Lear

traducción y adaptación para dos actores de La Tragedia del Rey Lear, de W. Shakespeare.

por Julio Salvatierra


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ACTO I

Truenos. Relámpagos. Entra Lear.[1]

 

LEAR.-        ¡Soplad, vientos, y que la furia os desgarre las mejillas!

¡Huracán, diluvio, abatid los campanarios y ahogad a las veletas!

¡Tú, relámpago de azufre que quemas la conciencia

y hiendes a los robles,

abrasa mi cabeza llena de canas! ¡Y tú, trueno que todo lo sacudes,

aplasta el vientre del mundo para siempre!

¡Rompe las matrices de la vida y destruye las semillas

que engendran a los ingratos!

BUFÓN.-     Mi amo, es mejor adular junto a la chimenea que aullar bajo el chaparrón. Vuelve, anda, sé un buen amo -en vez de un memo- y pídele albergue tus hijas. Esta noche no se salvan ni los tontos ni los listos, por muy reyes o bufones que sean… respectivamente.

LEAR.-        ¡Que truene tu trono, cielo! ¡Escupe, fuego! ¡Empapa, lluvia!

Ni de lluvia, ni de fuego, ni de trueno estaban hechas mis hijas.

No espero amor de vosotras, tempestades,

pues no os regalé nunca un reino, ni os llamé mis niñas…

Pero aún así os llamaré viles sirvientes

por ayudar con vuestra fuerza a esas dos hijas sarnosas

en contra de este pobre viejo… qué vileza.

BUFÓN.-     Buen seso cobija el que, para cobijar su cabeza, busca una buena casa, pero…

(Canta)

El que cobija su cosa

dejando al aire sus canas

pronto tendrá piojosa

la casa, la cosa y la cama.

El que a su dedo más gordo

presta toda su atención

acaba siempre con un callo

que le quita la razón.

(Pues es para volverse loco, tener una mujer fea…)

LEAR

No conozco a tu mujer, pero yo no me volveré loco:

seré un modelo de paciencia, y de silencio.

BUFÓN

Pues vaya dos: uno callado y otro calado.

¡Tiene dedos gordos la nochecita!

Ni las sombras más oscuras se atreven a salir

y se quedan en sus cuevas diciendo: tengo la negra.

Y yo, que no aguanto un sirimiri, aquí estoy,

a pelo bajo la madre de todas las tormentas.

¡Maldita sea la cosa!

LEAR

¡Y mientras espero, ruego a los dioses capaces de este cataclismo

que comprendan quién, en verdad, es su enemigo! Temblad,

desgraciadas, vuestros secretos delitos

aún no conocen la justicia. Abrid vuestros antros de culpa

y suplicad ahora perdón a esta tormenta. Yo también pequé,

pero menos de lo que contra mí habéis pecado.

BUFÓN

Y yo me convertiré en pescado

si no para ya esta lluvia.

Majestad, aquí cerca hay una choza:

os dará cobijo en esta tempestad.

Descansad dentro, mientras vuelvo

al duro hogar de vuestras hijas,

(más duro aún que vuestra real cabeza)

a rogarles que muestren, al menos, cortesía.

LEAR

(Reteniéndole) La cabeza se me va. Pero no tanto.

¿Dónde está esa choza, amigo?

El arte de la necesidad es admirable:

vuelve valioso lo mísero. Muéstrame esa cabaña

y déjate de ruegos. ¿Tienes frío? Yo también.

Mi pobre y pícaro bufón, en mi pecho

hay siempre un hueco para ti.

BUFÓN

Ya podría ser un lleno, pero en fin.

[canta]

El que es de inteligencia diminuta

al verse llovido piensa de veras

«soy feliz con esta suerte puta:

que me llueva la vida entera”

LEAR

Qué cierto es eso, muchacho,

pero, a ver, ¿cómo se entra a esa cabaña?

El bufón conduce a Lear a otro espacio[2]

BUFÓN

Por aquí, señor; entrad,

me ha parecido notar

que la noche está algo húmeda.

La tormenta arrecia.

LEAR

No, mejor me quedo fuera, entra tú.

BUFÓN

¿Cómo?

(Aparte) Se le ha ahogado el poco seso que aún flotaba.

LEAR

He cambiado de opinión.

No quiero que el corazón se me parta.

BUFÓN

Quizás con dos corazones funcione mejor el cerebro.

Entrad, mi amo, la terquedad no protege de la lluvia.

LEAR

Tú das importancia a que esta fiera tormenta

nos cale hasta los huesos. Pero a mí

la tormenta de mi mente no me deja sentir nada,

salvo la ingratitud que grita en la boca de mis hijas,

a las que crié y ahora resulta que son lobas…

¡Regan, Goneril…! Sois mi propia casa… pero no voy a llorar.

Vuestro viejo padre os quería con el corazón abierto…

¡Este camino conduce a la locura! Ten cuidado, Lear, calma…

BUFÓN

Mi señor, por favor y por la tormenta, entrad.

LEAR

Entra tú y protégete, amigo mío. La tormenta

me impedirá meditar sobre otras cosas más dañinas.

¿De quién es esta pobre cabaña?

BUFÓN

Aquí duerme un pobre loco, mísero y desnudo,

que cuida los cerdos de palacio

que en verano aquí se encierran.

Yo le conozco, los bufones alternamos

siempre con extremos, alteza.

Pero hoy por lo visto su bajeza no está,

se ve que habrá salido a tomar un poco el aire…

LEAR

Un pobre hombre, desnudo y miserable,

-seguro que hay muchos por el mundo como él –

expuesto al azote de esta cruel tormenta…

¿Cómo protegerá su cuerpo escuálido y helado?

Con vacíos de tela y harapos de agujeros…

Nunca me preocupó… ¡pero ya es hora: majestad,

despójate y siente lo que siente el desvalido… ¡

(Lear intenta despojarse de sus ropas, el Bufón lo detiene)

BUFÓN

Esperad, mi rey, los desvalidos no sólo sienten en pelotas…

LEAR

Necesito conocer cómo es su vida,

y entender qué es lo superfluo

para saber si los dioses son justos, en el fondo.

BUFÓN

(Sin saber qué hacer para evitar que su amo se desvista)

Pues esperad y preguntádselo vos mismo,

no se ha ido, está aún ahí dentro, creo… he oído algo,

esperad que lo saco y lo habláis todo, hace una buena noche

para hablar. Esperad, vengo enseguida.

El Bufón desaparece dentro de la choza.

BUFÓN (loco)

(off) ¡Fuera! ¡Vete! ¡El demonio mismo me persigue!

El bufón reaparece, tapado con una manta, como si estuviera desnudo.

(Aparte) Ahora soy un mísero desvalido, por si no se había notado.

Las idioteces de este rey, con la edad, van en aumento,

lo que es normal en cualquier rey,

y aún persona,

pero la realeza es una lupa

que las aumenta demasiado.

¿Llegará el día en el que no precisemos ya de tal estado?

Pero quizás este nuevo juego pueda servirnos para algo.

(A Lear)

¡Dejadme! El viento helado sopla entre el espino.

Entrad, calentaos, y nada más, pues nada más tengo.

LEAR

¡Ja! ¿No se lo habrás dado todo a tus dos hijas?

(El Bufón asiente) ¿En serio?!

Sigue la tormenta.

BUFÓN (loco)

Sí, señor, el pobre de mí se lo dio todo, y el Diablo luego le empujó de la sartén al fuego y le puso pólvora en el culo, y así aprendió a perseguir su sombra. Dadle algo a este pobre loco, pero dentro. (Lear no entra)

¿Sabéis que las sombras van armadas de cuchillos? ¡Entrad! El Loco tiene frío. Y las sombras comienzan a moverse, ahí hay una, a tus espaldas. Y ahí hay otra, y otra, y otra…

LEAR

¿A qué juegas, loco…? Aunque

habría que ver quién lo está más…

BUFON (loco)

Yo, señor, pues en el orbe

cuesta mantenerse cuerdo,

y tú eres rico, yo soy pobre.

LEAR

¿Tus hijas te han arrojado a la pobreza? (El bufón asiente)

¿Todo se lo diste y no te guardaste nada?

BUFÓN (loco)

Salvo esta manta que me tapa a duras penas,

y aunque tapar a la dura me apena,

así al menos no os espanta.

Nada me dejaron esas dulces pichoncillas.

LEAR

¡Caigan entonces sobre tu familia todas las plagas del cielo!

BUFÓN (loco)

Bueno, señor, si os ponéis así, no tengo hijas.

LEAR

Mentiroso. Sólo unas hijas sin entrañas

pueden degradar tanto una naturaleza.

¿Será costumbre que los padres rechazados

cuiden tan poco de su propia carne?

Es justo, pues su carne engendró

a las sabandijas de sus hijas.

BUFÓN (loco)

La hija entró por la rendija

y acabó con la torrija:

es una historia clásica

aunque admite otro final.

(Pausa)

Señor, este frío nos volverá más locos e idiotas de lo locos e idiotas que fuimos siempre, que no es poco, aunque yo al menos soy sólo el loco…

LEAR

Pero también habrás sido idiota.

BUFÓN (loco)

Nunca. Yo fui un galán, un casi rey soberbio de corazón y ánimo. Me rizaba, me vestía y satisfacía la lujuria de mi amada con el acto oscuro; juraba más que hablaba pero jamás cumplía. Falso de corazón, vivo de oído, presto de espada; cerdo en pereza, zorro en sigilo, lobo en mi gula, perro en mi rabia, león con mi presa. No dejes que un crujir de terciopelos o de sedas te descubra nunca el alma. El viento aún sopla entre el espino y dice shhh, es el diablo, que pasa…

Sigue la tormenta.

LEAR

¿Así que esto es el hombre? Sin sedas, sin pieles, sin lanas y sin plumas. El hombre en su estado puro es sólo un animal desnudo y de dos patas, como tú, y yo soy un espejismo. ¡Fuera con lo prestado! ¡Fuera!

(Se intenta desvestir).

BUFÓN (loco)

¡Alto, escucha! ¿No oyes al demonio que canta? Sale al toque de queda

y canta hasta la medianoche por los helados páramos. Pero sólo ataca a los que van desnudos. Es mejor volver donde el calor ciega y consuela.

(Lear vacila)

LEAR

No puedo volver.

BUFÓN (Quitándose la manta)

Entonces entremos en la choza, amo, o mi loco se hará el amo

y mi amo acabará loco, esta farsa ya me cansa.

LEAR

No, no, antes déjame que hable con ese filósofo tuyo.

BUFÓN

Mi señor, el filósofo ha muerto de frío, congelado.

Y en vos comienzan a tiritar hasta las ideas.

LEAR

¡Haz que vuelva! Ponle la manta nuevamente.

(El bufón se pone la manta nuevamente)

Dime, en todo el universo de la ciencia, ¿cuál es tu especialidad…?

BUFÓN (loco)

Presentir demonios y comer lombrices. Pero la del diablo es tratar que los súbditos del rey mueran helados. Así pues os espero dentro, señor.

LEAR

Sí, vamos, entremos. Tengo más cosas que decirte.

BUFÓN (loco)

Tú primero.

Entran en la choza.[3]

BUFÓN (Quitándose la manta)

¿Veis, señor? Aquí se está mejor que a la intemperie; alegraos.

LEAR

¿Alguna vez os ha poseído el diablo?

BUFÓN

Cientos. Pero ahora me posee un loco. Decidme:

¿creéis que este loco es un noble o un plebeyo?

LEAR

Nadie hay más loco que un rey.

BUFÓN

Cierto, pero el mío es un plebeyo que tenía un hijo y lo hizo noble.

Es un signo de locura dejar que su hijo se ennoblezca más que él.

Y confiar en el amor de un joven o en la palabra de un rico, también.

LEAR

(Alterado) ¡Quién tuviera un asador al rojo vivo para clavarlo sobre ellas…!

BUFÓN

Me temo que se le acabó la paciencia.

LEAR

¡…lo conseguiré, y empezaré por llevarlas a juicio ahora mismo! A ver, el filósofo será el juez, y tu, bufón, serás las acusadas. El sabio juez, se sentará aquí, y allí la acusada. A ver, la primera, tú, zorra…

BUFÓN

Pero señor, el filósofo y el bufón son la misma…

LEAR

¡Calla, ya has hablado bastante!

BUFÓN

(Quizás un juicio demencial le devuelva la cordura,

paradojas de la vida).

LEAR

¡Que calles digo!

El bufón se tapa con la manta como si fuera el loco.

BUFÓN (juez)

¿Podré entonces hablar yo?

LEAR

Claro, sabio señor, tú sí. Decidme.

BUFÓN (juez)

Creo que sería bueno llamar a declarar al rey.

LEAR

¿A qué rey? Ya no existe ningún rey.

BUFÓN (juez)

Cierto, se está transformando en regadera, pero su agua podría hacer más fluido nuestro juicio, y dar de beber a nuestro sentido común.

LEAR

El sentido de un rey no puede ser común, pero sea. Declararé.

BUFÓN (juez)

Subid pues al púlpito, majestad.

LEAR

¿Por dónde subo? No veo ningún púlpito.

BUFÓN (juez)

No lo hay, pero como sois rey, subid donde queráis.

LEAR

Sabía que erais sabio.

BUFÓN (juez)

Para poder jugar la trama entera de esta tragedia-

perdón: juzgar- debemos recapitular. ¿Cómo empezó todo?

LEAR

Mal. Y acabará peor.

BUFÓN (juez)

Me lo temía, lo de siempre: todos empezamos llorando y acabamos muertos. Así pues habrá que hacer una reconstrucción de lo sucedido, para entenderlo bien. ¿Qué les dijisteis el día que decidisteis dividir vuestro reino?

LEAR

¿A quién?

BUFÓN (juez)

A las acusadas. A vuestras hijas, Goneril, Regan y Cordelia (Hace un saludo como ellas)

LEAR

¿Qué más da lo que les dijera?

BUFÓN (juez)

Yo soy el juez, pues el rey lo ha ordenado,

si no os gusta, matad al rey, y todo arreglado.

LEAR

Bueno, pues creo que les dije algo parecido a esto…

era un día luminoso, con el sol entrando por la ventana…

(Flashback)[4]

…Sabed, hijas mías, que es mi firme decisión

liberar mi vejez de tareas y cuidados,

asignándolos a sangre más joven, mientras yo,

sin carga alguna me arrastro hacia la muerte.

Es mi voluntad, en esta hora

y para evitar futuras disensiones,

hacer pública la dote de mis tres hijas

dándole a cada una un tercio de mi reino.

Las dos mayores ya están casadas,

y el príncipe de Francia pretende a la menor…

Decidme, hijas, ¿de vuestros amores, cuál es el mayor?

Pues así podré premiar con mi generosidad

a aquélla cuyo afecto rivalice con el de la naturaleza.

Goneril, mi primogénita, habla tú primero.

BUFÓN (goneril)

(Se transforma en Goneril)

Pues yo, reverendísimo juez, le dije, algo así como:

Señor, os amo más de lo que expresan las palabras,

más que a la vista, el espacio y la libertad,

tanto como nunca amara un hijo o fuese amado un padre;

con un amor que sofoca la voz y que extrangula el habla.

Mucho más que todo esto os amo yo.

LEAR

¡Y una mierda!

BUFÓN (juez)

¡Majestad…!

LEAR

¡Era mentira! ¡Miente como

una serpiente venenosa!

BUFÓN (juez)

No toleraré palabras malsonantes en mi audiencia.

Prohíbo decir majestad, sigue, Lear. Necesitamos saberlo todo,

¿qué le respondiste?

LEAR

De todas mis tierras del norte, desde los bosques

fronterizos hasta las campiñas del río,

te proclamo dueña. Sean de los descendientes

tuyos y de tu marido a perpetuidad.

¿Qué dice mi segunda hija,

mi muy querida Regan?

BUFÓN (regan) (haciendo de Regan)

Del mismo metal soy que mi hermana,

y en el fondo ha expresado bien lo que yo siento.

Pero se ha quedado corta, pues yo me declaro

enemiga de cualquier otro placer existente,

aún en la máxima perfección de los sentidos,

y sólo me siento afortunada en el amor de vuestra querida majestad.

LEAR

¡La peste sobre ti y sobre tu hermana!

Perdón, señor juez, yo fui y le dije, como un idiota:

Quede para ti y los tuyos en herencia perpetua

el tercio central de mi hermoso reino,

del gran río hasta la montaña,

tan grande, rico y placentero

como el otorgado a Goneril. –Y ahora, tú,

mi bien, mi hija más pequeña, mi Cordelia,

-le dije- cuyo joven amor ansía el mejor

hombre de Francia, ¿qué puedes decir para merecer

un tercio aún más opulento que el de tus hermanas? Habla.

BUFÓN (cordelia)

No puedo decir nada, señor.

LEAR

¿Nada?

BUFÓN (cordelia)

Nada.

LEAR

Nada vendrá de la nada. Habla otra vez.

BUFÓN (cordelia)

Soy tan infeliz que no consigo que el corazón

se me salga por la boca, como le ocurre a mis hermanas.

Amo a mi padre como una hija,

simplemente.

LEAR

¿Qué dices, Cordelia? Corrige tus palabras,

o corres el peligro de malograr tu suerte.

BUFÓN (cordelia)

Mi buen señor, me habéis dado la vida,

el alimento y el amor. Y os correspondo como debo:

os obedezco, os quiero y os honro de verdad,

dejando en paz a las palabras.

¿Por qué tienen marido entonces mis hermanas,

si dicen que os aman sólo a vos? Mi hombre

se llevará la mitad de mis cuidados, mis caricias y mi amor.

LEAR

Pero, ¿hablas con el corazón?

BUFÓN (cordelia)

Sí, mi señor.

LEAR

¿Tan joven y tan dura?

BUFÓN (cordelia)

Tan joven, señor, y tan honesta.

LEAR

Muy bien. Pues que tu honestidad sea tu dote.

¡Por los sagrados rayos del sol

y el oscuro misterio de la noche!

¡Que hoy reniego de mi cariño paternal

y de la substancia misma de mi sangre!

Y te consideraré, lo juro, para siempre,

ajena y extraña a mi corazón.

El salvaje y el caníbal encontrarán

en mi tanto afecto como tú,

niña, a la que un día tomé por hija mía.

BUFÓN (cordelia)

Señor, no tengo labia ni soltura

para decir lo que no siento, y lo que siento

lo hago antes de hablar. Que se sepa, pues,

que no es ninguna mancha, crimen o vileza

lo que me priva de vuestro amor,

sino algo cuya falta me enriquece:

una mirada falsa y una lengua

que me alegra no tener, aun cuando no tenerla

me haya costado vuestro afecto.

LEAR

Más te valdría no haber nacido.

BUFÓN

(Interviniendo como él mismo)

Majestad…

LEAR

¡Silencio, Bufón!

No te pongas entre el dragón y su furia.

Quería a mi hija de verdad y pensaba encomendar mi vejez

a sus dulces cuidados. –¡Silencio! – Pero

tan cierto como que mi muerte será mi descanso,

que arranco ahora mi corazón de padre de su pecho.

¡Avisad al Rey de Francia y que la lleve si la quiere!

Y dividid su tercio entre mis dos hijas, pues ya no hay más.

Que la case su arrogancia, que ella llama honesta.

A mis dos únicas hijas conjuntamente las invisto

con el poder, la supremacía y los magnos atributos

que rodean a la realeza. Yo me reservaré

cien caballeros, que habrán de mantener,

y residiré con ellas por turno mensual. No conservaré

más que el título y los honores de un monarca;

el mando, rentas y ejercicio del poder,

queridas hijas, vuestras son.

Tomad mi corona y compartidla…

BUFÓN

Regio Lear, a quien serví como a mi rey y quise como a un padre,

vuestra hija solo siente un recato natural

a decir precisamente lo que su corazón ansía.

LEAR

Bufón: el que siempre ha hablado como un loco

no debe intentar mostrarse cuerdo.

El arco está tenso, esquiva la flecha.

BUFÓN

Pues que se dispare, aunque la punta

me traspase el corazón cambiaré las tornas.

Si el rey está loco, yo ya estoy muerto.

¿Qué pretendes, anciano? Te respeto, pero

¿crees que mi respeto teme hablar

cuando tu poder se rinde a los halagos?

Si la realeza cae en la locura,

el honor ha de ser franco, y al parecer

en tu corte sólo el bufón sabe ser sincero.

Conserva tu poder y reflexiona con todo tu cuidado

sobre este estúpido arrebato. Respondo con mi vida

de que tu hija menor no te ama menos

y de que no es un corazón vacío

el que omite los halagos huecos.

LEAR

¡Bufón, por tu vida, basta!

BUFÓN

Mi vida siempre tuve por apuesta

en las partidas contra tus enemigos

y aún más, contra ti mismo,

y, si la pierdo, la eternidad querrá decir

que tú también has muerto, amigo mío.

LEAR

¿Amigo!? ¡Soy tu rey!

BUFÓN

¡Ya no! ¡Y tu majestad es tu enemigo!

LEAR

¡Fuera de mi vista!

BUFÓN

Mira bien, Lear, déjame que sea

por siempre la guía de tus ojos.

LEAR

¡Por Apolo…!

BUFÓN

¡Pues por Apolo, rey,

que invocas a tus dioses en vano!

LEAR

¡Miserable, traidor!

BUFÓN

Mata al médico y regala tu dinero

a la inmunda enfermedad. Anula tu regalo

o, mientras pueda gritar, esta garganta

dirá que te has equivocado.

LEAR

¡Óyeme, traidor, por tu lealtad, escucha!

Has intentado que falte a mi promesa,

algo que jamás he hecho, y has interpuesto

tu soberbia entre mi decisión y mi poder,

cosa que ni mi carácter ni mi condición

pueden consentir, en prueba de mi autoridad

aquí tienes tu premio. Cinco días te concedo

para que te proveas contra los males

de este mundo y el sexto vuelvas tu odiada espalda

a mis dominios. Si el séptimo día

encuentran en mi reino tu cuerpo desterrado,

será tu muerte. ¡Fuera! ¡Por Júpiter,

que no habrá revocación!

BUFÓN

Buena suerte, rey, si así aún quieres creerte,

marcho a la libertad, y tú en el destierro quedas.

Que los dioses protejan a Cordelia,

que te ama justamente, y es sincera.

LEAR

¡Fuera!!

Sale el Bufón.

(Fin del 1er Flashback)

(Pausa)

LEAR

(Mirando alrededor)

¡Volved! ¿Dónde estáis todos? ¿Juez?

Quiero seguir con el juicio, hasta el final…

Volved, un rey no puede estar solo.

Pausa. Vuelve a entrar el Bufón.

BUFÓN (juez)

¿Señor, entonces es cierto que desterrasteis a vuestro Bufón, tras veinte años a vuestro servicio, sólo por advertiros en contra de vuestras dos hijas mayores?

LEAR

Lo hice, pero no entiendo cómo entonces no sentí

la vergüenza que siento ahora. ¿Qué va a ser de mí, si no me entiendo?

BUFÓN (juez)

(Aparte) (Mis lágrimas se ponen tanto de su parte

que van a estropearme el fingimiento). Prosigamos…

LEAR

Esperad… ¿vos sois mi bufón? ¿No es cierto? Estoy confuso…

BUFÓN (juez)

Prosigamos, señor, acertar en un juicio ayuda a recobrarlo.

¿No es cierto que, un tiempo después de que el bufón fuera desterrado,

-por vos- conocisteis a un nuevo caballero que os brindó su ayuda?

LEAR

Ah, sí… un encapuchado, que había sido bufón también, en otra vida… parecía un buen hombre, no se bien qué hacía, un día me lo encontré paseando por la muralla del palacio…

(2º Flashback) [5]

(El bufón se tapa/disfraza)

LEAR

¡…Caramba! ¿Quién eres tú?

BUFÓN (tapado)

Un hombre, señor, que deambula, por este castillo, sin dueño.

LEAR

¿A quién llamas huérfano de dueño? ¿A ti, o a este castillo?

BUFÓN (tapado)

A mí mi cabeza me gobierna,

aunque el gobierno, a veces,

hace que la pierda.

¿Pero acaso es vuestro este castillo?

LEAR

Tal vez. ¿Y qué pretendes?

BUFÓN (tapado)

Servir al que de mí se fía,

amar al honrado, hablar con el sabio

taciturno, temer al juzgado,

luchar -si no hay más tu tía-

y no comer pescado.

LEAR

¿De dónde sales? ¿Quién eres?

BUFÓN (tapado)

Soy un hombre de buena fe y tan pobre como el rey.

(Aparte) Tapando mi aspecto y cambiando el habla

quizás logre algo bueno, aún con engaños.

Si aún desterrado le ayudo y le sostengo

quizá comprenda su error, y mi talento.

LEAR

Si tú siendo súbdito eres tan pobre como él siendo rey,

desde luego no tienes donde caerte muerto. ¿Qué quieres?

BUFÓN (tapado)

Servir.

LEAR

¿A quién?

BUFÓN (tapado)

A vos.

LEAR

¿Me conoces?

BUFÓN (tapado)

No, pero hay algo en vuestro porte que me hace llamaros señor.

LEAR

¿Y qué es?

BUFÓN (tapado)

No lo se: o bien la autoridad, o bien los años, aunque de unos os sobran

y de la otra andáis escaso.

LEAR

¿Qué sabes hacer, además de bromear sin éxito?

BUFÓN (tapado)

Sé guardar un secreto honrado,

estropear un cuento contándolo

cabalgar, correr, ser brusco dando recados.

Para todo lo que haga cualquiera estoy bien cualificado,

y soy, sobre todo, un diligente con el oído bien afinado.

LEAR

Ven conmigo y ponte a mi servicio, me he quedado sin bufón.

Bien puede un rey sin autoridad tener a un bufón sin gracia.

BUFÓN (tapado)

Pues aunque no tenga, os las devuelvo.

LEAR

Si después de comer me sigues gustando, te quedas para siempre.

Voy a hablar con mi hija. (Sale)

BUFÓN (tapado)

(Aparte) No se por qué, pero amo a mi amo…

supongo que son cosas de bufón.

Y su destino es ahora complicado…

Sin embargo he oído que hay enfrentamientos

entre los ducados de Regan y Goneril,

que a su vez tienen criados

(¿y quién tan encumbrado de Fortuna

no los tiene?), que aún pareciéndolo

informan a Francia, como espías,

sobre la dureza con que ambas han tratado

al anciano rey… Cordelia ahora reina en Francia,

y quizás aún haya una esperanza para Lear,

aunque nadie, salvo Lear, sea el causante de sus males…

(Entra Lear)

LEAR

No encuentro a mi hija Goneril. Tráela, por favor, a mi presencia.

BUFÓN (tapado)

Señor, precisamente, paseando por aquí he oído decir que no quiere veros ni en pintura.

LEAR

¿Cómo!?

BUFÓN (tapado)

Señor, y esto lo decía un caballero vuestro: parece que ha decaído

la cordialidad en la servidumbre y en vuestra propia hija,

y esto coincide con lo que yo me huelo.

LEAR

¡Ah! ¿También tienes olfato?

BUFÓN (tapado)

Y muy bueno. Y toda la historia me han contado.

Se que abofeteasteis al mayordomo de vuestra hija,

después de que él os insultara negándoos

el título de rey que os corresponde.

Y os pido perdón, señor, pero me temo que todo es premeditado.

LEAR

Busca a mi hija y dile que quiero hablar con ella. (Sale el Bufón)

Me está recordando lo que yo mismo pienso. Últimamente he notado una fría dejadez, no provocada, pero igual mi suspicacia es excesiva…

Debo prestar más atención… (Vuelve el Bufón)

BUFÓN (tapado)

Ya he dado orden de llamarla.

LEAR

Mi buen amigo, muchas gracias…

BUFÓN (tapado)

Me las guardo, a ver si crían.

LEAR

Enseguida vendrá, entonces, mi hija, estoy seguro.

BUFÓN (tapado)

Que suerte, yo sólo estoy seguro de la muerte.

LEAR

¿Qué sabrás tú de la muerte?

BUFÓN (tapado)

Fui bufón en otra vida.

LEAR

Ah. ¿Y a qué se debió tu partida?

BUFÓN (tapado)

A un exceso de locura. Pero ahí aprendí

que la verdad es un perro apaleado

en la perrera, mientras que la más perra

duerme, plácidamente, junto a la chimenea.

LEAR

Maldita sea la verdad.

Pausa.

BUFÓN (tapado)

Señor, vuestra hija tarda, ¿quieres oír unas rimas?

LEAR

Si.

BUFÓN (tapado)

Pues escucha:

Guarda más de lo que enseñas,

presta menos lo que tengas,

más caballo y menos piernas,

si más dicen, menos creas,

sé más cauto en tus apuestas,

y no pases de tu puerta,

y verás que así consigues

más de doce por docena.

LEAR

Bufón, eso no quiere decir nada.

BUFÓN (tapado)

Y a nada justamente ascienden ahora tus rentas.

LEAR

Eres un bufón amargo, al igual que lo era el otro.

BUFÓN (tapado)

De tal rey, tal bufonazgo, y yo aprendo muy rápido.

LEAR

Diría que demasiado.

BUFÓN (tapado)

Pero dame un huevo, señor, y yo te devolveré dos coronas.

LEAR

¿Qué coronas?

BUFÓN (tapado)

Las dos cáscaras del huevo, majestad,

después de comerme la sustancia.

Cuando partiste en dos tu corona

hiciste el burro dos veces, desde luego.

Y si hablo como un bufón,

que azoten al que me nombra.

(Canta)

Los tontos ya no hacen gracia

cuando los nobles se atontan,

y al verlos caer en desgracia

hasta las piedras se tronchan.

LEAR

Oye, ¿desde cuándo estás tan cantarín?

BUFÓN (tapado)

Desde que convertiste a tus hijas en tus señoras,

te bajaste el calzón en plena cara y les dejaste que el cetro te agarraran…

(Canta)

el gozo las hizo gemir

y a mí el dolor cantar

de ver así al rey jugar

y entre los pobres morir.

Señor, ponme un maestro: me gustaría aprender a mentir.

LEAR

Prefiero que me digas la verdad. Si mientes, te mando azotar.

BUFÓN (tapado)

Verdad, mentira, da igual:

me azotarán aunque calle.

Pero peor es lo tuyo, señor,

que partiste en dos tu corona,

y el centro no tiene valor…

Ahí viene una de tus mitades.

Es tu hija Goneril.

(Se transforma en Goneril)

BUFON (goneril)

Señor, tengo que hablar con vos.

LEAR

¿Qué pasa, hija? Pareces enfadada.

BUFÓN (tapado)

(Aparte)

El rey era un gigante cuando no se preocupaba

de si su hija se enfadaba, y ahora, vedlo, ya no es nada.

Incluso yo soy mejor que él, soy un bufón,

y él es un cero a la izquierda, pero basta…

mejor será que me calle y haga de Goneril,

que -según recuerdo- traía muy mala cara…

(Canta)

El que no guardó migaja

cuando el hambre nos aprieta

a mendigo se rebaja…

¡Y aquí viene la dieta!

BUFON (goneril)

Señor, los caballeros de vuestro séquito insolente

discuten de continuo, provocando

groseros e insufribles alborotos.

Viendo vuestra inacción entiendo que disculpáis

su conducta e incluso la provocáis, repartiendo bofetadas a mi gente,

lo que, si es así, os lo juro,

no quedará sin censura,

pues aunque esta pudiera humillaros,

será por el bien del país y, por tanto,

un sacrificio de estado.

BUFÓN (tapado)

Se veía…

Un gorrión alimentó

a un pequeñísimo cuco,

que al crecer aprendió el truco…

y al padre decapitó.

LEAR

¿Tú eres hija mía?

BUFON (goneril)

Quisiera que obrarais con la prudencia,

de la que estáis bien dotado, y os libraseis

de los arranques que recientemente

os han hecho cambiar tanto.

[BUFÓN

Hasta el jefe de un tonto ve cuándo el carro tira de la mula.

¡Arre, Lear, que te quiero!]

LEAR

¿Alguno me conoce? Éste no es Lear.

¿Acaso anda así Lear? ¿O habla así?

O bien flaquea su entendimiento, o el juicio

se le ha embotado. ¿Estoy despierto? No, no…

¿Alguien me puede decir qué está pasando?

[BUFÓN

Lo que él mismo se ha buscado.]

LEAR

¿Cómo os llamáis, bella dama?

BUFON (goneril)

Señor, esta locura es del mismo estilo

que vuestras últimas extravagancias. Os ruego

que entendáis bien mi propósito.

Como anciano respetable, debíais ser juicioso.

Mantenéis aquí cien caballeros y escuderos

de alma tan desordenada, libertina e insolente

que nuestra corte, contagiada de sus vicios,

parece un hostal de mala vida. Es pues el deseo

de la que de todas formas hará lo que os suplica,

que reduzcáis vuestra escolta. Y los que continúen

que sean hombres discretos, que sepan contenerse, y conteneros.

LEAR

¡Maldito diablo! ¡Ensillad mis caballos!

¡Reunid mi séquito! ¡Bastarda degenerada!

No pienso molestarte: aún me queda otra hija.

BUFON (goneril)

Golpeáis a mis criados y vuestra chusma

insolente se impone a sus superiores…

LEAR

¡Ay del que tarde se arrepiente!

¡Preparad mis caballos! ¡Ingratitud,

demonio con el corazón de mármol!

¡Mientes, buitre odioso! Mi escolta

la forman caballeros escogidos

que conocen perfectamente sus obligaciones

y ponen todo su empeño en mantener

limpio el alto honor de su nombre.

¡Ah, dios, aquella mínima falta…!

¡¿cómo me pareció en Cordelia tan horrible!?

¡Lear, Lear…! Abre de nuevo la puerta

que separa a las hermanas: la demencia y la razón.

BUFON (goneril)

Reportaos, señor, no estáis ya en la edad de los berrinches.

LEAR

¡Óyeme, Naturaleza! ¡Escúchame, diosa amada!

Renuncia a hacer fecundo a este demonio.

Sécale los órganos de la generación,

y que de su cuerpo envilecido nunca nazca

un niño que la honre. Y, si ha de procrear,

dale un hijo amargo, que viva sólo

para causar tormento y no alegría.

Que el dolor y el gozo de ser madre

se transformen en burla y en desprecio,

para que sienta que la mordedura de una víbora

es un placer, comparado con tener un hijo ingrato. Adiós.

(Inicia salida)

BUFON (goneril)

Id. Pero sabed que he despedido a cincuenta de vuestros caballeros.

LEAR

(Volviendo)

¡Cómo! ¿A cincuenta de mis hombres?

BUFON (goneril)

Sí, era un gasto completamente inútil.

LEAR

Escucha. Me avergüenza que tengas tal poder

sobre mi hombría, y que estas malditas lágrimas

puedan hacerte creer que eres digna de ellas…

Yo te maldigo y espero que la maldición de un padre

provoque heridas incurables en todos tus sentidos.

Ojos estúpidos, volved a llorar por esto

y os arrancaré y os echaré al río

que ablanda ya la arcilla de mi fosa. Sea.

Tengo otra hija, que seguro es amable y cariñosa.

Cuando sepa de esto, clavará las uñas

en tu cara de loba. Ya verás si consigo recobrar

la figura que crees que he perdido para siempre.

BUFON (goneril)

Id con mi hermana, si es lo que os place… Adiós.

LEAR

Adiós. ¡Bufón, amigo! Nos vamos… [6]

BUFON (tapado)

Señor, si tuviéramos el cerebro en los talones,

¿no podrían salirnos sabañones?

LEAR

Es muy posible.

BUFÓN (tapado)

Entonces, alégrate. Tu falta de seso te llevará muy lejos.

LEAR

Dices bien.

BUFÓN (tapado)

Seguro que tu otra hija te tratará como te mereces, pues, aunque se parece a ésta como un limón a una naranja, yo sé lo que me digo.

LEAR

¿Y qué te dices, amigo?

BUFÓN (tapado)

Que serán igual de ácidas.

¿Sabes por qué tiene un hombre la nariz en medio de la cara?

LEAR

No.

BUFÓN (tapado)

Para que esté entre los dos ojos. Así aquello que el hombre no se huele,

al menos tiene la opción de verlo claramente.

LEAR

Fui tan injusto con ella…

¿Están listos mis caballos?

BUFÓN (tapado)

Los están preparando tus burros.

LEAR

Lo recobraré todo por la fuerza… ¡Monstruosa ingratitud!

BUFÓN (tapado)

Abuelo, si fueses mi bufón, te mandaría azotar por ser viejo antes de tiempo.

LEAR

¿Y eso?

BUFÓN (tapado)

Envejeciste antes de ser sensato.

LEAR

No dejéis que me vuelva loco, cielos.

Conservadme la razón, no quiero enloquecer.

Bueno, ¿están listos los caballos?

BUFON (tapado)

Listos, señor.

LEAR

(Dándole un papel)

Pues en marcha. Adelántate tú con esta carta, y la cuidas con tu vida.

A mi hija le respondes solamente lo que pueda preguntarte sobre ese escrito. Muéstrame esa diligencia que dices, o llegaré antes que tú.

BUFÓN (tapado)

Señor, no dormiré hasta haber entregado esta carta, que cuidaré como si fuera mía…

(Fin del 2º Flashback)

BUFON (juez)

(Tira la carta al suelo)

Vuestro nuevo ayudante partió entonces rápido con la carta aquella y vos, luego, os fuisteis, más tranquilo, a ver a vuestra hija, ¿no es así?

LEAR

¿Como fuisteis? No entiendo… ¿Queréis decir que ya la he visto…?

BUFON (juez)

Señor, os metéis tanto en el papel que olvidáis la realidad, y eso no es bueno: pues no queríais enloquecer, lo habéis dicho hace un momento.

LEAR

¿Por qué hablas de locura? ¿Es que crees que ya estoy loco?

BUFON (juez)

Aún no, señor, pero progresáis rápidamente. Estamos recapitulando, todo esto sucedió hace más de un mes… ¿no recordáis?

LEAR

…si, no… pero aceptar que es un recuerdo me hace insoportable este presente. ¿Te gusta ser juez?

BUFON (juez)

…si, no… vos me nombrasteis.

LEAR

Un juez bufón nombrado por un loco. ¿En qué país estamos?

BUFON (juez)

En uno donde reina una monarquía,

y también hereditaria, como la locura,

así que es normal que ésta se transmita.

LEAR

Te pareces mucho a un bufón que yo tenía…

BUFON (juez)

Todos los bufones tienen un algo así

como que los identifica: no son reyes.

LEAR

¿Y Regan, dónde está mi segunda hija? También quiero juzgarla…

BUFON (juez)

Prosigamos.

(Aparte)

Quizás el recordar todo el proceso acabe con su locura,

o quizás lo haga con su alma: es un método arriesgado,

pero no conozco otro, a fin de cuentas soy bufón, no curandero.

(A Lear)

¿Recordáis cuando entrasteis en el castillo de Regan?

(3er Flashback)

(El bufón se pone un cepo en las piernas) [7]

LEAR

No querría, pero lo recuerdo.

Mi pobre séquito, sólo un hombre, al que le daba pena,

me esperó afuera, y yo, necio

entré esperanzado y sólo en el palacio,

y vi que mi mensajero estaba preso entre los cepos…

BUFÓN (tapado)

¡Salud, noble amo y amigo!

LEAR

¡Vaya! ¿A qué juegas? ¿Eres de los que les divierte castigarse?

BUFÓN (tapado)

No, señor. Los caballos se atan por la cabeza, los perros por el cuello, los monos por la cintura y los hombres por las piernas. Pero ya no hace tanto frío como para estas medias de madera.

LEAR

¿Quién confundió tanto tu rango como para ponerte ahí?

BUFÓN (tapado)

Fue vuestra hija.

LEAR

No es posible.

BUFÓN (tapado)

Lo es.

LEAR

No.

BUFÓN (tapado)

Sí.

LEAR

¡Por Júpiter, te juro que no!

BUFÓN (tapado)

¡Por Juno, te juro que sí!

LEAR

Atentar así contra el respeto es peor que un crimen.

Cuéntame de prisa cómo te fue impuesto este trato,

siendo tú mi personal enviado.

BUFÓN (tapado)

Señor, cuando le daba a Regan vuestra carta,

llegó un mensajero, sudoroso, transmitiendo

entre jadeos saludos de su ama Goneril.

Sin prestar atención a mi presencia, vuestra hija

leyó la carta de su hermana, y al ver el contenido

me mandó salir y esperar aquí respuesta.

Luego, ya solo, al encontrar al mensajero

cuya bienvenida envenenó la mía,

y que era aquél, por lo que luego supe,

Majestad, que os negó el título un día,

con más indignación que juicio, desenvainé mi espada.

El alertó a todo el mundo con sus cobardes gritos.

Y vuestra hija juzgó que mi ofensa merecía

la vergüenza que ahora sufro…

LEAR

El invierno no se ha ido todavía,

los gansos vuelan al oeste. Y viene una tormenta.

BUFÓN (tapado)

El padre que viste harapos

tiene siempre hijos ingratos.

Para el padre con dinero

siempre el hijo es zalamero.

La fortuna, puta innoble,

le cierra la puerta al pobre.

En cuanto a tus hijas, señor,

temo que te harán más rico en dolores

de lo que nunca fuiste en posesiones.

LEAR

¡Me ahogo! La ira me sube hasta el corazón.

Calma, tu lugar está ahí abajo. ¿Dónde está esa hija?

BUFÓN (tapado)

Está ahí dentro, señor, con su marido.

LEAR

No me sigas. Espera aquí.

Sale Lear

BUFÓN (tapado)

(En los cepos aún)

¡Descuidad, señor, que no os sigo!

Y tampoco a vuestro noble séquito…

que andará en innoble tránsito,

hacia cualquier parte que no sea ésta.

(Al público)

El loco desde el cepo le da un consejo a los señores:

el caballero que trabaja por la paga

y sirve sólo por la conveniencia,

hará las maletas ante el cónclave de nubes

y te dejará tirado en la tormenta.

Pero yo no, el loco se queda

y deja que huya el gentilhombre,

bribón que al huir en lo opuesto al loco se convierte,

pero yo no huyo, por dios,

pues nada hay en mí de bribón, y sí mucho de loco.

Entra LEAR, con una llave, y libera al bufón.

LEAR

No quieren verme. Están cansados. ¡Indispuestos!

¡Viajaron de noche! Un criado me dijo todo esto

y me dio esta llave… Id, amigo mío, por favor,

y traedme otra respuesta,

antes de que esta se me hiele en la garganta!

BUFÓN (tapado)

Querido señor, ya conocéis el carácter de vuestra hija:

es afable en apariencia, más si el poder la asiste es inflexible.

(Aparte) Para mí, desde luego, es más arpía que la otra.

LEAR

¿Qué carácter? ¿Qué poder? ¡Qué muerte y destrucción!

Bufón, amigo, quiero ver a mi hija Regan en el acto.

BUFÓN (tapado)

Y yo a dios, señor,

pero ambos ya están informados,

y no vienen.

LEAR

¡Por todos los dioses! ¿Es que no me entiendes?

BUFÓN (tapado)

Lo hago, señor, y mejor, por cierto, que a los dioses.

LEAR

El rey quiere ver a la duquesa, y el amante padre

a su hija, a quien le ordena -le pide- su obediencia…

¡Y si es inflexible…! ¡por dios y por mi sangre!

¡…dile a esa rígida duquesa…!

No, espera, quizás ella aún no está bien…

La enfermedad descuida las obligaciones

que la salud cumple a rajatabla. Me precipité al juzgar

como sana a una hija enferma… ¡Maldito sea

mi reino! ¿Por qué encadenaron entonces a mi hombre?

Es todo una patraña. Dile a mi hija que quiero hablar con ella,

y de inmediato, exígele que venga!

BUFÓN (tapado)

Esperad, creo que ya viene gente.

LEAR

¡El corazón se me sube a la garganta! ¡Abajo! ¡Abajo!

BUFÓN (tapado)

Eso, como aquel andaluz que metía las anguilas vivas el horno y les zurraba en la cabeza con un palo: «¡abajo, traviesillas, abajo!». Su hermano fue el que, por cariño a su caballo, le untó en el pienso mantequilla. Aquí llega vuestra hija Regan, ¿recordáis?

Se trasforma en REGAN.

LEAR

Buenos días, hija mía.

BUFÓN (regan)

Me alegro de veros, señor.

LEAR

Te creo, Regan, y sé por qué razón

lo hago: si no te alegrases,

me divorciaría de los podridos huesos de tu madre,

pues yacerían en la tumba de una adúltera.

Te quiero, Regan, pero a tu hermana no.

Es… Apenas me salen las palabras, me ha clavado

un pico afilado aquí, como el de un buitre,

y no podrías creer la frialdad con que su ingratitud

le habla a su padre, como si él fuera un imbécil… ¡Regan…!

BUFÓN (regan)

Señor, por favor, calma.

Creo que más erráis vos al valorarla

de lo que ella falta a su deber.

LEAR

¿Por qué dices eso?

BUFÓN (regan)

No puedo creer que mi hermana sea capaz

de eludir su obligación. Señor, si acaso

refrenó los desmanes de vuestros seguidores,

lo haría por motivos y fines tan sensatos

que la eximen con seguridad de toda culpa.

LEAR

¡Pues yo la maldigo!

BUFÓN (regan)

Señor, sois anciano.

La naturaleza en vos está al borde de su término.

Dejad que os guíe y os gobierne la discreción de aquel

que aprecia vuestra condición mejor que vos.

Volved, os lo suplico, y decidle que habéis sido injusto con ella.

LEAR

¿Pedirle perdón? ¿Te das cuenta de lo que supondría para la familia?

«Querida hija, reconozco que soy viejo.

Y como la vejez ya no hace falta, te pido de rodillas

(se arrodilla) que te dignes darme ropa, cama y alimento.»

BUFÓN (regan)

Basta, señor. Eso es jugar sucio.

Volved con mi hermana.

LEAR

Jamás, Regan. Ha despedido a la mitad

de mi séquito. Sus miradas son tan negras

como su alma, y me ha mordido el corazón,

como serpiente. ¡Que todas las venganzas del cielo

caigan sobre su frente egoísta.

¡Y la peste maldiga ese cuerpo que aún es joven!

BUFÓN (regan)

¡Vamos, vamos, señor!

LEAR

¡Que los relámpagos abrasen sus ojos miserables!

¡Y que el aire impuro que el sol levanta

la llene de llagas y la pudra, hasta que muera!

BUFÓN (regan)

¡Por dios bendito! Lo mismo diréis de mi,

si algún día os llevo la contraria.

LEAR

No, Regan, nunca te maldeciré.

Tu naturaleza tierna nunca será tan ruda.

Tú no sentirás rencor al ver que en mí

el placer habita, ni reducirás mi escolta,

ni hablarás cual verdulera, ni recortarás

mi asignación, ni me cerrarás la puerta

con cerrojos. Conoces bien la medida

de la naturaleza, la obligación de una hija,

las formas educadas, el deber de gratitud…

Tú no has olvidado que la mitad de mi reino fue tu dote.

BUFÓN (regan)

Señor, vayamos al asunto.

LEAR

¿Quién puso a mi hombre en el cepo?!

Toque de trompeta dentro.

¿Qué son esos clarines?

BUFÓN (regan)

Es la señal de mi hermana Goneril; en su carta

avisó que venía de camino, mejor, así hablaremos todos juntos…

(El bufón va hablando con las voces de las dos hijas y asumiendo sus personajes, según)

LEAR

¿Quién humilló a mi emisario? Regan,

quiero creer que no sabías nada…

BUFÓN (goneril)

Buenos días, señor.

LEAR

¿Goneril?

BUFÓN (goneril)

Así es, vengo a hablar con la que es mi hermana, por el bien del reino debemos estar unidas, y más en estos momentos…

LEAR

¡¿No te avergüenza mirar estas canas?

¡Regan! ¡Te atreves a cogerla de la mano!

BUFÓN (regan)

Así es señor, Goneril es mi hermana.

BUFÓN (goneril)

¿Por qué no iba a hacerlo? ¿En qué os he ofendido?

He aquí mi mano. Y aquí he la suya, ¿qué hay de raro?

Somos hermanas.

No es ofensa todo lo que determinan la tontería y la senilidad.

LEAR

¡Por dios, corazón, eres muy fuerte! Y aún aguantas…

¿Quién puso a mi hombre en el cepo?

BUFÓN (regan)

Fui yo, señor. Y aún sus excesos no merecían ese honor.

LEAR

¿Tú? ¿Fuiste tú?

BUFÓN (regan)

Os lo ruego, padre: ya que sois débil, aceptad parecerlo.

Volved con mi hermana, hasta el final del mes,

y aceptad prescindir de la mitad del séquito.

LEAR

¡¿Y por qué no marchar a Francia, e inclinarme

servil ante su rey, que tomó sin dote

a mi hija más pequeña?! También así tendría una vida

denigrante. ¿Volver con Goneril? Me convencerás

antes de que me venda como esclavo

a cualquier bufón miserable.

BUFÓN

(¡Vaya! ¡Muchas gracias!)

BUFÓN (goneril)

Como os plazca, señor.

LEAR

Te lo ruego, Goneril, no me vuelvas loco.

No pienso molestarte, hija. Adiós.

Nunca más nos veremos, ni nos encontraremos.

Pero aún eres mi carne, mi sangre, mi heredera,

o más bien una infección que hay en mi carne

a la que debo, por fuerza, llamar mía. Eres un tumor,

una llaga que supura, una úlcera inflamada

en mi sangre corrompida. Mas no pienso regañarte.

Que la vergüenza te invada cuando quiera: no la invoco.

Enmiéndate cuando puedas y a tu ritmo se buena.

Puedo ser paciente; y vivir con Regan,

yo y los cien caballeros de mi séquito.

BUFÓN (regan)

No exactamente. No os esperaba todavía,

ni estoy preparada para una buena bienvenida.

Haced caso a mi hermana. Señor, ella sabe lo que hace.

LEAR

¿Es cierto lo que escucho?

BUFÓN (regan)

Me atrevo a mantenerlo, señor. ¡Cincuenta caballeros!

¿No os bastan? ¿Para qué más? En una casa,

¿cómo puede vivir en armonía

tanta gente con dos amos?

Es difícil, o imposible…

BUFÓN (goneril)

¿Mi señor, por qué no puedes ser servido

por los que son sus criados, o los míos?

BUFÓN (regan)

¿Por qué no, señor? Si flojean en su tarea,

podemos reprenderlos. Si venís conmigo ahora

-ya que intuyo peligros acechando- os ruego como mucho

veinticinco, a ni uno más daré permiso y cama.

LEAR

Os lo di todo.

BUFÓN (regan)

Y en buena hora.

LEAR

Os hice mis guardianas, mis depositarias,

con una sola condición: que mi séquito tuviera

cien caballeros. ¿He de ir a tu casa, pues,

con veinticinco? Regan, ¿es eso lo que has dicho?

BUFÓN (regan)

Y lo repito, señor: conmigo ni uno más.

LEAR

Los seres perversos parecen hermosos

al lado de otros más perversos: no ser lo peor

también tiene su mérito. Me iré con Goneril,

tus cincuenta son dos veces veinticinco

y tu amor por tanto dobla al suyo.

BUFÓN (goneril)

Oídme, señor. ¿Qué necesidad tenéis

de veinticinco, diez o cinco en una casa

en la que el doble está a vuestro servicio?

BUFÓN (regan)

¿Qué necesidad tenéis de uno, siquiera?

LEAR

¡No discutáis la necesidad! Hasta el más pobre

de nuestros mendigos posee algo superfluo.

Si no dais a la naturaleza más de lo necesario,

la vida humana vale menos que la de una bestia.

Tú eres una dama… si la elegancia fuera sólo ir abrigada

la naturaleza no te daría las ropas que llevas

pues no te abrigan nada. La verdadera necesidad…

¡Cielos, dadme la paciencia necesaria! Y ayudad a este viejo,

miserable, por años y por penas. Si sois los causantes de esta guerra,

no me confundáis hasta volverme manso. ¡Dadme la furia

y no dejéis que las lágrimas femeninas deshonren

esta cara! Brujas repugnantes, me vengaré

de tal modo de vosotras… Aún no se lo que os haré,

pero os haré tales cosas que la tierra las guardará,

aterrada y para siempre, en su memoria. Creéis que voy a llorar,

pero no lloraré.

Fragor de tormenta.

Los motivos me sobran…

pero antes saltará este corazón en mil pedazos

que daros el placer de ver mis lágrimas. ¡Bufón, me vuelvo loco!

(Sale Lear)

BUFÓN (regan)

Se acerca la noche y braman feroces estos vientos.

Apenas hay un arbusto en millas a la redonda…

BUFÓN (goneril)

Pero el daño que a sí mismo se hace el testarudo,

debe servirle de lección…

BUFÓN (regan)

Sí. Tienes razón.

Cerraré las puertas. Debemos protegernos bien de la tormenta.

Sale.

(Fin del 3er Flashback)

 

 

ACTO II

Truenos. Relámpagos. Tempestad. Entra Lear.[8]

LEAR.-

¡Soplad, vientos, y que la furia os desgarre las mejillas!

¡Huracán, diluvio, abatid los campanarios y ahogad a las veletas!

¡Tú, relámpago de azufre que quemas la conciencia

y hiendes a los robles,

abrasa mi cabeza llena de canas! ¡Y tú, trueno que todo lo sacudes,

aplasta para siempre el vientre del mundo!

¡Rompe las matrices de la vida y destruye las semillas…

Entra el Bufón corriendo.

BUFÓN

Señor, no hay tiempo para eso, y además ya lo habéis dicho…

LEAR

¿Cómo?

BUFÓN

El tiempo que venía del pasado se ha juntado

al del presente y ya todo es venidero.

Hace un instante salí afuera, parando el juicio

al que jugábamos con intención de recuperar el vuestro,

y añadiendo estaba mis aguas a las de la tormenta,

cuando vi al conde de Gloster que os buscaba entre la lluvia

para darnos un mensaje: ¡hay que partir con toda urgencia!

¿Señor? ¿Me oís…?

LEAR

Vos, amigo mío, seréis uno de mis cien nuevos caballeros. Pero no me gusta vuestro modo de vestir. ¡Sí, ya se…! es un traje persa, pero que os lo corten bien, y a Regan también, en trozos pequeñitos, para ver por qué tiene tan duro el corazón. Si hay que empezar de nuevo, sea…

BUFÓN

Señor, me ha dicho que piensan atentar

contra vuestra vida. Cordelia, el rey de Francia

y su ejército desembarcaron ayer en Dover,

para luchar contra sus propias hermanas.

Es la guerra. Francia quiere reponeros en el trono.

Gloster nos dejó caballo y carro, y tenemos que

salir al instante para Dover: se ha enviado ya una carta

a Cordelia, contando el trato que recibís de sus hermanas.

En Dover nos darán acogida y protección. Vamos.

Si nos entretenemos tan sólo media hora,

lo pagaremos con la vida, vos y todos los locos

que aún os defendemos. No será una gran pérdida numérica,

señor, pero preferiría que nos fuéramos.

LEAR

Todos me ladran, incluso los perros que no existen, ¿por qué?

¿Ese tal Gloster, cuyo nombre me suena, es mastín, galgo o podenco?

BUFON

Vamos, señor, estáis de un humor de perros,

entrad ahí, en este carro y descansad. Yo llevaré las riendas.

LEAR

Sí, no hagas ruido, que no acudan los perros; ni tampoco los traidores.

Corre las cortinas. Así. Muy bien. Ya cenaremos por la mañana.

Sale Lear

BUFÓN

Claro, y desayunaremos por la noche,

y la próxima vez que habléis,

si los dioses aceptan mi esperanza,

ya habrá pasado todo un día. Descansad.

(Aparte)

Me temo que la farsa de juicio al que le induje

haya sido enfermedad y no remedio,

Temo que por mi culpa haya perdido la razón

y mi alma se llena de negros pensamientos…

Triste historia la de este caballero

nacido rey y madurado en pordiosero.

(Canta subido en el carro, durante el viaje a Dover)

Tengas boca blanca o negra,

así mates cuando muerdas,

galgo, mastín o podenco,

dogo, mestizo o sabueso,

ya seas negro, rubio o cano

no os acerquéis a mi amo

o solo con estos brazos

os haré a todos pedazos.

(Reaparece Lear)

LEAR

Bufón…

BUFÓN

Señor.

LEAR

Esta luz, ¿es la del sol?

BUFÓN

Ya os lo dije, en estas latitudes el tiempo corre muy deprisa.

Estamos muy cerca de Dover. Más el caballo ya está exhausto.

A partir de ahora, es mejor que caminemos.

(Inician viaje a pie)

LEAR

¿Quizás dijiste ayer que le han enviado una carta a mi Cordelia?

¿O era acaso el sueño de un loco?

BUFÓN

Es cierto, así me lo contó Gloster ayer, con gran detalle. [9]

LEAR

Curioso. ¿Y mostró ella algún signo de dolor?

BUFÓN

Sí, mi señor; la tomó en presencia del mensajero

y la leyó; y de cuando en cuando, surcaba su mejilla delicada

una gran lágrima. Parecía ser dueña de su propia emoción,

que, no obstante, buscaba, rebelde, gobernarla.

LEAR

¿Crees, entonces, que se conmovió, esa mujer,

como si fuera una hija mía?

BUFÓN

Sin llegar a la cólera; la paciencia y el dolor se disputaban

el ser la mejor expresión de su belleza.

¿Habéis visto al sol y la lluvia lucir al mismo tiempo?

pues así eran su llanto y su sonrisa, o aún mejores;

el alegre gesto que jugaba en sus maduros labios

ignoraba los peces solitarios que nadaban en sus ojos,

y que de vez en cuando se escapaban, y rodaban,

como perlas cristalinas brotando de diamantes.

Si el sufrimiento fuera siempre tan tierno y tan hermoso,

pronto todos amaríamos la pena…

LEAR

Mi pesar en cambio es feo, viejo, triste y me es odioso.

Pasó ya el tiempo de las hijas y no supe cosechar cuando debía.

BUFÓN

Señor, una o dos veces, según el mensajero,

pronunció Cordelia la palabra padre,

y suspiraba como si le oprimiera el corazón. Gritó:

¡Hermanas! ¡Hermanas! ¡Vergüenza de mujeres!

¡Hermanas! ¡Al padre! ¿Con tormenta?

Sacudió entonces el agua limpia de sus ojos,

y con ella humedeció su queja;

y luego los cerró,

para estar a solas con su pena.

LEAR

Las estrellas, que están sobre nosotros,

rigen nuestra naturaleza;

si no, hombre y mujer nunca podrían

engendrar tan diferentes criaturas.

Jamás volveré a ver a mi hija Cordelia, te lo digo.

BUFÓN

¿Por qué, mi buen señor?

LEAR

Por vergüenza.

Mi propia crueldad la desposeyó de bendiciones,

la expulsó a suertes extranjeras, y entregó

lo suyo a dos arpías con el corazón de perro.

Siento hacia mí mismo tanto odio

que jamás podré ofender a mi hija, otra vez, con mi presencia.

BUFÓN

Pero señor…

LEAR

Jamás… [10]

BUFÓN

Conozco a ciencia cierta que vuestra hija desea veros…

LEAR

¡La muerte conocerás si no te callas!

BUFÓN

Sea, más antes de marchar le dijo al mensajero:

Enviad cien hombres;

buscad entre la maleza sin dejar un solo campo

y traedle que le vea.

Quien le cure tendrá toda mi riqueza.

Secretos de los dioses, remedios ocultos

¡brotad con mi llanto de la tierra!

Buscad, buscadle, no sea

que su indómito delirio malogre una vida

que ya no quiere regirse por sí misma.

¡Ojala pronto le vea! [11]

Y quizás se cumpla su deseo, señor.

Debemos andar cerca ya de su campamento,

donde vuestros sufrimientos hallarán remedio.

(Lear intenta huir, el Bufón lo sigue y se lo impide)

LEAR

¡No! Soy libre. No me pueden detener por acuñar lágrimas. Soy el rey. Y lo que nace no se hace, aunque lo que mal se hace deshace lo que nace…. Déjame, soldado, toma tu soldada y ve a morir tranquilo. El horizonte está ahí, a una vara de distancia. Saltaré, como un ratón, y me saldré del mundo, pues ya me cansé de ser gigante…

BUFÓN

Señor…

LEAR

Alto. La contraseña.

BUFÓN

Un caldero de tisana.

LEAR

Adelante.

BUFÓN

Señor, descansemos, pues, un momento,

vuestro cuerpo está cansado y sin su apoyo

vuestra razón vacila…

LEAR

Vacila mi razón… ¡Y tú eres Goneril, pero estás calva! Todos me adularon como perros, diciendo que mi barba siempre fue blanca. y no, decían, siguiéndome la corriente, falsos dioses. Los pillé cuando llovía, y tiritaba y el trueno no cesaba, aunque yo se lo pedía. Sí,

ahí me di cuenta, no eran de fiar, el rey todo lo puede, me decían,

y mírame, no puedo ni dejar de tiritar.

BUFÓN

Descansad, Majestad, el término del sufrimiento ya se acerca.

LEAR

Majestad, sí… y más que nunca.

Si miro ceñudo, todo el súbdito tiembla. (Ríe)

A ése le perdono la vida. ¿De qué se te acusa?

¿De adulterio? No morirás. ¿Por adulterio!?

Bah, el gorrión goza y hasta la mosca dorada

se acopla en mi presencia. ¡Que cunda el fornicio

y la lujuria, me hacen falta soldados!

Mirad esa beata, cuyo frío

presagia nieve en la madriguera,

que simula virtud y mira hacia otro lado

cuando oye hablar del gozo…

Ni la puta, ni el semental más plantado

se deleitan con mayor alborozo.

Son faunos de cintura para abajo,

y mujeres por encima. Herederas

de diosas en lo alto, en sus cuevas

cobran vida los demonios que resultan,

a la postre, ser mis hijos…

Son el infierno, las tinieblas, el pozo sulfúreo, ardiendo, quemando, peste y podredumbre. ¡Qué asco! Boticario, dame una onza de lavanda, que perfume la imaginación. Aquí tienes dinero.

(Le da unas monedas al Bufón)

BUFÓN

Os beso la mano, señor, y…

LEAR

Antes deja que la limpie; huele a muerto.

BUFÓN

Y ahora, vamos, dejad que os lleve al campamento de Cordelia.

LEAR

Cordelia… Junto al mar el sol deslumbra, quizás me quede ciego.

Un viejo loco y ciego es ya un gusano.

BUFÓN

No os quedareis ciego. Allí veréis mejor el mundo.

LEAR

¿Estás loco? Sin ojos se ve mejor cómo va el mundo.

Escucha a un juez que a un simple ladrón maldice.

Cierra los ojos… ¿quién es quién, ahora? ¿No lo sabes…?

Pues ahora es cuando no te engañas.

¿Has visto a un perro guardián hacer huir a un mendigo?

BUFÓN

Sí, señor, y muchas veces.

LEAR

¿Y de un perro callejero, huirá el mendigo? (niega) Ahí lo tienes,

la autoridad: al perro le obedecen tan sólo por el cargo.

¡El banquero denuncia al ratero más simple!

Los harapos nos dejan ver los grandes vicios;

los trajes y las togas nos los tapan.

Cubre al pecado con planchas de oro

y la lanza de la ley se partirá sin daño,

envuélvelo en andrajos, y el simple dardo

de un pigmeo lo traspasará, y hará pedazos.

Nadie es culpable, nadie. Los absuelvo a todos.

Créeme, amigo, tengo el poder

de sellar los labios del que acusa…

(El bufón le retiene para que no salga)

Déjame ir, ahora veo mejor de lo que antes veía.

BUFÓN

(Aparte)

Qué mezcla de razón e incoherencia.

El juicio ahora habita en la locura.

LEAR

Si queréis llorar mi desgracia, os puedo dar mis ojos.

Allí, frente a Cordelia, le mantendrán húmedos los labios.

Te conozco bien; eres mi bufón, mi más querido,

aunque de ti solía reírme todo el tiempo.

Ten paciencia: la primera vez que respiramos,

gemimos y lloramos, más de inmediato

comenzamos a engañarnos… Estoy cansado. Tengo sed.

BUFÓN (Preparando un bebedizo somnífero para Lear)

(Aparte)

Pobre anciano. No accederá a ir al campamento de Cordelia, donde se halla su única esperanza. Su locura es aún demasiado cuerda. Sin embargo la cura de la naturaleza, Bufón, es el reposo, que ahora se le niega. Quizás pueda provocarlo con estas hierbas soporíferas que tomé prestadas al boticario de Cordelia, y cuyo poder sabrá cerrar sus ojos.

(A Lear)

Bebed, señor, esta infusión de hierbas refrescantes, pues el calor aprieta.

LEAR (Lear bebe)

Voy a explicarte el mundo. ¡Atención!

Al nacer, lloramos por haber… Bufón,

¡qué buen sombrero! Sería una treta sutil herrar con fieltro

un escuadrón de caballería. Haré la prueba

y cuando en silencio rodee a mis yernos

y a mis hijas: ¡muerte, muerte, muerte, muerte…!

BUFÓN

¡Señor! Mirad allí, entre los árboles. La niebla que se alza

deja ver ya el campamento de Cordelia. ¡Venid! Vamos.

LEAR

¿Allí? ¿Es que no hay huída?

Nací juguete de la suerte. ¿Y nadie me defiende?

¿Estoy solo? Trátame bien, bufón, habrá rescate.

Viéndola podría derramar amargas lágrimas

y regar un jardín con tanto llanto.

Pero será mejor que me vaya. (Intenta huir) No puedo.

Quizás mis manos por fin me hayan partido la cabeza.

(Lear se derrumba inconsciente. El Bufón lo toma en sus brazos)

BUFÓN

Secretos puros, ignorados remedios

de la tierra, ¡ayudaos con mi llanto!

Socorred y sanad a un hombre bueno

en su congoja. Ahora duerme. (Mira al horizonte)

La batalla entre Francia e Inglaterra

está empezando. Y de ella depende también

el destino de este hombre. Afuera somos corchos miserables

flotando en la tormenta, y llenos por dentro de gusanos.

Difícil tarea vencer en ambos frentes.

De momento el resultado de la lucha es aún incierto,

así que, vamos, es necesario que es reunáis cuanto antes con Cordelia…

Tanto confío en la acción benéfica de ese encuentro,

que me parece escuchar ya el eco del prodigio…

(Asume el papel de Cordelia)

LEAR (Hablando en sueños aún)

¡Es tarde! ¡Esta farsa debe terminar! ¡Ya no lo soporto más! [12]

BUFÓN (cordelia)

Padre, soy Cordelia, bendito el bufón que ayer te trajo hasta mi lado.

Has dormido muchas horas. Dejad que os mire.

Ojala la curación viva en mis labios y este beso

ayude a reparar en vos todos los daños.

Aunque no hubieras sido su padre, este cabello blanco

reclama compasión. ¿Quién expondría este rostro al cuchillo

helado de los vientos? Yo te hubiera dejado quedarte aquella noche

junto al fuego, aunque hubieras sido el peor de mis enemigos.

Y tú, padre, fuiste obligado a refugiarte entre los cerdos,

a dormir entre la paja mohosa y afilada… Es maravilla

que conserves aún tu aliento y tu conciencia… te mueves.

¿Despiertas? ¿Cómo está mi rey y señor? ¿Cómo estáis, Majestad?

LEAR

Me hacéis daño al sacarme de la tumba.

Tú eres un alma cristalina, y yo me hundo

atado a una rueda de fuego por mis lágrimas

que me abrasan como el plomo cuando funde.

BUFÓN (cordelia)

¿Me conocéis, señor?

LEAR

Sí. Eres un espíritu. Tú ya has muerto.

BUFÓN (cordelia)

(Sonriendo)

Aún desvarías, señor. Falta mucho para eso.

LEAR

¿A dónde he ido? ¿Dónde estoy? ¿Es ya es de día?

Estoy un poco confundido. Creo que si viera a alguien

que estuviera como yo, me daría mucha pena. No se qué decir.

No se siquiera si estas son mis manos, veamos,

sienten el dolor. Me gustaría saber cuál es mi estado.

BUFÓN (cordelia)

Miradme, señor, y dadme vuestra bendición,

con vuestras manos. ¡No os arrodilléis, señor, os lo suplico!

LEAR

No te burles, te lo ruego.

Estoy un poco loco, y soy muy viejo,

más de ochenta años, ni uno menos, y en serio,

creo que no estoy del todo en mis cabales.

Tengo la impresión de que debería conocerte,

pero estoy confuso, sobre todo ignoro qué lugar es este,

y por mucho que lo intento no recuerdo por qué llevo estas ropas,

ni donde me acosté la última noche. No te rías,

porque, por absurdo que parezca, me parece

que fueras mi pequeña hija Cordelia.

BUFÓN (cordelia)

Y lo soy, lo soy.

LEAR

¿Son húmedas tus lágrimas? Sí, así lo siento. Por favor, no llores.

Si tienes un veneno para mí, lo tomaré. Sé que no me amas,

porque tus hermanas, recuerdo, me hicieron mucho daño

sin tener motivo, y tú en cambio lo tienes, y bien cierto.

BUFÓN (cordelia)

Ningún motivo, señor, ninguno.

LEAR

¿Estoy en Francia?

BUFÓN (cordelia)

No señor, en vuestro reino.

LEAR

No os burléis.

BUFÓN (cordelia)

No lo hago, por desgracia. Estamos en lo que fue un día

vuestro reino: yo he intentado devolvéroslo

y fracasé. No hay tiempo ya para mentiras,

aunque sean piadosas, mi señor, padre mío, lo siento…

La batalla terminó, y hemos perdido.

Nuestro campamento arrasado, nuestras gentes,

muertas, o desaparecidas. Del bufón ya nada se,

ni de los míos. Vos y yo estamos en prisión.

Y no se qué será mañana de nosotros.

LEAR

Ya recuerdo… Y soy yo el que te encerró con llave.

El dolor agranda la garganta, y aumenta su cabida.

¿Pero tendrá límite?

BUFÓN (cordelia)

Voy a pedir a mis hermanas, vuestras hijas, que nos reciban. [13]

No por mi, que me atrevo a desafiar a la mismísima fortuna,

si no por vos, rey abatido y enfermo, me siento yo abatida…

LEAR

No, no, no. No quiero verlas.

No lo soportaría.

Quedémonos en esta cárcel.

Cantaremos juntos, como los pájaros en su jaula.

Cuando me pidas la bendición, yo de rodillas

te pediré perdón, y así viviremos,

y hablaremos y contaremos e inventaremos

las historias, y nos reiremos de los nobles,

y de los chismes de la corte, del fracaso y del triunfo,

y descubriremos así el misterio de las cosas,

como si fuéramos espías de los dioses

y entre cuatro paredes encerrados, en la cárcel,

llegaremos mucho más lejos que aquellos poderosos,

que a merced de la luna se alzan, primero, y luego se derrumban…

BUFÓN (cordelia)

No, dejadme, he de intentarlo,

me odiaría a mí misma si no voy.

LEAR

¡No, no, mi alondra! No vayas. No me dejes. Es peligroso.

Tus hermanas no son humanas, no se quién dentro de mí

las engendró en tu madre… son bestias rojas que devoran

a los pájaros. Incluso a mí, que un día fui un ciervo poderoso,

me han convertido en un ratón. No vayas.

BUFÓN (cordelia)

Padre, hacedme caso esta vez.

Dejad que vaya, os lo suplico.

LEAR

Ve.

(Sale Bufón (cordelia))

Me siento tan cansado… Más

si he recuperado el amor de Cordelia

entonces, para mí, el mundo aún puede salvarse.

Quien quiera separamos, habrá de traer

al cielo mismo en brasas y ahuyentarnos como a sombras

que escapan de la hoguera.

Sin embargo un presentimiento oscuro me ronda el alma,

¡Vuelve, Cordelia, quédate conmigo!

Aún puedo imaginar cosas peores,

y en cada segundo que transcurre

me parece que pasaran largas horas…

(Cierra los ojos. Pausa. Ruido fuera.

Entra el Bufón, de bufón.)

BUFÓN

¡Señor!

LEAR

¿Eres realmente tú, bufón? ¿Estas vivo?

BUFÓN

Sí, os hemos buscado durante toda la noche.

LEAR

¿Quiénes? El ejército de Francia, el de mi querida Cordelia,

ha perdido la batalla. ¿Quién entonces me buscaba? ¿Y cuántas horas llevo aquí?

BUFÓN

La fortuna, loca incierta, ha girado su rueda nuevamente. La salvaje ambición de vuestras hijas Regan y Goneril se ha cebado ahora en ellas mismas. La segunda ha envenenado a la primera, cegada por su deseo de poder, al tiempo que intentaba igualmente asesinar a su marido el duque. Sin embargo al saber que sus planes repugnantes habían sido descubiertos, se ha suicidado. El duque, al que el horror de estos actos ha conseguido despertar de su ceguera, ha decidido liberar al rey de Francia e intentar devolver el reino de Inglaterra a su legítimo dueño, para evitar nuevas guerras. Por eso os buscábamos, majestad. ¿Dónde está Cordelia?

LEAR

Marchó a pedir clemencia a sus hermanas,

pero no se bien cuánto hace de eso…

BUFÓN

¡Suerte negra!

LEAR

Se la llevaron por allí…

BUFÓN

Tengo aquí todas las llaves de esta prisión. Vayamos raudos

y esperemos que los dioses la protejan…

(Salen)

(Pausa)

(Ruidos de puertas, que se abren y se cierran)

 

[14] Lear entra con el Bufón (Cordelia) en los brazos, muerta)

¡Gritad, gritad, o es que sois todos de piedra!?

Si tuviese vuestra lengua

la bóveda del cielo estallaría con mis gritos.

Se ha ido. Sé cuando uno vive

y cuando muere. Y Cordelia está muerta, ya, como la tierra.

Prestadme un espejo, si su aliento lo empañara

viviría…

Esta pluma se mueve, ¡vive! ¡Esta alegría

vale por todas las penas de mi vida. Por favor, calma…

No se mueve.

Tenía una voz suave, dulce y gentil:

algo digno y delicado en una dama.

Estrangulé al sucio patán que la colgaba.

¿Pero llegué tarde…?

Vamos, mi amor… Mi amor,

¿no tienes vida? ¿Verdad?

¿Para qué vive un perro, un gato, o una rata,

si tú ya no respiras…?

¡La peste os lleve a todos, asesinos, traidores!

¡Lear, Lear!

Maldito sea el aire.

(Muere)

BUFÓN

Y así muere el Rey Lear, de tristeza,

frente al cuerpo sin vida de su hija,

tras comprender que la muerte de Cordelia

fue obra suya, de su error y su ceguera,

en esta historia más triste quizás que verdadera.

Y desde luego nada fiel a la leyenda original.

Pues aunque haya errores de los que el hombre

no pueda redimirse por sí sólo, quizás sí pueda por aquello

que vive sólo en los que le contemplan…

Si eso fuera así, si dejamos un lugar no a su virtud,

si no a la mirada cálida de los que le rodean,

bien podría Lear, quizás, volver a entrar en esta escena…

robando al tiempo -un minuto escaso- en el cenit de la tragedia…

(Lear se adelanta y toma en sus brazos al Bufón (Cordelia).

LEAR

¡Cordelia vive! ¡Aún respira! ¡Mirad!

Benditos sean los dioses y maldito yo

por dudar de su conciencia.

Este regalo vale más que mi vida entera,

y más que la del patán que la colgaba,

al que estrangulé, y justo a tiempo, un minuto más…

y no puedo siquiera imaginar la escena.

Cordelia, estamos libres, tus hermanas han muerto,

y el duque nos devuelve lo que es nuestro,

y que tan mal supe administrar un día…

BUFÓN (Cordelia)

Padre…

LEAR

Cordelia, jamás tuvo nadie una ocasión mejor,

para comprender el vacío que hay al final de esta carrera,

y cómo el pasado se hunde, fantasmal, en el olvido,

y es sólo el futuro, la carne y la energía

a la que uno abrió las puertas lo que cuenta

al final de una existencia. Y eso para mí es Cordelia.

Mis errores morirán conmigo, más lo bueno que hice,

si algo hubo, me sonríe. No es tu sangre, es tu calor

lo que me da fuerzas para superar la locura,

y la vergüenza de ser un pobre hombre.

BUFÓN (Cordelia)

Mi señor, la vergüenza nace con la sangre y con el barro,

y no hay cuna que se libre. Vivid en paz, pues vos mismo

hallásteis el antídoto. Y si es cierto que sentís mi calor,

que lucha por curaros, nada hay que pueda hacerme más dichosa.

Del futuro nada se, me basta con ser tan solo vuestra hija.

(Se abrazan)

 

Epílogo

REY LEAR

Y solo resta ya escoger entre la muerte y el perdón,

dos finales tan opuestos que se excluyen… en apariencia.

Igual que la luz aparenta ser enemiga de las sombras,

y el rey parece el padre del que nacerá el bufón.

BUFÓN

Cuando es un bufón, en realidad,

el que alienta siempre bajo un rey.

LEAR

Así pues, escoged el final que más os plazca:

ambos son igualmente necesarios.

BUFÓN

A todos nos gusta la esperanza

que al espíritu enaltece…

LEAR

Aunque es siempre la templanza

ante la muerte lo que nos ennoblece.

OSCURO y FIN

[1] Escena 3.2, en el original. En esta adaptación, la numeración de escenas se refiere siempre al texto original In Folio de 1623. Cuando no sea así, aparecerá especificado.

[2] Escena 3.4, en el original

[3] Escena 3.6, en el original.

[4] Escena 1.1 en el original

[5] Escena 1.4, en el original

[6] Escena 1.5, en el original.

[7] Escena 2.2, 2ª parte, en el original.

[8] Escena 3.4, en el original.

[9] Escena 4.3 (Q), en el original, fundamentalmente narrativa. (Sólo existe en el Quarto de 1607; estando suprimida en el Folio de 1623).

[10] Escena 4.3 (F), en el original.

[11] Escena 4.5, 2ª parte, en el original.

[12] Escena 4.7, en el original.

[13] Escena 5.2, en el original.

[14] Escena 5.3, final, en el original.

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