá en Bogotá; ni como el segundo, que era normal, pero ese no se dónde está, aunque me dijeron que se lo llevaron unas monjas y que está bien; ni como el tercero, que era el hermano de éste y que murió… Éste es distinto, sé que está esperando muchas cosas de la vida y que va a tener garras para agarrarlas…. Pero bueno, después de aquello pasó un año muy negro, y entonces conocí a Marcos, que era un peruano que llegó al bar a trabajar de mesero, y me gustó –creo yo- porque era un hombre muy serio, más serio que un funeral, el hombre más serio que he visto nunca: parecía una esfinge de piedra, pero, de vez en cuando –una vez al mes, como mucho- ocurría algo que le hacía reir, así, de repente, y entonces su cara era como que se resquebrajase, como si un terremoto le abriese la pared y por sus ojos entrase un rayazo de sol enorme, y casi no podías mirarlo de la risa que te entraba, tenías casi que cerrar los ojos y yo no se, a mí me hacía mucha gracia y me empezaba a reir también con él. Era como una esfinge con sorpresa… y tuvimos un hijo, que fue el que murió cuando tenía un año, por una disentería que le dio el agua de un pozo donde bebía todo el barrio, y por aquello murieron también muchos más niños, como moscas. Fijese se mueren los niños por beber agüita(¿). Así que Marcos, después de todo esto, tomó una decisión y no paró hasta que me convenció de que nos fueramos a otro país, aunque no le costó mucho, porque a mí tampoco me gustaba aquella vida. Sin embargo mi madre no estaba de acuerdo: y si cuando estés lejos –decía-, despues de haberte cobrado el dinero por el viaje y los papeles, esa gente simplemente kggjjjjj (gesto degollante),¿quién les va a pedir cuentas, negrita? Pero aún así, decidimos fiarnos. A mí me buscaron un taller de costura en Lima donde decían que iba a ganar mucho dinero, y Marcos se iría a España, este país que va estupendo, por lo visto, donde trabajaría mucho pero ganaría aún más, lo suficiente para, en un año o máximo dos, poder juntarnos nuevamente y poner un pequeño negocio. Mi madre quería que ahorrásemos para volver a Cucurumbé, porque decía que podríamos tener una chacra y comerciar con guacamayos y con artesanías de madera… Pero en cualquier caso lo primero era ganar dinero. Así que arreglé que mis dos hijos se quedaran con la familia de Ferney, su padre –aunque luego me enteré que a uno de ellos se lo llevaron unas monjitas catalanas, unas de cofia así, muy grande, y no me pareció mal, porque al menos comería pan y tomate, que dicen que lo comen mucho estas monjitas, y además me contaron que su abuela, la madre de Ferney, había empezado a pasarse con el trago, así que seguro que va a estar mejor con ellas.
Recuerdo que la última noche que estuvimos juntos Marcos intentaba sonreir, pero le salía muy mal, y en vez de risa nos daban ganas de llorar –bueno, y también de reir luego, porque le salían unas caras muy jugosas- pero nos despedimos, y nos despedimos tan bien que, sin saberlo, éste (por el hijo) se vino ya desde allí conmigo, escondido.
Y al llegar a Lima comprobé que mi madre no sólo había tenido razón, si no que se había quedado corta, porque no me mataron pero me mantuvieron encerrada durante un mes, con relatos de que el taller se había cerrado por un incendio, que mis papeles estaban retenidos, que si esto, que si lo otro e intentando convencerme de que trabajara –mientras tanto y para pagar mi deuda– en un burdel. Aunque ellos no lo llamaban así, le decían un bar de hombres, y que yo tenía sólo que levantar el gasto, y cosas así, pero yo no entendía qué deuda, qué gasto ni porqué tenían mis papeles. No se, el caso es que luego me di cuenta de que ese mes fue muy importante porque así pude estar segura de que el botijo éste (por el niño) era de Marcos, mi peruano, porque al cabo de ese mes debieron fatigarse de razonar conmigo y un día empezaron a enseñarme directamente el trabajo entre varios, para que me fuera acostumbrando. Y, no se, yo ya me había dado cuenta de que estaba embarazada, y como habíamos sentido tanto lo del otro hijo, pues me dejaba hacer sin mucho escándalo, no fuera que en una pelea me dieran un golpe en la barriga y resultara peor. En el fondo tuve suerte porque estaba en un sitio de bastante clase –hasta un día entró un empleado de un banco. También tuve suerte porque el director de una empresa de máquinas tragaperras –un cliente que se venía mucho conmigo- fue el primero en darse cuenta de mi estado, y le gustó. Así que fue él quien le dijo a la encargada que yo estaba de tres meses, y además les exigió que me dejaran tenerlo y como traía a muchos clientes, porque era muy putero y amigo de los dueños, pues se arregló la cosa, porque de otra forma era imposíble, quedarse embarazada allí es lo peor que puede sucederte, porque cuando una se quedaba enseguida abortaba, o desaparecía.
Así que en cuanto éste (por el niño) tuvo un par de meses me puse a inventar la forma de escaparnos de allí, pero no se me ocurría nada. Y cuando empezaba a desesperar, una noche se murió una de las chicas cuando estaba con un policía. Debió ser por una sobredosis y el uniformado salió en pelotas de la habitación maldiciendo, porque parece que se dio cuenta de que la otra era fiambre justo en el momento del júbilo, y por poco no se muere él también de la impresión. Pero en fin, el caso es que de repente Blanquita, mi mejor amiga allí dentro, me agarra del brazo, me lleva a un cuarto y me dice: ahora o nunca, negrita, te metes en el saco de la muerta y te llevan los de la funeraria. -¿Tú estás loca?¿Y mi niño?-le digo. -Tu niño duerme mucho, te lo llevas bien abrazado al pecho, y a rezar, si no, no sales de aquí nunca. -¿Pero y no nos enterrarán vivos, verdad?-¡Qué te van a enterrar! Del susto que se llevarán les entierras tú a ellos, ¿te arriesgas o no? Y yo le dije: si. Y todo fue visto y no visto, porque en el burdel lo de los muertos no queda bien, y se libran de ellos en un periquete, así que enseguida llegaron los de la funeraria, que son muy rápidos, por la competencia, y metieron el cadaver en una bolsa, la Blanquita dijo descanse en paz, y tuvimos un minuto -mientras el médico les firmaba los papeles en otra habitación- para abrir el saco, esconder a la muerta debajo de la cama y meternos mi niño y yo en su lugar, y mientras lo hacíamos mi amiga me dijo no sé qué sobre un Conde de Montecristo, que no entendí, y me dio una dirección escrita en un papel: si sales con bien, ve a esa dirección, suerte, negrita. Y cerró del todo la cremallera, justo a tiempo, porque entraban los de la funeraria, y entre risas, oí que le preguntaban: ¿oye, y la muerta ésta nos cobrará si le damos un meneo por el camino…? Y ella, que era más lista que el hambre, les dice: ¿ésta? Por ella, encantada, pero tengan cuidado porque el sida la tenía ya podrida por dentro…
Y se lo creyeron, porque no me menearon. Me cargaron en la parte de atrás de una camioneta hasta la casa de las pompas –las fúnebres- y allí me dejaron tirada en un patio, y se fueron. Yo abrí la bolsa, salímos de ella, cruzamos varias habitaciones sin que nadie nos dijera nada porque había un velatorio en una de ellas y nos alejamos a toda prisa, porque suponía que los de la organización vendrían corriendo en cuanto se dieran cuenta.
Les veo a ustedes con mucha paciencia- pues al día siguiente a primera hora estaba en la dirección del papel, que no era una oenegé como yo pensaba, ni sabían nada de ningún conde de Montecristo, si no que aquello era otra empresa que se dedicaba a ubicar trabajadores, chinos sobre todo, pero también algunos otros más oscuritos, como yo, pero no para la prostitución, o eso me dijeron. El problema es que como yo no tenía papeles –porque se los habían quedado los otros- pues me iba a costar más caro, así que para no cansarles con muchos detalles les diré que me ocultaron un tiempo, luego me embarcaron en un avión que ni siquiera sabía dónde iba, aunque creo que llegamos a Holanda, y allí nos metieron en un camión que llegó directamente a descargarnos aquí, en ese patio de atrás, así que hasta hoy yo no he estado segura de si estábamos en España –porque estamos en España, ¿no? Claro, porque las chinas tampoco se habían enterado muy bien. Y la verdad es que estas chinas trabajan mucho y no se quejan, y entran todas como en un tubo, en un trance, y se ponen y no paran, y a mí como que se me pegó y me puse a trabajar, como si ya no me importara nada, y de repente me di cuenta de que estaba sóla, y que podía ser para siempre, y me quedé así, como bloqueada, sólo podía hacer cosas mecánicas, y me puse con la máquina, como ahora, que no puedo dejar de hablar, y abrazaba mucho al niño, por las noches, aunque aquí había días que no nos acostábamos, cuando había que acabar pedidos urgentes por algún lanzamiento –eso decía el encargado, yo no se bien dónde las lanzaban- son cosas que yo no entiendo bien, como tampoco entiendo bien todas las ropas que hacíamos, porque algunas son las de siempre, pero de vez en cuando tenemos que armar un diseño raro, o romper pantalones después de coserlos, y cosas así, pero el trato no era malo, no se, como yo ya venía acostumbrada de un sitio donde a más de una la habían matado a golpes, pues aquí no era tanto, y como las chinas del tchankaicheck son tan tranquilas, pues casi como que me sentía en paz, hasta hace un rato, cuando entró la policía, que me quedé así un poco traspuesta, y uno de los policías me vió tan mal que me preguntó y hablamos y fue muy amable y me dejó su celular, el suyo personal, para que hiciera una llamada y pude llamar a una vecina de mi madre, allá en Colombia, que es la única que tenía teléfono, y ahí me enteré que mi madre, después de tanto tiempo de no saber nada de mí ni de Marcos, pues ya nos dió por perdidos .Y como de repente se vió muy mayor y vió que ya no le quedaban hijos cerca y que su sueño de volver a Cucurumbé se había echado a dormir, pues entonces, por lo visto, se echó ella también, un día, en las vías de un tren, dejándome antes una carta con una historia escrita, que aún no se cual es -y tengo mucha curiosidad porque mi vecina dijo que mi madre había insistido muchísimo en que me la entregaran.
Todo eso me lo contó la vecina. Y yo, con Marcos perdido en algún lugar de Europa, sin saber nada de él desde hace meses, y ahora sin este trabajo, aunque era un trabajo muy malo, pues ya no se qué puedo hacer. Quedarme aquí, ¿no…? A mi país, que ya no se bien cuál es, no quiero volver. Tampoco me extraña que pongan tantas barreras para entrar en Europa, porque lo que defienden no es un país o una cultura, si no un montón de riquezas, y la gente siempre se ha matado por las riquezas -igual yo también lo haría si las tuviera- así que me temo que aún quedan muchas matanzas y guerras por venir. Pero yo a mi país no puedo volver, no puedo, compréndanlo, porque yo era colombiana por la mañana, peruana por la tarde y brasileña por la noche, pero ese tipo de parroquia ya no existe, si es que alguna vez lo ha hecho, o quizás es que aún no hemos contado el cuento el suficiente número de veces, como decía mi madre… ay, no se si llegaré a leer su carta alguna vez… así que, si ustedes me dejan, yo preferiría quedarme en el sótano al menos unos días más, sólo unos días, por favor … dejenme quedarme… y perdonen, tengo que entrar a cambiar al niño, cuando venga el juez, díganle que le estoy limpiando el culo a mi hijo, que eso es igual en todos lados, ¿no?, eso al menos es igual, y él lo entenderá. Y gracias por escucharme, hacía muchos días que no decía nada.(La Negrita desaparece como tragada por la sombra.)
OFF.- Cuantos más pesares tengo
Canto con más alegría.
Cuantos más pesares tengo
Canto con más alegría.
Porque los mismos pesares
Me sirven de compañía…
2ª parte. La Negra
(Ruído del Canal + codificado. Luego, canales de televisión )
OFF.- …así sorben, pacientemente, la vida los cactus del desierto de Atacama, que
…declararon hoy en su intervención parlamentaria que la nueva ley de extranjería no sólo es poco solidaria, si no también
…hipotecaria? ¡Ya puedes comprarte una casa como soñabas…! O dos. Para que luego digan que
…bienvenidos al programa en el que el zapping se detiene, al programa que trae hasta sus hogares las historias más increíbles, protagonizadas por mujeres reales, historias al límite, historias de la desesperación contadas y presentadas por ellas mismas en primera persona, con un interés humano irresistíble. Bienvenidos al programa más pionero y arriesgado de la televisión…¡bienvenidos a Flores Carnívoras…! Esta noche conoceremos a ¡La negra!
(La Negra tira de la gasa teatralmente y entra en el estudio. Aplausos. La voz de Dios, presentador omnipresente del programa, la presenta)
OFF.- Hola, Yolanda, bienvenida a flores carnívoras, el programa más pionero y arriesgado de la nueva televisión. Bienvenida también tu escolta policial, y nuestro agradecimiento a la Dirección General de Penitenciarías por haberte dejado venir. Por favor, ocupa tu puesto, estamos en directo, ¿cómo estás?
La Negra.- Muy bien.
OFF.- ¿Sabes quién soy?
La Negra.- Claro, eres Dios. El presentador omnipresente. Y yo estoy muy contenta de estar aquí, porque nunca me pierdo ninguna de tus emisiones, eres lo más. Deberías ir a la cárcel, todos los que haceis este programa deberíais ir a la cárcel, o sea, quiero decir, que allí os quieren mucho, de verdad. Os recibirían muy bien, os vemos todas las noches.
OFF.- Muchísimas gracias. Es un placer saber que efectivamente estoy en todas partes… pero dinos:¿Fuiste tú, Yolanda? ¿ Asesinaste a tu marido?
La Negra.- Yo no lo maté. Bueno, sí lo maté. Pero no fui yo. Quiero decir, que no lo maté porque quisiera, aunque casi… no sé, mira, se que es difícil… Yo te diría. No se. Lo he pensado mucho, pero. Mira. Bueno, es que no es fácil decir algo que… aunque a lo mejor muchos lo piensan, eh, porque matar nadie quiere matar así, al principio, yo no quiero, al menos, pero luego… Y no digo que no haya siempre otra salida, ¿eh?, aunque ahora es fácil decirlo, claro, después. Pero. No se. Yo. Yo no lo hice. No lo hice. Lo sé. Sé que no lo hice. Bueno. O sea. Es que no sé, no sé, no sé… ¿qué es hacerlo…?
OFF.- Yolanda: ¿mataste a tu marido?
(Silencio)
La Negra.- Antes de responder, ¿puedo cantar una canción?
(Silencio)
OFF.- En el programa de Dios todas las criaturas tienen voz. Adelante, Yolanda.
La Negra.- Llámame Yoli.
(Canción) Que se quede el infinito sin estrellas,
y que pierda el ancho mar su inmensidad,
pero el negro de tus ojos que no muera
y el canela de tu piel…
…me importas tú, y tú, y tu, y sólamente tú… (Aplausos)
Muchas gracias, a todos, a Dios también, gracias, Dios -encantada de conocerte- cantar es algo maravilloso, yo necesito hacerlo de vez en cuando, a veces lo necesito tanto que si no puedo cantar me da por hacer… uy, qué se yo, barbaridades, locuras, cosas malas… la verdad es que mi vida siempre ha sido una canción, a veces un bolero, a veces una cumbia, o una sonata, porque me va lo clásico, también…
OFF.- Perdona, Yolanda, Yoli, no quiero ser brusco, pero tienes pendiente responder a mi pregunta.
La Negra.- Claro, y no eres brusco mi rey, mi dios quiero decir -y perdón, que no conviene mezclar los dos trabajos-, veras: aquella noche yo estaba haciendo la comida para Alberto, mi marido, que es medio norteamericano, pero de padres españoles y vivíamos en Madrid, y yo trabajaba de ama de casa en ese momento -yo he trabajado de muchas cosas, pero en ese momento era la mejor ama del mundo (de casa, quiero decir, no de las otras, aunque, bueno…)- …y era muy buena porque yo he vivido en muchos sitios, pero nací en Cuba y como por el embargo y por Fidel –y por todo- allí no hay nada, pues hacíamos de todo con lo que hay, que es nada, como ya he dicho, y cuando yo me vine de allá, acá te hacía, sin arroz, una paella, o sin huevo una tortilla, o sin cerdo un buen codillo, aunque lo del cerdo aquí nunca fue problema… pero bueno, y claro, todo el mundo estaba maravillado, Alberto el primero; y lo que te decía, yo estaba en mi casa aquella noche, en el centro de Madrid, un sitio bien, con mi chuletita, y mi pimienta, y… ¿saben la receta de la chuleta de la Yoli? Yo tuve un paladar allá en La Habana, y se la voy explicar. La chuleta de la Yoli es un plato…
OFF.- Yolanda, Yolanda, perdóname, pero esto no es un programa de cocina. Por favor, responde a la pregunta ¿mataste a tu marido?
La Negra.- Pero, dios mío, si te estoy respondiendo, ¿no te das cuenta? Es que esa receta es muy importante para entender lo que pasó luego, ¿comprendes? Porque tiene unos ingredientes, y produce unos efectos de una forma especial que interactúan y yo creo que tienen unas influencias y provocan unas cuestiones… importantes, para explicar lo que sucedió, ¿comprendes? Si no te la explico –la receta- no te puedo responder, mi amor, perdón, mi dios –que tampoco es lo mismo, aunque es parecido, pero no es igual-. ¿Me entiendes lo que te digo?
(Silencio)
¿Dios, estás ahí…? tensa
OFF.- …tienes un minuto para explicar tu receta.
La Negra.- Eso está hecho. La chuleta tiene que ser de ternera de un año o menos, eso es lo más importante, vamos, sin eso no hay plato, y de la parte de acá, de la nalga, de los cuartos traseros, también eso es fundamental, es muy importante, aunque bueno, también puede ser de ternera algo mayor, pongamos dos años, pero que haya vivido bien, que no sea dura, y que haya muerto tranquila, ¿saben?, carne de ternera estresada alpargata asada, decía mi madre, con perdón, mi madre hablaba así, era como un refrán suyo… pero bueno, la verdad, en Cuba la carne a veces era más dura, pero se la machacaba bien con el mazo y servía igual, tanto la de ternera como la de cerdo, que bueno… llegado el caso también se podía usar, aunque no era lo mismo, pero a veces la necesidad, ya saben, yo siempre usaba ternera, menos una vez, que usé -bueno, fueron dos- que usé conejo, o pollo, no se bien qué era, la verdad, pero quedó muy rico, en serio… ¡o mono!, el mono también puede ser, mira, algunos monos saben a cordero allá en Cuba, pero claro, si la carne es blanda entonces no hay que machacar demasiado, y si al final es carne picada, pues mira ¡da igual!, porque con la cebolla, la mostaza, el piripiri, el ajo, las alcaparras, la pimienta, el curry, las guindillas, y el chorro de vodka también queda bien, pero claro, es un plato que calienta la sangre, por eso te decía que aquella noche –todo llega, viste, mi vida, perdón, mi dios, porque esto tampoco es lo mismo, sólo para las monjas, pero yo de monja no tengo nada, salvo una vez… pero bueno, vamos a dejarlo- el caso es que aquella noche yo no pude hacer ese plato, justamente porque Alberto se había bebido todo el vodka, y yo te puedo hacer la chuleta de la Yoli sin ternera, ni cerdo, ni conejo, ni pollo, ni nada, pero ¡sin el vodka! ¡Porque el secreto del plato está en el vodka! Y esa es la cuestión, porque si yo hubiera podido hacer mi plato, pues a lo mejor no hubiera pasado nada, pero Alberto se bebió hasta la última gota del vodka – uno ruso muy bueno que yo tenía, como oro en paño-, y luego vino como vino…
OFF.- Espera un momento, Yolanda, no digas nada… porque nos tenemos que ir a publicidad, hasta Dios se pliega a las exigencias del mercado en estos tiempos. Enseguida volvemos, no te muevas de tu sitio, y ustedes tampoco…!
La Negra.- No, yo aquí me quedo, dónde voy a ir, ya me gustaría a mí
OFF.- …matar al presidente de los Estados Unidos / sólo hay un hombre capaz de evitarlo, pero nadie sabe dónde está… / ¿Me das fuego, vaquero? / “Salvemos al presidente”, estreno simultáneo en toda España
…cuya unidad se resquebraja, advirtió, por actitudes irresponsables y antipatrióticas que llevan a toda nuestra nación hacia el desastre. Respecto a las declaraciones de los partidos autonómicos dijo que eran miserables y ridículas y tachó de exagerados a quienes le acusan de crispar el diálogo político. Tras estas declaraciones,
…el lirón careto, guiado por su sensible hocico, se introduce, muy orondo, de vuelta en su madriguera, donde su pareja le espera en actitud claramente amorosa
…Carlos Daniel, el problema es que tú no me dices nunca la verdad, no se si es porque no la sabes, o porque me mientes… espera Carlos Daniel, no te vayas todavía
…no te vayas por favor, que hasta la guitarra mía llora cuando dice
…me siento bien, me siento segura, me siento natural. / (Ahora una caja de extrafinas compresillas y dos yogures biobifidonatur con cada ejemplar de la revista Hembra Moderna. Consulta a tu quiosquero)
…¡A mí nadie me consulta, y soy la quiosquera, que estoy todo el día aquí, eh! Y todos los vecinos estamos muy enfadados, ¿es que no tienen otro sitio mejor donde ir, todos esos emigrantes? Que se queden en su casa, aquí no los queremos
…Queremos inmigrantes. La patronal quiere inmigrantes, porque hay trabajos que los españoles ya no quieren hacer, ¿y por qué no quieren hacerlos? ¿por qué?
OFF.- Yolanda, estamos en el aire.
La Negra.- Dios mío, vamos a dejarnos de tonterías, a ver: ¿quieres saber si maté a mi marido…? Pues verás, yo me casé en Cuba… me acuerdo que fue
OFF.- Yolanda…
La Negra.- ¡Voy, voy! Es un segundo… Fue una tarde que hacía viento, pero mucho
viento, el día antes de que llegara el huracán Paquito –allá le llamaban Francis, y aquel
viento era muy bonito y muy fuerte. Hasta un velo yo llevaba, que me volaba que
parecía la bandera de la revolución y Alberto con la melena al viento parecía un león
en el malecón y yo estaba feliz porque empezaba una nueva vida,¿sabes?,porque
entonces todo eran arrumacos y mi negra y mi linda y mi locura y mi diosa, y
esto y lo otro, y vamos allá y acá y lo hacemos en la playa, en el agua, en un taxi, en
un mitin de Fidel, que daban para tres o cuatro, , con lengua y sin lengua, loquita yo
estaba, aunque tonta ya no era, eh, porque en Cuba yo era peluquera, esteticien, como
le gustaba decir a mi mami. pero mi especialidad era las uñas fantasías.
Yo te puedo dibujar, ya sea en las uñas de las manos como en las de los
pies lo que tú quieras, y a ocho colores, pero cuando digo lo que tú quieras es lo que
tú quieras. Que tú me dices la Torre Eiffel, yo te hago la Torre Eiffel; que tú me
dices el retrato de tu maridito, con tus cuatro hijos y sus nombres debajo, te los hago.
Yo, a mí misma el día antes de venir para acá, me pinté en cada uña, a mis
virgencitas adoradas para que me protegieran en el viaje: La Virgen María por
supuesto), la de la Trinidad, la de Guadalupe, la del Rocío (que es muy española), la
virgen de la Jojoba, la del Palo Santo, la virgen negra de la Luz (como no), la virgen
de la Cheslon, la del CongoBlú y la de la Caridad del Cobre, que es la santa de Cuba.
Pero como con lo de la peluquería no me alcanzaba el dinero, me tuve que poner a
trabajar de todo: de asistenta, de camarera ,de bailarina en bares , en hoteles, de
diana erótica en una feria,y como tampoco me alcanzaba, no me quedó mas remedio
que ponerme a jinetear. Y jineteando, conocí a Alberto, y fijate lo que te digo,en
Cuba jamás me trató mal, ni me llamó negra de mierda, que es lo primero que te
dicen los señores cuando tienen unas copas de más. Quiero decir que ya tenía mucha
experiencia cuando me casé y…
OFF.- Yolanda, por favor, responde a la pregunta que te hicimos al inicio de programa.
La Negra.- Me estás cansando. No haber puesto tanta publicidad, ahora te esperas, Dios, no puedo responder a toda una vida con una palabra, ¿me comprendes? Si yo no lo maté, fue por algo. Y si lo maté, también, pero tengo que explicarlo, porque ese día después de beberse todo el vodka Alberto se puso como loco y discutimos como nunca. Muchas veces discutíamos, lo de la luna de miel ya se había acabado hacía tiempo, y el me pegaba –tengo cicatrices y una vértebra torcida- y yo quise dejarle, pero ¿dónde iba a ir? Mis papeles eran él y no conocía a nadie, y luego Alberto siempre se arrepentía y me pedía perdón…. Pero aquella noche fue peor que nunca, y ahí mismo yo decidí que me iba, que ya no aguantaba más, que prefería jinetear en La Habana, con mi madre delante, a esto, y se lo dije… así que él cogió un cuchillo, yo estaba contra la ventana, forcejeamos y al instante siguiente él estaba en la ventana, bueno, más bien al otro lado de la ventana. En realidad, al otro lado y debajo de la ventana, abajo en la calle –vivíamos en un séptimo piso- y yo alegué defensa propia. El problema fue que él tenía un corte en la mano y los jueces no se creyeron que se lo había hecho él mismo, como yo les dije. El cuchillo también tenía mis huellas, pero yo estaba cocinando, ¡coño!
OFF.- ¿Le empujaste tú, Yolanda?
La Negra.- Te he dicho que me llames Yoli. Yo creo que Alberto me quería a su manera, aunque, vaya, cuando pienso esto me dan ganas de reír y de llorar a la vez, pero, no se, al mismo tiempo que seguía enamorado de la mulata de sus sueños –que era yo- tenía en casa a una negra –que era yo también- que no le encajaba en nada, ni con sus amigos, ni en su ritmo, ni en sus bromas, pero sobre todo en la idea que él tenía, de cómo debía ser una mujer, y más una como yo, ¿sabes?, Él pensaba que debía estarle agradecida hasta la muerte, por haberme sacado de donde me sacó…
Lo dudo, lo dudo, lo dudo
Que tu llegues a integrarme
Como yo te integro a ti.
Lo dudo, lo dudo, lo dudo
No hay trabajador más duro
Ni más barato que aquí.
Hallarás mil sindicatos sin amor
Pero al final de todo
La plusvalía es menor
Te darán los emigrantes frenesí
Mas no una fortuna entera
Como la que te dí.
Lo dudo, lo dudo, lo dudo
Que halles un filón tan puro
Como el esclavo que fui.
Mi mami siempre me lo decía, que no dejara que nadie me convirtiera en su esclava y mírame.¡Ay mi mami! Me sé de memoria su última carta: Querida Yoli dos puntos no dejes que te extraditen a los Estados Unidos coma me han dicho que los padres de Alberto lo han pedido coma porque allí existe la pena de muerte punto y una cosa es que seas o no culpable coma y otra cosa es que esos come mierdas de uin gobierno que ni les va ni les viene coma con toda su sangre fría que les escupo encima coma panda de chanchos coma le quiten la vida a nadie por cuatro ideas sobre un papel coma pero que te voy a contar puntos suspensivos mantenme informada coma hija coma y no dejes que te extraditen punto besos punto mami punto final.
OFF.- Yolanda, tres vecinos declararon que te oyeron amenazar a Alberto, y aunque no has firmado nunca el reconocimiento de culpabilidad, tampoco has apelado el fallo.
La Negra.-Hubo un momento, cuando Alberto me miraba con aquella mirada de loco y me gritaba barbaridades y me amenazaba y se amenazaba con el cuchillo, ahí hubo un momento en que quise matarlo con toda mi alma, a él o a su ignorancia o a los dos juntos. En ese instante, si hubiera tenido forma de hacerlo, lo hubiera hecho, no tengo ninguna duda. Pero en ese instante yo estaba de rodillas, medio tirada en el suelo, llorando…
OFF.- ¿Quieres que creamos, Yoli, que te vas a sacrificar por un mal pensamiento pagando por un crimen que no cometiste?
La Negra.- Yo no he dicho que no lo cometiera.
OFF.- ¿Pero entonces lo hiciste o no lo hiciste!?
La Negra.- Ay, mi hijo –perdón, mi dios, que esto sí que es igual…- que pareces tonto:
¿y tú qué crees? (Se va la Negra)
OFF.- Lo dudo, lo dudo, lo dudo
Que halles una amor tan puro
Como el que tienes en mii
y, de esta manera, la hembra del lirón careto cierra su madriguera -a cal y canto- para que su pequeño clan pueda pasar el invierno sin preocuparse por las visitas de ningún indeseable y potencialmente peligroso extraño.
(la música se transforma en ritmo de tambores, en algún lugar de África)
Tercera Parte
Adusta, negra más allá del bien y del mal.
(Detrás de la gasa?)
Adusta.- Tira, hijo, ayudame. ¡Tira! (Cae la gasa) Ya no nos dará más sombra, ahora es el momento del sol.
Mira: la casa donde naciste ahora está muerta. El árbol seco. La tierra dormida. Ven, es mejor partir sin despertarla. Pero antes, saluda y despídete. Di adiós al polvo que estuvo sobre tu cuerpo tantas veces. Al agua que se oculta. Al espíritu de los muertos, a las hormigas y a las moscas. Que no te de pena, abrázate contra mi pecho, que es tu vida, si él vive tú vivirás.
Canta una canción, canta para que te oigan feliz mientras te alejas. Para que te oigan tus hermanos, los que murieron atados a la sequía, el que murió de fiebre. Canta, que la tristeza no pueda contigo. (Canta)
Vayámonos pronto, antes de que el hambre nos haga olvidar todas las cosas.
Vamos a subir a esa colina, hijo. Porque desde la altura se ven mejor los caminos. Caravanas de mujeres que huyen. Caravanas de vacas esqueléticas, sin pechos, hundidas y casi sin mirada. Catedrales de huesos.. Los caminos desde aquí se ven muy claros, te lo dije. Todos nos llevan hacia el mar, hijo, y más allá. Mira: mirando al horizonte veo mi sonrisa. ¿La ves?
Hay que llegar al mar, hijo. Tal vez estoy loca. Pero nadie nos detendrá.
Tres pueblos hay que cruzar para llegar ala ciudad, pero no debes tener miedo en ninguno de ellos.
Mira, ahí está el primero. En él viven las mujeres que despiden a los que se van, como nosotros. Ellas siempre están ahí, míralas, bailan mientras viven, mientras andan, mientras cocinan, porque es su forma de despedirse, baila hijo, que el sol te vea y tu sombra dibuje en la tierra tus adioses, adios, adios, adios…
¿Viste? No has tenido miedo, bailar es bueno, pero ¡mira! Aquí llegamos al segundo pueblo.
En este pueblo vive el brujo, en la tercera choza a la derecha, si el sol aún no me ha transtornado la cabeza. Sí, ésta es la choza, de paredes rojas. Entremos en la sombra. Sí, ¡ahí está el brujo! ¡Tenemos suerte! Necesitamos su ayuda para el viaje, hijo, pues él nos dará la fuerza para abrirnos paso entre las aguas. Adelante, déjale que haga, déjale que pinte tu cara de blanco, déjale que hable y ahume tu cuerpo con brasas calientes, déjale…
¿Viste? No has tenido miedo, este brujo es muy bueno, aunque tu abuela decía que los brujos de hoy ya no son como los de antes.
Cae la noche y debemos detenernos, porque quien anda a oscuras se convierte en sombra. Descansaremos aquí, al borde del camino, hoy toda la llanura es nuestra casa.(Dicen que donde vamos la noche entera canta, y son unos insectos con sus alas. Grillos, les llaman. Pero aquí no hay grillos, hijo). Así que duerme ahora, mi niño y no tengas miedo, en este viaje la suerte nos acompaña. Duerme. Duerme. Duerme.
Sacúdete el sueño y las legañas y en marcha, mira, ahora con la luz ya se divisa el tercer pueblo, corre, habrá comida… No. Alto. No mires, porque en ese pueblo es donde viven los extraños. Extranjeros, les llaman, como si vinieran de algún lado, pero viven aquí desde que tu abuela era muy chica, y nada han hecho para dejar de ser extraños. Vamos, tampoco aquí no hay nada que merezca la pena.
(Camina)
¿Estas cansado? ¿Tienes sed? No tenemos agua,hijo. Cruzaremos el mar, hijo, flotando como sea, quiero irme tan lejos que no se si me dará la tierra.
¡Mira! La ciudad. Vamos, lo mejor de la ciudad es su gran mercado, ¿ves? ¡Son mil personas! En bicicleta, en carros, caminando. Mujeres con cestas enormes sobre la cabeza, cuidado con esa, ¡agáchate! (Mira, aquí debajo hay sombra, que buena la sombra de la cesta…) Mira, huele, las hierbas, mira la mandioca, cuánta, y el mijo, y el ñame, y el taro y el coco y las cebollas. ¡Y huele: calulú de carne seca…! Para, Adusta. Hay que buscar a la persona que nos llevará al mar. A eso vinimos.
Me dijeron que estaría entre el vendedor de sal y el de maíz. Mírale, es ese.
-Querríamos cruzar el mar. Sí, él claro que viene conmigo. Pero si no abulta y casi no pesa. Tengo el dinero. ¿Tanto? Es que eso es todo lo que tengo, ni para comer me queda. Está bien.
(Ya le he dado el dinero por los dos, hijo, cruzaremos el mar)
-No, él llora muy poco. No llorará. No llorará. Gracias.
Vamos, hijo, se acabó el andar. Este camión andará en lugar de nuestras piernas, pero no tengas miedo. ¿Ves? No pasa nada. Es bueno andar en camión, porque el viento refresca y el movimiento adormece, adormece, mi niño, adormece…Duerme, hijo.
Ahora que no me escuchas, yo soy la que tengo miedo. Pero me alegro de tenerlo, porque al menos tengo algo, ¿sabes?
Cuando ya no tienes ni miedo sólo queda tenderse en la tierra y esperar la muerte, como han hecho muchas que eran mis amigas.
Estoy contenta de tener miedo.
Tengo ganas de reír y de llorar a la vez.
Despierta, hijo, hemos llegado al mar. Tenemos que darnos prisa. Abrazate a mí y no te sueltes pase lo que pase. Entremos en la barca. Eso que se oye es el mar. ¿Lo hueles? Mañana por la mañana lo verás bien con la luz, no sabes lo hermoso que es. Ahora tenemos que estar a oscuras para que nadie nos vea y por eso hay que salir esta noche que es la última sin luna, y toda esta gente viene con nosotros, pero son buena gente, hasta hay un médico, no tengas miedo, la barca es grande, y aunque parece que no vamos a caber todos, al final, ¿ves?, cabemos bien, un poco apretados, pero agarrate fuerte y no me sueltes, porque la barca se mueve mucho, no te vayas a caer al agua, que está muy fría, ¿ves?, hasta yo estoy temblando, hijo, pero no te preocupes, que enseguida se me pasa, seguro, como aquí vamos tan apretaditos, ¡cuidado la ola…! Pues nos hemos empapado hijo, sécate con esto, pero no llores, que es sólo agua. No, él no llora nunca, pero se ha asustado. No se preocupe. Hijo, tienes que dejar de llorar, porque hay soldados en barcas que nos buscan y hay que estar en silencio. No se preocupe. No llores, hijo, o nos echarán, o si no puedes evitarlo, llora bajito, así, en silencio, que no te oigan, así, shh, así…
¿Sabes, hijo? Dentro de nada empezarán a aparecer las luces de la costa española -España es un país que está muy bien- y me ha dicho el patrón, que ha hecho muchas veces este viaje, que las luces son azules y naranjas y parece que suben y bajan, pero somos nosotros, que nos mecemos con las olas porque este mar es muy juguetón, ves, pero no tengas miedo, que no te caerás por la borda, aunque venga esa ola grande que viene, no te asustes, yo te sujeto, cierra los ojos, no te asustes, cierra los ojos, yo te sujeto… ¡mira, mira las luces, hijo, ahí están! ¿las ves? ¡ahí…!
(La ola les supera y Adusta, que se había levantado al ver las luces, es arrastrada fuera de la barca a un universo de frío, agua y oscuridad)
Yo, que te iba a sujetar, al final estoy en el agua, pero no tengas miedo que todo va a salir bien y escucha, pues aunque es todo muy rápido te voy a contar lo que sucede, porque veo que el médico te ha cogido en brazos y no te deja mirar, y hay que mirar el mundo, con los ojos bien abiertos, hijo, y dejarse conmover por él y tener miedo, al menos. Y lo que sucede es que la ola me ha arrastrado y he caído de espaldas al agua, que está helada, y me revuelvo y empiezo a bracear para que mi boca salga por encima del agua, pero una ola llega golpeándome la cara, y el agua se me mete en la garganta por todas partes, por la nariz, por los ojos, por la boca y aspiro un gran trago de mar salado y me doy cuenta que no puedo aspirar la siguiente bocanada de aire porque algo se me contrae en el pecho, y me parece entrever la barca y otra luz fuerte que llega pero no puedo respirar, no se qué me pasa y pienso que me está llegando la muerte, y me parece que la barca se aleja, y oigo al patrón pedir silencio, nadie se mueva, una patrullera, y yo iba a gritar, pero me da miedo que nos vean, así que muevo los brazos para ir hacia la barca, pero no es fácil y de repente siento algo que me toca las piernas y me asusto… pero es sólo mi propia túnica, que se me enreda allá abajo, y siento un mar entero entrarme ahí dentro donde hay algo que se anuda y ahora… y ahora, hijo, creo que ya no voy a poder respirar más, porque el pecho se ha agarrotado como una raíz de árbol, y ya no se, hijo, tengo miedo, levanto la cara, veo negro el cielo, y no hay nadie, y me hundo, hijo, y no se, no se… no se si ya estoy muerta o aún lucho, pero te quiero, y veo medusas, o las sueño, y sueño un mar donde todos cruzamos chapoteando y gritando y tú andas sobre la superficie sin hundirte y sin parar de gritar, y de reir o de llorar y los soldados nos miran y chapotean también ellos como patos y me doy cuenta de que en mi sueño hace sol, un sol inmenso y no esta sombra fría del abismo que se abre bajo mis piernas y en el que me voy hundiendo, y quisiera despedirme y decirte, valor, hijo. Mi pequeño. Aún puedo soñar. Aún tengo miedo. Aún quiero vivir, vivir contigo…Vivir.
(Adusta se hunde en las profundidades del mar. Fin)
Actriz.- Las expulsadas, las excluidas, las explotadas, las exhibidas,
las repudiadas, las retenidas, las rematadas, las recluidas,
las penetradas, las perseguidas, las postergadas y las perdidas,
las pateadas, prostituidas, las persignadas y las prohibidas:
algo dirán, dirán, dirán, algo dirán, dirán,
algo dirán, dirán, dirán, algo dirán.
Fin.