de Diego de Figueroa y Córdoba (atribuida a Agustín Moreto y Cabaña)
Versión y adaptación a 14 personajes (11 en el original), de Julio Salvatierra
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Personajes:
(Todos, salvo los indicados específicamente, tienen entre 20 y 25 años)
FÉLIX, estudiante de Derecho.
TRONERA, ídem, amigo del anterior.
REQUENA, amigo de Félix.
ELENA, estudiante de Filología.
JUANA, ídem, amiga de la anterior.
MANUELA, estudiante de Empresariales.
FERNANDO, estudiante de Medicina, hermano mayor de la anterior.
ORTIZ, estudiante de Derecho, pero amigo de Elena y Juana.
PAULA, dueña, viuda, (35-40 años) de la Posada-Residencia para estudiantes de las Conchas, sólo para chicos.
INÉS, trabajadora del servicio de habitaciones de la Posada.
LUCÍA, limpiadora al servicio de la familia de Manuela y Fernando.
Nuevos personajes:
PEDRO, maestro carpintero.
JUAN, oficial carpintero.
SEGISMUNDO, carpintero raso.
La escena es en Salamanca, quizás hoy.
JORNADA PRIMERA
Escena primera
Calle a la entrada de la Posada de las Conchas.
ELENA y JUANA, vestidas de hombre; ORTIZ.
(Romance e-a)
ELENA Vamos, Juana.
JUANA ¿Puedo hablar?
ELENA Sí. Ortiz. (le hace un gesto de que venga)
ORTIZ Aunque no entienda
nada, y me duela la ijada,
la tos, la gota y la piedra,
tu amigo soy, y gallego,
y he de seguirte aunque fueras
al Cairo o las Filipinas.
JUANA Por no reventar, es fuerza
(pues una Juana callada
es mucho si no revienta)
hacerte aquí una pregunta.
ELENA Ya la espero, como sea
breve y del caso.
JUANA Pues dime,
de una vez ya, Elena
de Guevara, ¿qué motivo
te ha obligado, con tal priesa,
a que salgas de Madrid,
dejándolo todo a medias?
¿Y echando voz de que vienes
a qué se yo que verbena,
antes de tiempo, corriendo,
nos lías y nos arreas
de nuevo hasta Salamanca,
cuando el curso aún no comienza?
¿Y además me haces vestirme
de varón –o lo que sea
esto que llevo tan raro–
sacando con desvergüenza
regio traje para ti
y para mí esta chaqueta
que es más saco de patatas.
Sin darnos una respuesta,
ni decirnos las razones
prosigues de esta manera
a colarte en residencia
de hombres; sin ver que arriesgas,
que en el porte poco recio
nos conozcan como hembras,
y que quizá el portero
nos zurre hasta darnos pena
por embaidoras de leyes
y adúlteras de la escuela…
Sabes que somos leales–
¡venga ya, vamos, Elena!
dinos ya ese motivo
que a tal arrojo te empeña,
o si no, adiós, que me largo;
porque tenerme suspensa
sin decirme, amiga…
ELENA Quieta.
Os lo diré. Ya te acuerdas
que mi padre, don Fernando
de Guevara, que Dios tenga,
habrá que enviudó seis años,
quedando por heredera
única en su casa yo.
JUANA Más, en vida, se comenta
que tu padre bien guardaba
en la clausura secreta
de su casa tu hermosura…
¡como si fueras tu abuela!
ELENA Sí, mas… Juana, como sabes
al tiempo que estaba fuera
de casa mi padre, alguna
vez me fui a alguna fiesta
–no a muchas y todas buenas,
tranquilas y recoletas–
y resultó que una tarde
(aquí mi desdicha empieza)
miré a un tal Félix de Vargas.
Ya presumo que te acuerdas
de un caballero estudiante
que vive en la misma acera,
a dos casas de la mía.
JUANA Ya le he visto, y aunque es buena
la presencia, quedará
pronto calva su cabeza,
es engreído, presume
de manos, y en vez de piernas,
anda sobre dos alambres,
que adelgazan, mas no quiebran.
ELENA Vile y me sentí curiosa…
De curiosa pasé a atenta,
la atención llegó a cuidado,
y el cuidado de manera
en el pecho se introdujo,
que le entregué, loca y ciega,
a pocos lances el alma
y aun la voluntad entera.
Murió mi padre en efecto
y, libre de su dureza,
de este Félix me propuse
averiguar con secreta
cautela sus propiedades,
su entendimiento, y si era
el alma de tan buen aire
como el talle; y con aquesta
resolución, le pedí
a Ortiz que con diligencia
–pues con él comparte Félix
carrera, aula y escuela–
se informase de su vida.
ORTIZ Y haciendo lo que me ordenas,
amiga mía, pues sabes
que nada le niego a Elena,
a pocos lances hallé
que aunque el tal Félix era
galán, dispuesto y discreto,
deslucía aquestas prendas
con tener una faltilla;
y es, que por influjo o lema
aborrece las mujeres,
y con fingida apariencia
las festeja, las obliga,
las sirve y las galantea
hasta que caen en la trampa
y en un sanctiamen las deja,
muy burladas y muy finas,
a la luna de Valencia.
ELENA Tuve, en fin, esta noticia,
y lo que servir pudiera
de escarmiento a mi cuidado,
fue cebo de mi imprudencia.
Y gracias a Ortiz sabiendo
que en esta ilustre academia
de Salamanca estudiaba
–como tú y yo, compañera,
él Derecho y nos torcido,
que la Lengua ya no cuenta.
Y sabiendo que vendría
este curso a residencia,
en la posada que llaman
de las Conchas, que no acepta
a pesar, Juana, del nombre,
dar de dormir a las hembras,
por ser sólo para hombres,
(antigüedad tan tremenda
que del Barroco parece
y no de la época nuestra),
mas la dueña es una viuda
joven con ideas viejas.
Pues tras pensar todo esto
(sin romperme la cabeza)
determiné pues (¡ay triste!),
loca, enamorada y ciega,
seguirle en aqueste traje.
Y en su misma residencia
que las dos tomemos cuarto,
de modo que así yo pueda
empeñarle en mi amistad,
y siendo espía secreta,
averigüe cautelosa
si es verdad lo que se cuenta
de este aprendiz de Don Juan;
y procure mi cautela
empeñarle en la noticia
de mi valor y belleza
–y de mi hacienda, que, en fin,
nunca la rica fue fea.
Y si advierto, si conozco
que aquesta plática acepta,
puesto que, acabado el curso,
es fuerza que a Madrid vuelva
allí sin duda podré,
sin temor a una sorpresa,
amiga Juana, con calma…
coger alegre y contenta
el fruto de la esperanza
que aquí sembró mi cautela.
JUANA Digo que en toda mi vida
vi tan extraña quimera
ni tan difícil empeño;
más no me sorprende Elena
¡porque estás como una cabra!
Pues aunque todo suceda
como dices, que no es fácil
te pones en contingencia
de que viéndote en Madrid,
reconozca por las señas
que en Salamanca eras hombre,
y al ver una acción tan ciega
como venirle siguiendo,
Elena, desta manera,
te mande a freír puñetas.
ELENA No creí que eras tan necia.
Siendo la mujer que soy,
¿no he de inventar lo que pueda
desmentirle esa aprehensión?
JUANA Si ya sé yo que aunque honesta,
si la comparas contigo
a aquella maldita vieja,
la famosa Celestina,
no te llega a media pierna.
ELENA Aguarda; que hemos llegado,
si no me engaño, a la puerta
de la Posada las Conchas,
y en ella veo una papela.
JUANA ¿La inscripción estará abierta?
ELENA De ahí venir con presteza.
Entremos ya. Toca el timbre.
ORTIZ Me he de lavar la cabeza,
me voy a casa.
JUANA ¡Cobarde!
(Vase Ortiz)
Escena II
(Calle a la entrada de la Posada de las Conchas)
PAULA, INÉS, ELENA, JUANA.
PAULA ¿Quién llama con tanta priesa?
JUANA (Aparte) Pues sí que es joven la viuda
aunque luce cara seria.
(A Paula) Son dos buenos estudiantes
de Madrid, que ver desean
un cuarto que aquí se alquile.
PAULA Antes de entraros es fuerza
que sepáis el reglamento:
aquí mujeres ni media,
silencio desde las diez,
caballeros, que no acepta
esta casa a mala gente.
JUANA Pues cuando a usted le parezca
firmaremos reglamentos;
y en tanto, dénos licencia
para ver si es bueno el cuarto.
ELENA Yo le prometo nobleza
y buen hacer, pues venimos
–informados de las reglas–
a vivir aquí en las Conchas,
donde sabemos se hospeda
tan sólo gente muy buena.
PAULA Vuestra ropa me dijera
que lo sois, pero tu cara
(Aparte ¡No vi tan rara belleza!)
me informa además que tú
eres de distinta esfera
que este otro.
JUANA (Aparte.)
¡Ya esta viuda
al verla se hace jalea
y se almibara; yo apuesto,
si Elena en su casa queda,
que no le falte este invierno
frazada!
ELENA Saber quisiera
el precio del cuarto.
PAULA Eso
no es del caso, haced que vengan
las maletas; que la casa
y su dueña serán vuestras,
sin hablar en intereses.
JUANA (Aparte.)
La mujer sin resistencia
está perdida, clavóse.
Si Elena no fuera hembra,
ya tenía en Salamanca
casa, moza y mesa puesta.
ELENA Siempre estaré agradecido
a tal favor.
PAULA Inés, lleva
luego a estos dos jóvenes
a los cuartos, que los vean;
que estimaré, como es justo,
que muy bueno les parezca,
porque se queden en casa.
(Aparte El mozo es como una perla;
mucho será no abrasarme,
teniendo el fuego tan cerca.)
Adiós.
(Vase.)
INÉS Seguidme los dos.
(Entran por una puerta y salen por otra.)
Escena III
Habitación de Elena en la posada de las Conchas.
INÉS, ELENA, JUANA.
INÉS (A Elena)
Aquesta primera pieza
será la sala y estudio;
y en esta alcoba pequeña
la cama puedes poner;
(A Juana) Y dando al pasillo vuelta
está el cuarto para ti.
ELENA Sí, como dices, aquesta
pieza es la última del cuarto,
¿adónde sale esta puerta
que aquí miro condenada?
INÉS A una finca más pequeña
que va a dar a la otra calle,
adosada a espaldas desta,
y que es finca con dos pisos.
JUANA ¿Cómo, si sale esta puerta
a otra finca, según dices,
tiene tan flaca defensa
como una débil cerraja?
INÉS No te preocupes ni temas,
porque aquesta puerta sale
a una vía muy secreta
que va a dar directa al bajo
de aquesta finca pequeña
y adosada que os he dicho.
Y aunque hay en las rejas puestas
cédulas para alquilarle,
ha días que no se arrienda;
y a esta puerta se ha de echar
un tabique cuando venga
inquilino que lo ocupe.
De hecho ya está una empresa
de un carpintero avisada.
(Aparte Y un mozo que en ella espera
el trabajo para verme).
JUANA ¿Y en esta finca que cuentas
por acaso vive alguno
en esa planta primera?
INÉS En el primer piso viven,
de la familia Contreras,
los dos hijos: él, Fernando
y ella, llamada Manuela,
una mujer muy dispuesta
que en donaire, en gentileza,
hermosura, gala y brío
la llaman a boca llena
el fénix de Salamanca,
pues parece ser que, fuera
de ser tan bella, es muy rica,
y diz que su padre cuenta
con un patrimonio enorme
mas ella, honrada y discreta,
nada admite, por decir
que tiene afición secreta
sólo a un tal Félix de Vargas.
ELENA (Aparte.)
¿Qué es esto que escucho, penas?
INÉS Un gran muchacho, estudiante,
de Madrid, a quien espera
hoy la patrona, que posa
en esta casa, por señas
que es su cuarto este de enfrente.
ELENA Y decidme (Aparte.) (Yo estoy muerta),
¿ese gran muchacho paga
de esa joven la fineza?
INÉS Siendo tan linda, sería
hacer costosa experiencia
de necio si no la amara.
los vientos bebe por ella;
que aquí en casa lo sabemos.
ELENA (Aparte.)
Déte el cielo malas nuevas;
que así me has muerto.
JUANA (Aparte.)
La Inés,
sin basca, arcada ni flema,
vomitó todo el secreto.
por Dios, que Elena se queda
hecha un matachín.
INÉS Adiós
Y decidme, ¿qué respuesta
he de dar a la patrona?
ELENA Decidle que nos contentan
los cuartos, y que ahora
traeremos las maletas,
y adiós.
JUANA Escucha Inés,
aquí me tienes, acepta
al estudiante Mendrugo
–pues compartimos vivienda–
como un pequeño regalo
envuelto en funda casera
para aquello que te sirva.
INÉS Más propiamente pudiera
servir, con esa chaqueta,
de muerto en un funeral.
JUANA Mira que, a falta de tortas,
niña, si el hambre te aprieta,
no es mal bocado un mendrugo.
INÉS Sepa el bribón que estoy hecha
a perdices y capones.
JUANA Bien está, mas será fuerza
usar pan para bajarlos…
INÉS Amigo, en esta mesa
rallamos a los mendrugos.
Busca otra, y Dios te provea.
(Vase Inés)
Escena IV
(Habitación de Elena en la posada de las Conchas)
ELENA, JUANA.
ELENA ¿Juana?
JUANA ¡Ay, Elena!
DONA ELENA ¿Qué dices
de mi suerte?
JUANA Que esta necia,
sin querer, te ha destruido.
Mas, buen ánimo, y no creas
que tu Félix quiere bien
a esa que llaman Manuela,
cuando a todas las engaña.
ELENA Siendo tan buena y tan bella,
tan rica y con tanta dote,
es preciso que yo tema
que, cuando no por cariño,
la quiera por conveniencia,
y que él la prefiera a mí…
Escena V
(Habitación de Elena en la posada de las Conchas)
LUCÍA, con manto, que trae un papel. DICHAS.
LUCÍA ¿Hay alguien? ¿Eh?
JUANA ¿A quién, reina,
busca usted?
LUCÍA A un estudiante
que hoy dicen por cosa cierta
ha de venir de Madrid.
ELENA (Aparte No sé qué el alma recela.)
¿De qué parte se le busca?
LUCÍA De una joven que a la vuelta
vive desta misma calle.
Yo ha poco que estoy con ella,
y a este joven no lo he visto;
pero, si bien se me acuerda,
se llamaba, creo, Félix
de Vargas.
ELENA (Aparte.) (Ya no es adversa
mi suerte: con una industria
ha de saber mi cautela
el empeño de los dos.)
Tú traes tan buenas señas,
que no he de negar mi nombre:
yo soy, leal mensajera,
ese Félix que decís,
y tengo por cosa cierta
que venís de parte de
una Manuela Contreras
a buscarme.
LUCÍA Eso me basta
para, sin que me detenga,
dejarte a ti este papel.
(Dale un papel.)
ELENA ¿No aguardarás la respuesta?
LUCÍA No, no puedo detenerme,
que no quiero que me vean;
que aquí soy muy conocida
en esta casa y su dueña.
Adiós, que voy a buscar
(porque se nos fue a su tierra
una muchacha anteayer),
a otra muchacha que tenga
cuenta en casa cocinando,
con la ropa y la despensa.
(Vase muy apriesa.)
Escena VI
(Habitación de Elena en la posada de las Conchas)
ELENA, JUANA.
JUANA Oíd, esperad. Señores,
¿aquesta mujer es hembra
o cohete?
ELENA Oye el papel,
que dice de esta manera:
(Lee.)
«Aunque la ausencia es crisol de voluntades, la mía no
necesita de crisoles para ser muy fina. Sé que ya estás en Salamanca; y sé que sabes que mi casa está a espaldas de la tuya, y abierta a todas horas por tu amistad con mi hermano; con que, digo que te estoy esperando, para que sepas lo que has debido a mi memoria. –Quien más te estima.»
¿Qué infieres de esto?
JUANA Por Dios,
querida, que a esta Manuela,
la perdonó el rey Herodes,
por ser grande su inocencia;
fuera de que ese billete,
al parecer, nos enseña
que ella sola es la inclinada.
ELENA No, Juana, aunque lo desmientas,
ni está el papel mal escrito,
ni aquesta mujer es necia,
ni he de persuadirme yo
a que palabras tan tiernas
y finezas tan rendidas
las pronuncie una mozuela
guapa y rica, sin tener
en igual correspondencia
saneado de su amor
el partido; con que es fuerza
creer que Félix la quiere…
Parte luego a toda priesa
a su casa, y dile a Ortiz
que sin detenerse venga,
y alquile sin dilación
ese cuarto que a la vuelta
se arrienda en aquesta calle,
que lo señale a mi cuenta
y ya firmaré el contrato…
FÉLIX (Dentro.)
¡Hemos llegado, Requena!
REQUENA (Dentro.)
Para que digas que el coche
más parece una carreta.
¡Un bólido del demonio!
FÉLIX (Dentro.)
¿Me ayudas con las maletas?
ELENA Oye Juana; que parece
que es mi Félix el que llega.
JUANA. Él es sin duda.
ELENA Pues vete,
y nuestro equipaje acerca
por favor, de la consigna,
con mis vestidos, que es fuerza
traerlos para mi intento.
JUANA Yo voy como una saeta
amiga mía.
ELENA ¡Mil gracias!
(Aparte Yo no alcanzo lo que ordena
esta Elena; pero sé
que es grandísima embustera.)
(Vase.)
Escena VII
(Habitación de Elena en la posada de las Conchas)
FÉLIX y TRONERA, recién llegados del viaje;
REQUENA, que trae dos maletas; INÉS, ELENA.
(Redondillas)
REQUENA ¿Dónde he de poner ahora
las maletas?
FÉLIX ¡Inés mía!
INÉS Hola, Félix, yo venía
de parte de la señora
a que seas muy bien venido,
y que en este cuarto quedes
(A Elena.) (siempre que tú no te niegues),
(A Félix.) porque no está prevenido
el otro, mientras volando
lo aderezamos bien luego.
ELENA Sorprendido a oírte llego
que pidas licencia, cuando
este caballero es dueño,
pues el ser quien es le abona,
de mi cuarto y mi persona.
FÉLIX Yo te agradezco el empeño
de tanta cortesanía,
no lo digo porque sí:
yo te debo ya una a ti
y puesto que en compañía
hemos de vivir…
ELENA (Aparte.)
¡Ay, Dios!
FÉLIX Aqueste curso, quisiera
que nuestra amistad hiciera
un lazo estrecho en los dos.
Que aunque el no haberte tratado,
ni haberme tú conocido,
pudiera haberme impedido
la afición que te he mostrado,
al mirarte, no te espante,
tú me das, porque me anime,
la razón de que te estime
con la lengua del semblante;
que hay hombres, si se repara,
que infunden, no sin secreto,
en la figura el respeto,
y la nobleza en la cara.
Amigo Tronera, luego
págale a Requena el viaje.
TRONERA ¡A ese coche tan malaje
lo que hay que pagarle es fuego!
Me he quedado sin dinero
ya te lo daré mañana,
¿de acuerdo?
REQUENA ¡Qué catalana
es tu madre; y es banquero!
Y exageras la odisea
porque te pasas de fino.
Adiós, Tronera.
Escena VIII
(Habitación de Elena en la posada de las Conchas)
FÉLIX, ELENA, TRONERA, INÉS.
ELENA Imagino
que quien servirte desea,
no de tan grandes favores
necesita, en conclusión,
para que su obligación
le empeñe a extremos mayores.
Y así no has de tener, no
(esto a cumplirte me obligo),
querido Félix, amigo
que te estime como yo.
FÉLIX Tuyo soy, y sin ardid,
y pues la misma igualdad
debe hablar nuestra amistad,
di: ¿de dónde eres?
ELENA Madrid
FÉLIX ¿El nombre?
ELENA Pues Lope ha sido
de Mendoza.
FÉLIX ¿Quién pudiera,
sino Madrid, en su esfera
haber un hijo tenido
tan discreto, tan galán
y airoso? Mas yo imagino
que sus hijos de vecino
(el aire y clima lo harán)
son en el mundo tenidos
con razón, entre las gentes,
por garbosos, por valientes,
liberales y entendidos.
Ni de sus hijas pudiera,
sin lisonja ni capricho,
decir más de lo que he dicho.
TRONERA Y al estudiante Tronera
reconozca poco a poco
por su amigo singular;
que se olvidó de presentar
Félix.
FÉLIX Perdóname, loco.
INÉS Ved que la patrona espera.
FÉLIX Adiós, Lope.
ELENA Ya aquí estoy
esperando.
FÉLIX Mientras voy
a visitar la casera.
(Vase con Tronera e Inés.)
Escena IX
(Habitación de Elena en la posada de las Conchas)
ELENA; luego, JUANA.
ELENA Ea, amor; ea, cuidado;
válgame en el mal que siento
la industria y el fingimiento.
(Sale JUANA.)
JUANA Ya queda el cuarto alquilado,
y en esa sala primera
la maleta está y la ropa.
Todo se ha hecho viento en popa.
ELENA Ven.
JUANA Preguntarte quisiera…
ELENA Necia tu pregunta es;
sígueme…
JUANA ¡Claro, doctora!
ELENA Pues no he de decirte ahora
lo que has de saber después.
(Vanse.)
Escena X
Sala adyacente a la habitación de Manuela, casa de los CONTRERAS.
MANUELA, muy bizarra; FERNANDO.
(Romance e-o)
FERNANDO (Sale. Leyendo un sobre.)
Ya está el viejo con sus cosas…
¡Manuela!
MANUELA ¿Fernando?
FERNANDO Tengo
que hablarte, mi hermana: ven.
MANUELA ¿Yo? Bueno, pues te obedezco.
(Aparte) ¿Qué prevenciones son estas?
¿Qué sucede?
FERNANDO Estoy abriendo
una carta de tu padre
que, según pide, te leo…
MANUELA(Aparte) Ay, Dios mío…
FERNANDO «Bien entiendo,
hija, que de mi atención
y cuidado tus aciertos
puedes fiar; porque, fuera
de ser tu padre, te quiero
con tal fineza y cariño,
que en el amor te prefiero
(bien lo encarezco), a Fernando,
tu hermano, el pobre, lo siento.»
(Riendo) …Sigue siendo un gran bromista.
«Y así, antes que de mi vida
rompiese los privilegios
la muerte, que está tan cerca…,»
MANUELA (Aparte.)
¿Adónde irá a parar esto?
FERNANDO «Quisiera yo darte estado
igual, Manuela, a tu ingenio…»
MANUELA ¡Qué dices!?
FERNANDO «…belleza, gala
y riquezas, y te advierto
-aunque sé que de mí fías-
que ha días que revolviendo
anda en el discurso mío
la madurez y el consejo
quién pudiera dignamente
lograr tan feliz empleo
como ser esposo tuyo;
y con el amor y el celo
de tu conveniencia, ya
tengo buscado sujeto.»
MANUELA (Aparte, extrañada y divertida.)
¿¡Se ha vuelto loco este hombre!?
FERNANDO Ya le conoces, te leo:
«Supuesto que tu obediencia
no ha de repugnar mi intento,
iré luego a efectuarlo…» (Sigue leyendo)
MANUELA ¡Padre está como un cencerro!
Yo creo que tiene alzhéimer.
FERNANDO Tiene un motivo de peso
para en broma hablar de amor.
MANUELA ¿Qué motivo?
FERNANDO En cuanto a eso
créeme cuando te digo:
que el motivo es lo que menos
debería de importarte,
considerando el sujeto…
MANUELA ¿De qué hablas? ¿Pues quién es?
FERNANDO ¿Te importará darle un beso
a ese tal… Félix de Vargas?
MANUELA ¡Pero qué me estás diciendo?!
¿Tu padre quiere casarme
con Félix?
FERNANDO Es aún exceso
hablar tan pronto de boda,
mas nuestro padre es travieso
y le encantan estas bromas.
Aún no piensa en casamiento
–que él sabe que ya no estamos
en épocas de Moreto,
Calderón, Lope o Don Tirso,
y pretenderlo es boleto
muy seguro al desengaño,
pero –según yo interpreto–
le gustaría que fueras
conociendo a ese mozuelo…
MANUELA ¿Pero por qué?!
FERNANDO Pues la cosa
tiene a ver con el abuelo
del tal Félix que posee
la mitad casi al completo
de una empresa en que tu padre
invirtió mucho dinero;
y si acaso es que os casarais
poseeréis por entero
el control de las acciones
y mandaréis al Consejo.
MANUELA ¿Qué Consejo?
FERNANDO Al directivo,
Manuela, por Dios: dinero,
riqueza, poder: ser quieres
una mujer de hoy, pero,
si no espabilas, bonita,
no saldrás del agujero.
El sexo ya no es la pega,
pero aún lo es el monedero.
MANUELA (Aparte Interesante este Félix.
Y a medida que lo entiendo
aunque ya antes me gustaba
mucho más guapo lo encuentro.)
Voy a escribir a mi padre
que desde luego yo tengo
tan rendido el albedrío
a su elección, que no puedo
faltar a su gusto en nada.
FERNANDO De tu obediencia lo creo;
que eres, hermana, muy guapa
y muy lista…
Escena XI
(Sala adyacente a la habitación de Manuela, casa de los CONTRERAS.)
JUANA, vestida ridículamente de vieja; ELENA, vestida de mujer. DICHOS.
JUANA Laus Deo.
FERNANDO ¿A quién buscas?
JUANA Por las señas,
aquí ha de vivir, sospecho,
doña Manuela Contreras.
FERNANDO La que dices no está lejos,
porque la tienes presente:
es mi hermana
JUANA Yo me alegro
de haber encontrado a entrambos.
FERNANDO ¿Qué quieres?
JUANA Yo, Señor, vengo
informada de que en casa,
para cosas del servicio,
buscaban una muchacha.
MANUELA Para cocina y aseo
de la mesa y ropa blanca
se busca.
JUANA Pues para eso,
y revolver una casa
de arriba abajo en dos credos,
es la que viene.
MANUELA Decidme,
¿cuál es de las dos?
ELENA Si el cielo
me hace tan feliz, que yo
en vuestro servicio quedo,
soy la que vengo a serviros.
FERNANDO ¿De dónde eres?
ELENA De Toledo.
MANUELA Pues en la cara y el talle
para aqueste desempeño
traes muy buenos padrinos.
¿Qué sabes hacer?
ELENA No quiero
cansaros; cuanto pidáis.
FERNANDO (Aparte a MANUELA.)
Pues justo ahora del cielo
nos viene aquesta mujer.
Pero has de saber primero
si tiene buenas fianzas,
porque ya en aquestos tiempos
no hay que fiarse de nadie.
MANUELA Yo a recibiros me ofrezco,
si traes a quien te conozca.
JUANA ¡Por cierto, eso fuera bueno!
Yo soy la monja Cristina,
que ha mil días que en el pueblo
acomodo a las mozuelas;
y esta muchacha, viviendo
a mi lado, no ha de daros
más fianza que el empeño
de mi palabra. Informaos;
veréis que asegurar puedo
un aduar de gitanos.
FERNANDO Como aquí no os conocemos,
no os admiréis…
JUANA Yo he servido
en Madrid a un caballero…
(Aparte a ELENA)
y ésta es buena ocasión
para lograr el intento
de decir mal de tu Félix.
ELENA (Aparte a JUANA)
A eso solamente vengo
prosigue.
JUANA Que se llamaba
don Luis de Vargas.
FERNANDO ¿En serio?;
ese es grande amigo nuestro.
JUANA (Aparte se va ya clavando el cuento.)
Por señas que tiene un hijo
que vive pared en medio:
en la casa de las Conchas.
MANUELA Bien aquí le conocemos;
y la señora de Urrea,
que es de aquestas casas dueño,
es muy grande amiga mía.
JUANA Digo, Señor, en efecto,
que le serví por seis años;
y le estuviera sirviendo
ciento, si no me obligara
a dejarle al mejor tiempo
la buena pieza del hijo.
FERNANDO ¿Quién? ¿Félix?
JUANA Sí, ese mesmo;
que no tiene otro mi jefe.
Y a no tener, como tengo,
tan buena lengua, dijera
de sus costumbres… Mas quiero
callar; que esto no es del caso.
FERNANDO (Aparte) (Me interesa saber esto.)
Y dime, por vida tuya
qué locuras o qué excesos
son los suyos; para que
empeñando mi respeto
y consejo, pues, en fin,
como a mi hermano le quiero,
enfrene sus travesuras.
JUANA ¡Oh! pues si vas con el celo
de enmendarle y corregirle,
debes saber, lo primero,
que él juega, jura, enamora,
miente, finge, y es tan diestro
en persuadir las mujeres,
que la más discreta al cebo
de sus palabras se rinde…
FERNANDO Mira, ese devaneo
no es muy culpable en un mozo
que vive en Madrid, sujeto
sólo a su albedrío.
JUANA Cuando
de los pesares me acuerdo
y malos ratos que ha dado
a su padre, no me puedo
contener. ¿Y si os dijera
que aun a mí el grande embustero
me solicitó, con estas
canas, siendo causa esto
de salirme de su casa
fuera? Pero no pretendo
que nadie pierda por mí.
MANUELA (Aparte.)
Muerta estoy. ¿Si será, cielos
esto verdad?
FERNANDO Proseguid
(Aparte.) (Buen esposo este sujeto
para mi hermana, por Dios).
JUANA En fin, para echar el sello
a su maldad este Félix,
apurando de su viejo
padre la paciencia, tuvo
unos amores secretos
con mozuela rica y bella,
y habiéndole dado el cielo
de esta amistad dos chiquillos,
iguales como los dedos
de las manos (en hablando
destas cosas me enternezco),
y tamañitos entrambos,
que caben en un harnero,
sin mirar su obligación,
la dejó burlada, ¡fuego
en su falsedad! Y ella
le puso, ofendida, pleito,
que hoy se sigue en los juzgados;
y su padre, previniendo
el riesgo (porque esta chica
tiene en Madrid nobles deudos),
lo trajo a Salamanca, y,
sin olvidar el mancebo
sus mañas, tiene entabladas
dos devociones a un tiempo
en Santa Clara; en la Plaza,
asestado el galanteo
de una viuda; junto a Escuelas,
cultiva el acercamiento
con alguna profesora;
y en la Rua cogió al vuelo
una confitera hermosa,
a quien en muy breve tiempo
le ha comido tantos dulces,
que la ha dejado en los huesos.
FERNANDO (Aparte a Manuela.)
¡Pues vaya por Dios, hermana!,
aunque éste sea embeleco;
si bien aquesta mujer
no sé a qué fin, a qué efecto
pueda urdir tales engaños,
es bien que unido el consejo
con esta noticia, busque
algún camino, algún medio
de averiguar la verdad.
MANUELA Lo que es yo (Aparte que en vano intento
disculparle), nunca he dado
crédito a tales enredos,
pues los empleados siempre
de sus jefes hablan feo.
FERNANDO Eso es cierto. Pero como
no está el desengaño lejos,
te aconsejo que investigues
para no poner en riesgo…,
tu autoestima. Por mi parte;
averiguaré si es cierto
lo que ha dicho esta mujer.
Y si te agradara, luego
contrátame a esta muchacha.
(Vase.)
Escena XII
(Sala adyacente a la habitación de Manuela, casa de los CONTRERAS.)
ELENA, JUANA, MANUELA; luego, FÉLIX y TRONERA, con
el traje de camino.
JUANA (Aparte.)
Creo que acerté de pleno
se va el hombre sobre ascuas.
MANUELA (Aparte.)
Buena he quedado. Yo pienso
que sueño ¡Vaya con Félix!
JUANA (Aparte.)
Y la niña tiene el gesto
de haber probado vinagre.
MANUELA ¿Cómo os llamáis?
ELENA (Aparte.) Bien se ha hecho.
¿Yo? Damiana.
MANUELA (Aparte.) ¡Ay de mí!
Pues deja el abrigo luego,
porque ya estás recibida.
ELENA Con tu licencia, primero
es preciso que yo… Escucha.
(Hablan aparte las tres; y aparecen FÉLIX y TRONERA,
que observan desde la puerta)
FÉLIX Desde aquí mirar podemos
si está sola. Mas, Tronera,
¿no reparas que en extremo
nuestro Lope se parece
a esa mujer?
TRONERA Yo es que pienso
que estoy viendo su retrato.
FÉLIX Y por Dios, que su despejo
y su garbo son imanes
de mi atención.
TRONERA ¿Qué tenemos?,
¿que te has enamorado?
FÉLIX Ya sabes que a todas quiero,
por costumbre solamente.
TRONERA Ya lo sé. Pero ¿qué haremos
con esta Manuela?
FÉLIX Si ésa
es rica, y ésta es bien cierto
que es hermosa, bien podré
querer a las dos a un tiempo:
a la una por donaire,
y a la otra por dinero.
TRONERA Digo que me has convencido.
JUANA Mucho, señora, me alegro
de que tan buena muchacha
quede en el servicio vuestro;
yo me vuelvo a mis asuntos.
Adiós.
(Vase.)
Escena XIII
(Sala adyacente a la habitación de Manuela, casa de los CONTRERAS.)
FÉLIX, TRONERA, MANUELA, ELENA.
FÉLIX (Saliendo con TRONERA.)
No puede mi afecto,
tú y yo en la misma ciudad
demorar más el estreno
del sol que ha de iluminar…
(Aparte Vive Dios, que el juicio pierdo
al ver aquesta mujer.)
MANUELA ¿Qué te pone tan suspenso,
querido Félix?
FÉLIX Quien mira
del sol los claros reflejos,
no es mucho que entre sus rayos…
Pero no, dime primero,
¿quién es aquesta señora?
MANUELA Qué, ¿te gusta?
FÉLIX Yo confieso
que, aunque es grande su donaire,
delante de ti… Por cierto,
éste es mi amigo Tronera,
que a Salamanca…
MANUELA Silencio;
que Damiana es mi empleada,
y yo sé bien que a mi ruego
será piadosa contigo;
con que añadirás al pleito
del Nuncio otra opositora,
otro cuidado al empeño
de la viuda de la Plaza,
y un paso de acercamiento
a la bella profesora
de junto a Escuelas.
FÉLIX No entiendo
lo que dices.
TRONERA (Aparte a FÉLIX.)
Vive Dios,
que aunque todo es embeleco,
te han conocido.
FÉLIX Advierte
que burlarte de mi afecto
y mi fineza…
MANUELA Tú calla;
que no han de quejarse desto,
Félix, esas dos devotas
que tienes en el convento
de Santa Clara, y tampoco
ha de formar sentimiento
la confitera que vive
en la Rua.
FÉLIX Si tu intento
es que yo pierda el juicio
lo conseguirás muy presto,
porque ya me tienes loco.
¿Qué casamiento, qué pleito,
qué viuda, qué confitera
o qué engaños son aquestos
para apurar mi paciencia?
¡Vive Dios, que sólo tengo
por norte de mi esperanza
vuestros divinos luceros,
y que mi amor…!
MANUELA Es engaño.
FÉLIX Y mi fineza…
MANUELA Es del tiempo.
FÉLIX Mira que soy…
MANUELA Desleal.
FÉLIX Que mi pecho…
MANUELA Ya lo veo.
FÉLIX Siempre fue vuestro.
MANUELA Y de todas.
ELENA (Aparte.)
Rabien los dos, pues yo muero.
FÉLIX Eso es ya mucho apurarme.
Escena XIV
(Sala adyacente a la habitación de Manuela, casa de los CONTRERAS.)
FERNANDO y PEDRO, JUAN y SEGISMUNDO (los carpinteros). LUCÍA. DICHOS.
FERNANDO Querido Félix, yo vengo
de vuestra posada. Hermana,
¿qué haces aquí?
MANUELA En este puesto
hablando con mi Damiana
(nueva empleada que tengo
recibida) estaba, cuando
el amigo Félix, pienso
que viniendo a verte a ti,
aquí llegó al mismo tiempo
que tú entrabas.
FÉLIX Es así;
que en aqueste instante mesmo
he llegado de Madrid,
Fernando, y sin perder tiempo
vengo a veros con Tronera,
un amigo de los buenos.
FERNANDO Encantado, ya lo es mío.
Y el detalle te agradezco.
Pero disculpa un segundo…
(Estos son tres carpinteros
que van a cerrar la puerta
que une aún nuestros dos techos,
y a tapiar en nuestra casa
ese pasadizo estrecho
que la une con las Conchas,
y aún han de hacer los maestros
mas cosas en la posada).
ELENA(Aparte) ¿Qué es lo que aquí oigo, cielos?
Todo mi enredo peligra.
FERNANDO Permíteme. (A Pedro) Mira, Pedro…
Ve, Lucía, a aquella puerta…,
y ábreles tú el acceso.
LUCÍA Yo lo haré con mucho gusto
y ayudaré a este señor.
PEDRO Esto va a ser algo fácil.
JUAN Si me conoceré yo
las hechuras de este sitio…
LUCÍA ¿Y por qué?
JUAN Porque hubo un tiempo
en que aquí mucho anduvimos.
LUCÍA No me pareces tan viejo.
JUAN No, pero soy algo diablo.
PEDRO Andando los carpinteros,
vamos por nuestras cosas
que vamos justos de tiempo. (Salen con Lucía)
FERNANDO (Aparte, mirando a ELENA.)
Por Dios que la tal muchacha
no es fea; no he visto, cielos,
tal hermosura y donaire.
(A Félix) Ven, con calma charlaremos.
(Aparte) Ya quiero volver a verla.
FÉLIX Vamos, Tronera. (Aparte Yo llevo
qué pensar con la muchacha.)
(Vase con Tronera.)
MANUELA Tú, Damiana, trae luego
tu equipaje.
ELENA Por supuesto.
(Vase MANUELA, y FERNANDO detiene a ELENA.)
Escena XV
(Sala adyacente a la habitación de Manuela, casa de los CONTRERAS.)
FERNANDO, ELENA.
FERNANDO Escúchame a mi primero,
Damiana; y sabe de paso
que tu donaire en mi pecho
se ha introducido de suerte,
que si admite mis deseos
tu agrado, serás en casa
no sirviente, sino dueño.
Adiós.
(Vase.)
Escena XVI
(Sala adyacente a la habitación de Manuela, casa de los CONTRERAS.)
ELENA ¡Sólo me faltaba
que me enamore este necio!
Ea, cuidado, a buscar
nuevos engaños y nuevos
fingimientos con que pueda
desvanecer los deseos
de Félix y de Manuela.
Y en cuanto a esos carpinteros
ya sabré cómo estorbarles
hasta que acaben mis miedos,
ingenio no ha de faltar.
Fortuna, ayuda mi intento,
favorable, pues no ignoras
que el amor todo es enredos.
JORNADA SEGUNDA
Escena Primera
Habitación de PAULA, en la casa de las Conchas.
PAULA, JUANA, de hombres.
(Redondillas)
PAULA Pasa, Mendrugo, estudiante
y no mires de través,
que aquí te he llamado, pues…
JUANA ¡Pasa, señora, adelante;
que ya te escucha mi duda,
pendiente de tu voz!
PAULA Di,
¿podré fiarme de ti?
JUANA (Aparte.) ¿Qué me querrá esta viuda?)
¡Que eso tu presunción diga!
¿Sabes quién es en Vizcaya
Mendrugo Díaz de Arcaya?
PAULA Pues digo que cierta amiga,
amable, rica y discreta,
a tu amigo Lope vio
una tarde…
JUANA ¿¡Dónde!?
PAULA ¡Dios,
no interrumpas! Y sujeta
quedó a su talle…
JUANA Repara,
si es discreta esa mujer,
que por fuerza ha de tener
muy malditísima cara.
PAULA No, no es fea, y sin engaños,
es, para mayor indicio,
de gran gobierno y gran juicio.
JUANA Tendrá muchísimos años.
PAULA Aficionada, en efeto,
a tu Lope, me mandó,
por ser tan su amiga yo,
que supiese de secreto
(pues a él doy habitación,
y ella, sin más conveniencia
que su gallarda presencia,
solicita su atención)
si le daría una cita
tu amigo; y como he sabido
que eres tú tan su valido…
JUANA No mueve ni la manita
sin mí.
PAULA Por eso he querido
fiar de ti que al momento
le des parte de este intento.
JUANA Buena elección has tenido;
y da, si de mí se escapa,
la materia por perdida,
pues lo que yo no le pida,
no lo ha de hacer por el Papa.
Pero tu intento, a mi ver,
tiene un futuro incierto
pues él no puede, te advierto…
ir cien por cien con mujer.
PAULA ¿Cómo?
JUANA De mí te has fiado;
no engañarte solicito.
Sabe que cuando chiquito…
PAULA (Por gestos: «dime…»)
JUANA Fue nuestro Lope quebrado.
PAULA ¿Quebrado? ¿Quieres decir…?
JUANA Sí. Un accidente muy triste
le impide que vaya en ristre
con lo que tiene que ir.
PAULA Mi amiga, aunque eso la asombre
le admitirá por esposo;
que amor no es escrupuloso.
JUANA Es que no puede ser hombre
si se junta con doncella.
PAULA Ya no importa aquesa duda,
porque esta dama es viuda.
JUANA (Aparte Con esto sé ya que es ella,
y presumo, en conclusión,
pues ya ha mostrado el ombligo,
lo ha de intentar con mi amigo
aunque diga que es capón.
Ella pescó gentil maula.)
Digo que a tratarlo voy.
PAULA Y yo esperándote estoy.
JUANA (Aparte.)
¡Buena está esta pobre Paula!
Yo aquí huelo a beneficio.
PAULA Si lo ajustas al instante,
te haré un regalo brillante.
JUANA (Aparte.)
Cerca está del precipicio.
PAULA Y adiós. Hoy debo viajar
más mañana he de volver
trata mi asunto, a ver,
no te vayas a olvidar.
(Sale.)
Escena II (J2)
(Habitación de PAULA, en la casa de las Conchas)
JUANA
(Romance e-a)
JUANA ¡Vaya con la pobre viuda!
¿Habrá quien aquesto crea?
En hora bien, es ya tiempo,
pues llega Elena de fuera,
de abrir el cuarto. Yo tengo
mareada la cabeza
de tan notables enredos
y tan extrañas quimeras
como han pasado por mí
estos días.
(Entra por una puerta y sale por otra.)
Escena III (J2)
Habitación de ELENA en la casa de las Conchas.
ELENA, de estudiante, ORTIZ. Luego INÉS y CARPINTEROS. JUANA.
ELENA ¡Juana!
JUANA Buena
la tienes con doña Paula.
Está la pobre tan tierna
que quiere que tú la riegues
y con una larga arenga
me pidió cita contigo
rogándome que yo sea
su tercero.
ELENA ¿Estás en ti?
JUANA Digo que da por tan hecha
la cita y aún la boda
que previene a toda priesa
dijes y mantillas para
el primer hijo que tenga.
Hoy me dijo que va fuera
y mañana está de vuelta.
Y a mí me ofreció, en albricias
de que admitas su fineza,
un regalo de brillantes;
y así, podrás…
ELENA Calla, necia.
JUANA Darla con la entretenida,
pues si sabe que eres hembra,
nos ha de echar noramala
de casa.
ELENA Locuras deja.
y tú, Ortiz, pues entraste
sin que nadie aquí te viera,
por esa puerta accesoria
dime si ya dejas puestas
en ese cuarto mis cosas.
ORTIZ Todo acomodado queda.
Y asimismo he echado voz
de que espero a una Elena
de Guevara, prima mía,
dueña de grandes riquezas
y de hermosura sin par,
y que vendrá, por mi cuenta,
dentro de dos o tres días.
ELENA Así mi industria lo ordena
por lo que sabréis después;
y luego por esa puerta
(a Ortiz) te puedes bajar al cuarto…
¡Nadie en el mundo hay que tenga
mejores amigos: gracias!
JUANA No bastará una cena
para pagarme esto a mí.
ORTIZ Ni a mí, mi querida Elena,
y más porque yo os apuesto
que he de acabar entre rejas
a causa de tus embustes.
(Cuando va a irse por la puerta, salen los carpinteros.)
INÉS Salud. (A Pedro) Ahí está la puerta.
PEDRO A clausurarla venimos,
por orden de la casera.
SEGISMUNDO No será cosa de mucho
y disculpen las molestias.
JUANA (Aparte) Aquí se acaba el enredo
si estos la puerta nos cierran.
ORTIZ (Aparte a Elena) A ver ese ingenio vivo.
JUAN El panel con la arpillera
vamos poniéndolo aquí…
INES (A Segismundo) ¿Y qué hago con esta lezna,
caballero?
SEGISMUNDO Devolverla,
que nunca tuvo una estrella
mi herramienta entre sus manos.
INES Y yo no vi nunca poeta
con pinta de carpintero…
ELENA (Aparte a Ortiz)¿De la posada la dueña
no dice ya que me quiere?
¿Y no que hoy de aquí se ausenta
por motivos de viaje?
Pues aprende. (A los carpinteros) Oye, espera.
Perdón maestro, pero a mí
no me informó la de Urrea,
de obra alguna en mi aposento.
Claro es, mucho me inquieta
pues es gran amiga mía…
Hasta que ella, pues, no venga
no os dejaré proseguir.
PEDRO Pero atiende…
ELENA Nada, fuera.
JUAN Pero escucha…
ELENA Nada escucho.
SEGISMUNDO Pero mira…
ELENA Nada, y venga,
que hoy tengo mucho que hacer.
SEGISMUNDO (Aparte) Qué hombre más poco hembra.
INÉS Ten en cuenta que impedir
que ellos hagan la obra aquesta,
sin mas razón que tu antojo,
puede causarte problemas.
ELENA Aún así me arriesgaré,
y muchas gracias, estrella.
PEDRO Otro rato volveremos.
ELENA (Aparte) No hasta que yo no quiera.
(Salen los carpinteros)
ORTIZ Pues bien rápido discurre
tu ingenio, querida Elena.
La prueba con bien pasaste.
(Vase Ortiz)
Escena IV (J2)
(Habitación de ELENA en la casa de las Conchas.)
ELENA, JUANA.
JUANA O he de armarme de paciencia,
o he de perder el sentido
con tus cosas.
ELENA Todas estas
invenciones se encaminan,
Juana, a que aquesta Manuela,
persuadida de mi engaño,
al buen Félix aborrezca
de modo que de él se olvide.
JUANA ¿Cómo ha de ser?
ELENA Considera
lo que ayer mismo inventé
para entablar la cautela
de ser a un tiempo Lope
y Damiana, que éste era
el nombre que allí me puse:
pues le dije a esa Manuela
que la monjita Cristina
de una impensada dolencia
quedaba en la cama; y que
era asistir a la enferma
preciso en mi obligación.
Diome en efecto licencia
para asistirla de noche,
logrando desta manera,
Juana, que de madrugada
como Lope aquí me tengan,
hasta las nueve del día,
que en esa de los Contreras
me voy a hacer de Damiana.
JUANA ¡Adiós! Elena, tú inventas
cosas que no hay en el mapa.
ELENA Lo mejor es que se muestra
tan inclinada Manuela
a mi aparente modestia
y a mi fingido servicio,
que me ha dado ya la cuenta
de lo que supo de Félix;
y que ayer vino respuesta
de Madrid en la que avisan
que todo ha sido quimera
cuanto dél le han referido.
Con lo que la tal Manuela,
con achaque de que viene
a visitar la casera,
hoy ha de ver a mi Félix
en su cuarto; que ella mesma
me lo dijo.
JUANA Eso es malo.
ELENA Mas es preciso que sepas:
escucha…
Escena V (J2)
(Habitación de ELENA en la casa de las Conchas.)
FÉLIX, TRONERA. –DICHAS.
FÉLIX ¡Amigo Lope!
ELENA Perdóname, porque es fuerza
hablar ahora a Mendrugo.
Dame un momento.
(Hablan aparte.)
FÉLIX Tronera,
cada vez que veo a este hombre
imagino que es la mesma
muchacha del otro día.
TRONERA Ya, Félix, de esa sospecha
te aseguraste, pues cuando
dimos a casa la vuelta
hallaste en ella a este Lope.
FÉLIX Ello es de naturaleza
milagro, formar dos caras
tan conformes.
JUANA (Aparte a ELENA.)
Considera,
Elena, que es grande empeño
querer…
ELENA ¿De qué te recelas,
si yo he de estar a la mira?
JUANA Digo que aunque me molieran
a palos, te he de ayudar.
Voy a hacer lo que decretas.
(Vase.)
Escena VI (J2)
(Habitación de ELENA en la casa de las Conchas.)
FÉLIX, ELENA, TRONERA.
ELENA Amigo Félix, no creo
que aquesta dicha merezca
mi pobre cuarto.
FÉLIX Tú paras
en él tan poco, que apenas
te encuentra ya mi amistad.
ELENA No ha sido misterio o tema
dejar de verte y hablarte
sino haber que llegue apenas
diez días a Salamanca,
y, cuando menos, en ella
he perdido, amigo Félix,
la libertad.
FÉLIX ¿Es empresa
de amor, o antojo no más?
ELENA Es que acaso en San Esteban
vi una mujer tan divina,
tan gentil, airosa y bella
que entre el verla y adorarla
no hubo tiempo que pudiera
distinguir el albedrío.
FÉLIX Esa historia ya me suena
Luego, ¿estás enamorado?
ELENA Bien el efecto lo muestra,
Félix, habiendo faltado
a la amistad verdadera
que los dos nos prometimos,
pues mi fe sólo desea
que seamos muy amigos.
FÉLIX Yo, aunque mil damas tuviera,
lo fuera vuestro. Ved, Lope;
que como aquesas princesas
no llegan a mi memoria
con intento que lo sepa
la voluntad (porque sólo
me sirven de que las quiera
para quebrantar el ocio
y divertir la tarea
de mis estudios), es cierto
que no te dejo por ellas.
ELENA Luego, ¿a ninguna quieres?
FÉLIX Ésa es muy larga materia
de contar, porque yo a todas
(Dios ponga tiento en mi lengua)
las quiero veinticuatro horas.
ELENA Si te dura la fineza
tanto tiempo, ¿habrás logrado,
claro está, dos mil empresas
con mujeres de altos vuelos?
TRONERA Félix tiene diferencias
en el gusto: no es amigo
de truchas, antes las deja
de comer, porque se aplica
a coles y berenjenas
llenando el jergón muy bien
–sobre todo camareras.
FÉLIX Mas, porque veas también
que sin excepción no hay regla,
mira que vengo a pedirte
este cuarto porque venga
cierta mujer guapa y rica;
puesto que, estando más cerca,
de la puerta de la calle,
puede, sin que la casera
la vea, entrar más segura.
ELENA Mucho me alegro que tenga
parte mi cuarto en que uses
de prevención tan atenta
con esa dama. Y espero
que este principio lo sea
para que enmiendes prudente
el influjo o la violencia
que te obliga a no quererlas;
sírvete enhorabuena
de mi cuarto y mi persona.
FÉLIX Te agradezco la fineza,
y devolveré el favor,
tienes mi palabra cierta.
ELENA Esa palabra te admito.
Mas advierte que te empeña
a asistirme y ampararme
en cuanto a mí me suceda
con mi dama.
FÉLIX Pues mis brazos
y mi mano serán muestra
de que la da con el alma
mi fe. Mas por esa reja
que sale a la calle, he visto
(ella es sin duda) que llega
aquella dama que espero.
ELENA A más ver, y ten con ella
el suceso que deseo.
(Aparte Y pues ya mi trama queda
bien urdida, voy a hacer
en la casa de Manuela
el papelón de Damiana.)
(Vase.)
Escena VII (J2)
(Habitación de ELENA en la casa de las Conchas.)
MANUELA, con manto, FÉLIX, TRONERA. Luego INÉS y CARPINTEROS.
(Redondillas)
MANUELA Aquí estás, Félix.
FÉLIX Señora,
¿cuándo con tanto arrebol,
para primicias del sol,
salió brillante la aurora?
Y ¿cuándo el prado gentil…
(Salen los carpinteros e Inés)
PEDRO Señor, buen día.
JUAN Señora…
PEDRO Clausuraremos ahora
esta puerta con perfil
y un tablero de madera.
JUAN Doña Paula lo ha ordenado.
INÉS Y ha de quedar acabado
antes de la primavera.
SEGISMUNDO Aunque a este paso…
FÉLIX ¡Un momento!
No es ésta mi habitación
ni es por tanto la ocasión
de que os permita este intento.
Volved luego.
JUAN (Aparte a Pedro) ¡Ay, hermano
lo has oído?!
PEDRO Es increíble
que sea siempre imposible
meterle a esta puerta mano…
INÉS (Aparte a Segismundo)
Si meter mano a la puerta
resulta imposible ahora…
SEGISMUNDO (Aparte a Inés)
¿Quizás haya una señora
que se muestre más abierta…?
FÉLIX (Volviendo a Manuela)
Decía que el gentil prado…
PEDRO Perdón, joven, con permiso,
más yo tengo un compromiso
con doña Paula acordado.
Así que vengo a advertirte
que de esto se ha de enterar.
FÉLIX (Aparte a Pedro)
Obra como hayas de obrar
mas hazme el favor de irte.
(Vanse los Carpinteros)
(A Manuela)
Y, ¿cuándo el prado gentil
–te decía– en la mañana,
sus hojas de nieve y grana,
con verdes pompas de abril,
desplegó en lisonjas…?
MANUELA Calla;
que amor en ecos veloces
no se infiere de las voces:
que va, ciego, a donde él vaya.
-Y además los carpinteros
me han dejado mareada
y no quiero escuchar nada
que me suene a lisonjero–.
Y aunque el afecto…
REQUENA (Saliendo) ¿Tronera?
MANUELA ¡Por Dios!
FÉLIX ¡Esto es demasiado!
REQUENA Perdón, Félix, al tarado
de tu amigo, al calavera
del coche, lo estoy buscando
pues el viaje realizado
aún no me lo ha pagado
y me anda, creo, evitando.
MANUELA Sin comentarios.
FÉLIX Amigos,
dejadnos en paz, ¡por Dios!
TRONERA (Llevando aparte a Requena)
¡Anda, si es que eres lo peor!
Qué voy a hacer yo contigo…
(Hablan aparte)
MANUELA Mi afecto –decía– intenta
cerrando a vanos antojos
los oídos y los ojos,
que esté contigo contenta;
y aunque Amor me ha satisfecho
con darme ya el desengaño
de aquel cuento tan extraño,
me está revelando el pecho,
Félix, que no aseguras
lo que a mi afecto le debes.
FÉLIX ¡Ese veneno que bebes
tú misma te lo procuras…!
REQUENA (Interrumpiendo)
Bueno, señores, adiós,
me voy igual que he venido.
FÉLIX (Aparte Así te dé un sarpullido).
Anda, amigo, ve con Dios.
(Sale Requena) (Aparte Tronera)
Tronera, desta te mato.
TRONERA No es justa tanta secuela,
mas si te inquieta Manuela
yo te lo arreglo barato.
(A Manuela)
Mi amigo es muy verdadero,
y a pagar de mi capote,
que te adora (Aparte, por la dote)
y te quiere (Aparte, por dinero)
y dudar es frenesí,
y ser tuyo lo ha de ser.
MANUELA ¡Basta! Yo quiero creer
lo que me apetece a mí.
FÉLIX Bien puedes, puesto que alcanza
mi fe tan dichoso empleo.
MANUELA Digo, Félix, que lo creo.
FÉLIX ¿Ya no hay, pues, desconfianza?!
TRONERA (Aparte a Félix)
¿Ves? Para que luego digas
que no te sirvo de ayuda…
FÉLIX (Aparte a Tronera)
(¡Déjame!) ¿Entonces la duda
en tu alma ya no se abriga?
MANUELA No; en ti vuelvo a creer,
y esta fe es un tesoro:
te quiero.
FÉLIX Y yo te adoro.
Escena VIII (J2)
(Habitación de ELENA en la casa de las Conchas.)
JUANA, de mujer, muy bizarra y medio tapada de un ojo con un pañuelo. DICHOS.
JUANA Sólo esto he querido ver,
(Romance i-o)
traidor Félix (Aparte ¡Por favor,
sacadme del laberinto
en que me ha metido Elena!),
porque mi recelo vino
sólo a ver estas traiciones.
MANUELA (Aparte.)
Cielos, ¿qué es esto que miro?
JUANA Y pues ya sé que eres falso,
desleal y fementido,
faltando a una obligación
de tantos años (Aparte, bien finjo),
queda con Dios.
FÉLIX Alto, espera;
seguro que tú has venido
engañada, que este cuarto
es el de Lope (un amigo)
de Mendoza, a quien presumo,
que buscas. (Aparte Yo estoy perdido.)
JUANA Pues por cierto, infame Félix,
que es bien extraño capricho
negar que bien me conoces,
cuando a mi amor puro y limpio
debes (¡ah falso!)… Mas ésta
no es ocasión de decirlo.
Aparta.
MANUELA Esta señora,
según lo que ha referido,
tiene razón, porque siendo
su derecho más antiguo,
no ha de perderlo por mí.
(Aparte ¡Que esto sufra el lustre mío!)
Félix, adiós, hasta nunca.
FÉLIX Lograréis que pierda el juicio;
y vive Dios, que ninguna
ha de salir deste sitio,
sin que esta dama primero
se descubra, y el motivo
diga de haber fabricado
un enredo tan indigno
contra mi opinión; pues no
la conozco, ni la he visto
ni hablado en toda mi vida.
JUANA (Aparte Si agora me falta el brío,
voló todo el embeleco.)
¡Eres grosero, atrevido,
descortés y mal mirado!
Déjame salir, o a gritos
alborotaré la casa.
FÉLIX ¡Quítate ya el pañuelito,
que si es burla, es muy pesada!
JUANA ¡Que esto escuche el honor mío
de un infame!
Escena IX (J2)
(Habitación de ELENA en la casa de las Conchas.)
PAULA con Carpinteros e Inés. –DICHOS.
PAULA ¿Qué es aquesto?
TRONERA (Aparte.)
Andar el demonio listo
por pecados de mi amigo.
MANUELA (Aparte. Cubriéndose la cara)
¡Ser mujer aquí es delito!
PAULA No puedo yo, Félix, ver que
burlando todo orden mío,
entras mujeres en casa;
sin mirar que los vecinos
pueden, no sin fundamento,
murmurar que yo permito
una acción tan libre y fea.
¿¡Y además de este delito
te dedicas sin reparo
a expulsar a los peritos
que trabajan para mí!?
FÉLIX Como no estaba advertido
por ayudarte lo hice…
Y estas damas han venido
buscando ambas al tal Lope…
PAULA ¡Qué escucho, cielos divinos!
(Aparte) ¿A mi Lope? ¡En mala hora!
Ya tomara de partido
(¡sin mí he quedado!), que fuera
de este Félix el delito.
¡Ah tirano! ¡Ah falso Lope!
JUANA (Aparte Ya habiendo aquí otro testigo
puedo levantar el bramo.)
Cuanto aquí Félix ha dicho
es engaño; porque yo
sólo a buscarle he venido,
y le hallé con esa dama.
Pero de su mal estilo
me vengaré para ésta.
(Júrasela a Félix.)
(Aparte ¡ En todo lo que he vivido
nunca por ninguna amiga
he armado yo tanto lío!)
(Vase jurándosela.)
Escena X (J2)
(Habitación de ELENA en la casa de las Conchas.)
PAULA, MANUELA, FÉLIX, TRONERA, CARPINTEROS, INÉS.
PAULA (Aparte Amor, cobremos aliento.)
Pues sufrir yo ya no admito
en mi casa estas licencias;
y así, debes, ya advertido,
ir cambiando de actitud,
y creo que me has oído.
FÉLIX Alto y claro.
PAULA Y a la joven,
para otra vez, es preciso
advertirle mi recato;
que en la casa que yo vivo
no entran mujeres tan vivas.
MANUELA (Aparte.)
¡Buena me ponen! Yo elijo
irme sin hablar palabra.
(Vanse Manuela y Félix.)
TRONERA Vamos, pues. Señores míos,
solo el diablo y las mujeres,
que son como los diablillos
–con dos cuernos– inventaran
enredos tan exquisitos.
(Vase.)
PAULA (A los Carpinteros.)
Y espero que desde ahora
vayamos más rapidito.
PEDRO Si a mí me dejan, señora,
yo cumplo con lo que digo.
(Vase Paula)
JUAN (Aparte a Segismundo.)
Así se escribe la historia,
siempre pagamos los mismos.
PEDRO A trabajar todo el mundo:
cerramos el hueco y listo.
SEGISMUNDO Maestro, yo no encuentro
ninguno de los martillos.
PEDRO ¡Mal haya la puerta ésta
que más parece un hechizo!
INÉS Yo no he sido ni sé nada,
ni vi ningún utensilio…
JUAN (Por Segismundo) Creo que alguien los olvidó
en la casa del vecino
que está justo al otro lado,
pues andaba distraído.
INÉS (Aparte a Juan) Si la envidia fuera tiña
¡cuánto tiñoso en el barrio!
PEDRO No quiero ya más retrasos.
Vamos por ellos, y rápido.
Escena XI (J2)
Sala adyacente al dormitorio de Manuela, en casa de los CONTRERAS.
ELENA, vestida de asistenta. MANUELA, con manto.
(Redondillas)
MANUELA Quítame este manto apriesa.
ELENA Dime, Manuela, ¿qué tienes,
que tan asustada vienes?
MANUELA Que vengo sin mí confiesa
mi turbación.
ELENA Es verdad.
declárame tu dolor.
MANUELA ¡Ah, falso! ¡Ah, aleve! ¡Ah, traidor!
ELENA Bien puedes de mi lealtad
fiarte.
MANUELA Félix ha sido,
Damiana, en conclusión
el que me ha muerto a traición.
ELENA En él es todo fingido.
MANUELA Pues sí (¡de congoja muero!):
estando en su cuarto yo,
otra mujer le buscó.
ELENA ¡Miren el mal caballero,
el riesgo a que te aventura!
MANUELA E inferí de sus razones
que le debe obligaciones.
ELENA Él es pública escritura
de todas.
MANUELA Pues su traición vio
mi fe mal correspondida,
ya no he de verle en mi vida.
ELENA Lo mismo me hiciera yo,
que una mujer de tu altura,
de tu garbo y tu donaire,
no ha de ponerse a un desaire.
Escena XII (J2)
(Sala adyacente al dormitorio de Manuela, casa de los CONTRERAS)
Carpinteros, entrando. –DICHOS.
JUAN Aquí estaban, no es locura,
(Romance e-o)
los martillos y las mazas.
SEGISMUNDO Perdón, señora, yo vengo
a buscar las herramientas
que dejamos aquí dentro.
¿Por acaso las has visto?
MANUELA (Niega. Aparte a Elena
Ciega estoy con estos celos
como para ver martillos,
aunque bien con uno de ellos
le daba yo en la cabeza,
a ese Félix majadero.)
ELENA (Aparte) Mil años podéis buscarlos
que bien los oculté yo.
Pero algo más debo hacer
para estorbar más su intento.
(A los carpinteros)
Los cogió, creo, un muchacho
que se los subió contento
a la casa de las Conchas
para volverlos bien luego.
Quizás sepa donde están.
Seguidme. (A Manuela) Ahora vuelvo.
MANUELA Si te encuentras un buen mazo
no te olvides de traerlo,
para cuando vea a Félix.
(Salen Elena y los carpinteros por la puerta falsa)
Escena XIII (J2)
(Sala adyacente al dormitorio de Manuela, casa de los CONTRERAS)
FÉLIX –MANUELA.
FÉLIX No vengo, tirano dueño,
firme a escuchar tus finezas,
amante a lograr tu afecto,
ciego a abrasarme en tus ojos,
pues ni amante, firme y ciego,
sino confuso (¡ay de mí!),
a explicarte sólo vengo
lo que no acierto a explicar.
MANUELA Mira, Félix, que yo pienso
(¡ciega de cólera estoy!)
que vienes loco, supuesto
que, olvidando los desaires
que hoy en tu cuarto me has hecho,
delante de mí te pones.
FÉLIX Pues ponerme ya es portento,
oye al menos mis razones,
que más bien son pensamientos.
Si al mirarme ya no crees
que aquello que digo es cierto,
¿cómo nos vamos a amar?
Ya te contaron sucesos
sobre mí, y luego viste
por ti misma que eran cuento.
Hoy ha ocurrido algo igual:
tampoco sé yo el objeto
desta burla, sólo digo
que en mi cara te presento
las pruebas de mi lealtad.
MANUELA Es pronto para este invento,
pues lo que vieron los ojos
–y estando además muy fresco–
pesa más, querido Félix,
que cien razones de peso.
No he de contentarme así.
FÉLIX Oye bien cómo lo veo
que Amor no es tonto del todo…
Escena XIV (J2)
(Sala adyacente al dormitorio de Manuela, casa de los CONTRERAS)
ELENA, vestida de hombre. DICHOS
(La vemos aparecer por la puerta falsa)
ELENA (Aparte Ya mandé a los carpinteros
a por martillos a Burgos
y a por maderas al Duero,
con un cuento de que Paula
había cambiado el diseño
de esta obra; y ya Tronera
–santo varón– sin saberlo
me previno de que Félix
venía con el intento
de hacer paces con Manuela…
¡Pues no ha de salir ileso!)
(Sin que la vean, Elena entra en el cuarto de Manuela)
FÉLIX …Ya que es forzoso concluir
que no has visto nada cierto
salvo a esa extraña mujer,
MANUELA que no bajó de los cielos…
FÉLIX Espera, ¿tú no oyes algo?
Ahí en el cuarto lo siento.
(Va a entrar FÉLIX, y encuentra al paño a ELENA.)
FÉLIX ¿Quién va? ¿Quién es?
ELENA (Aparte a FÉLIX.)
Un momento,
¿Eres tú, Félix?
FÉLIX Sí. ¿Lope?
ELENA Sí, amigo.
FÉLIX ¡Cielos, qué veo!
¿Tú, y en esta casa?
ELENA Sí,
porque el divino sujeto
que adoro es a Manuela,
a quien mil favores debo;
y estando…, estando con ella,
se oyó ruido, y creyendo
que era su tío o su hermano,
me mandó entrar aquí dentro.
Y pues sé que en esta casa
entras, porque del hermano
eres su mejor amigo,
y estás obligado, puesto
que me diste la palabra
de ampararme en este empeño,
no me descubras ahora,
y ten el lance secreto,
y hasta muy pronto…
(Vase)
Escena XV (J2)
(Sala adyacente al dormitorio de Manuela, casa de los CONTRERAS)
MANUELA, FÉLIX, TRONERA; luego, ELENA, de criada;
después, FERNANDO, dentro.
FÉLIX (Aparte.) (¡Yo quedo
bien despachado, por Dios!
Pero de Lope no tengo
de qué tener queja, y fuera
lo que me está sucediendo
gracioso cuento por fin,
si me cogiera este empeño
muy fino y enamorado,
no tanto de su dinero
como de la moza en sí.
Mas ya en este lance puesto,
por no dejarla compuesta,
fuerza es fingir algún celo,
por si acaso:) (A Manuela.)¡Ah tirana!
MANUELA Pero Félix, ¿qué es aquesto?
¿De qué hablas?
FÉLIX Ya he sabido
(Muerto estoy, ¡valedme, cielos!)
tus engaños, tus traiciones.
¡Tampoco bajó del cielo
aquel hombre de ahí dentro!
MANUELA Yo pienso que estás sin seso.
¿De qué hablas? ¿Y qué hombre?
FÉLIX Es pronto para este invento,
pues lo que vieron los ojos
–y estando además muy fresco–
pesa más, Manuela mía,
que cien razones de peso.
No he de contentarme así…
MANUELA Como una cabra te has puesto.
¿Dónde ves tú aquí algún hombre?
(Sale Elena por la puerta falsa, de nuevo de mujer)
ELENA ¿Damiana?
¿Señora?
MANUELA Presto,
dime, ¿has visto algún hombre?,
ELENA Mujer, miles.
MANUELA ¡No digo eso,
alma de cántaro! Aquí
y ahora.
ELENA A un Félix veo,
y nadie más.
FÉLIX ¿Qué, procuras
con otro engaño de nuevo
desvanecer lo que he visto?
MANUELA No respondo a tan grosero
lenguaje, querido Félix,
porque presumo, y aún creo,
que estás loco.
FÉLIX Pues, aleve,
bien pueden tus mil desprecios
abandonar mi esperanza;
mas ten, ingrata, por cierto
que no has de lograr la industria
de engañar a un mismo tiempo
al pobre Lope y a mí.
MANUELA Damiana, ¿tú escuchas esto?
¿A qué Lope?
FÉLIX No lo niegues.
FERNANDO (Dentro.)
Hola, Lucía, trae luego
a este aposento un café.
MANUELA Es mi hermano; vete presto,
que tengo que hablar con él,
y no quiero verte luego,
que ya no te aguanto más.
(Vase Manuela.)
Escena XVI (J2)
(Sala adyacente al dormitorio de Manuela, casa del DOCTOR CONTRERAS)
ELENA, FÉLIX.
FÉLIX (Aparte.)
Por Dios, que el diablo me ha puesto
la ocasión de la muchacha
a tiro de mi deseo…
ELENA ¿Qué aguardas, Félix, amigo?
FÉLIX Sólo advertirte que tengo
que decirte una palabra.
ELENA Pues ¿qué me quieres?
FÉLIX Te quiero.
ELENA ¿Tú, y a mí?
FÉLIX No, sino al alba,
que está en tus ojos.
ELENA Ya entiendo.
¿Haces burla?
FÉLIX Vete apriesa; que me temo
que entre más gente aquí, y yo,
en verdad ya no te creo.
FÉLIX ¿Por qué, Damiana?
ELENA Pues porque
a todas dices lo mesmo.
¿Qué aguardas?
FÉLIX Si todas fueran
como tú…
ELENA Mira que en riesgo
me pones.
FÉLIX No fuera yo…
ELENA ¿Qué?
FÉLIX Tan mudable.
ELENA Luego…
¿así es cierto que me quieres?
FÉLIX Sí, Damiana, y es tan cierto,
como que tú eres hermosa.
ELENA ¿Quién lo asegura?
FÉLIX Mi pecho.
ELENA ¿Quién lo confirma?
FÉLIX Mi amor.
ELENA Pues a fe…
FÉLIX Dilo.
ELENA Es que tengo
muy poca paciencia yo.
Escena XVII (J2)
(Sala adyacente al dormitorio de Manuela, casa de los CONTRERAS)
MANUELA. DICHOS.
MANUELA Pero Félix, ¿pues qué es esto?
¿Estás aún aquí? ¿Damiana?
¿Qué sucede?
ELENA (Aparte.)
El ingenio
me saque agora del lance.
MANUELA ¿Te callas?
ELENA Pues aquí Félix,
poco advertido y atento,
me preguntaba quién fue
aquel hombre que encubierto
entró aquí esta noche; y yo
respondí que estaba ciego
o loco, cuando tú entrabas.
FÉLIX (Aparte.) (Ya es fuerza fingir de nuevo.)
Es verdad, pues saber quiero
quién es el culpable a un tiempo
de tu traición y mi agravio.
MANUELA Tú has perdido todo el seso;
vete presto, y adiós, Félix
y no con mi sufrimiento
más jugarretas me hagas.
FÉLIX Me iré; y al cielo prometo
no verte ya más ni hablarte.
MANUELA Bien harás, porque eso mesmo
le tengo ofrecido yo.
ELENA Ven, Manuela; que no puedo
escuchar desaires tuyos.
MANUELA Un volcán llevo en el pecho;
yo vengaré mis agravios.
FÉLIX Yo satisfaré mis celos.
MANUELA ¡Ah traidor!
FÉLIX ¡Ah ingrata!
MANUELA ¡Ah falso!
ELENA (Aparte.)
¡Ah! Quiera Amor que mi ingenio
consiga con esta industria
el fin de tantos enredos.
(Vase Félix)
JORNADA TERCERA
Escena primera
(Sala adyacente al dormitorio de Manuela, casa de los CONTRERAS)
ELENA (de mujer) y MANUELA.
(Romance i-a)
MANUELA Mira que no puedo más,
entro al cuarto. Tráeme tila,
Damiana, que aqueste loco
me saca de mis casillas.
ELENA Eso está hecho, Manuela,
voy pues.
(Vase Manuela)
Escena II (J3)
(Sala adyacente al dormitorio de Manuela, casa de los CONTRERAS)
DON FERNANDO. DOÑA ELENA.
FERNANDO (Saliendo) ¿Y quién va? El día
podré decir; pues tus ojos,
bella Damiana, acreditan
más esplendor en sus rayos
que el alba, cuando ilumina,
embajadora…
ELENA Ya calla;
que tengo ya mucha prisa,
y no es posible escucharte;
y aquesas cortesanías
con una humilde muchacha
no gastes, que es cosa indigna.
He de llevarle a Manuela
tila.
FERNANDO Espera, y no prosigas
tanto en humillarte, cuando
aun el mismo amor la dicha
de ser tuyo no merece.
ELENA Aunque ruda, no me obligan
las palabras de los hombres,
pues bien sé que las publican
muy finas en la esperanza,
y en la posesión muy tibias.
Déjame pasar.
FERNANDO Damiana,
quíteme el cielo la vida
si no te adoro.
ELENA Pues mira…
(Aparte Preciso será que finja
por librarme de este necio),
como crea esta noticia,
con la experiencia, seré…
FERNANDO ¿Qué serás?
ELENA Agradecida.
FERNANDO ¿Y sabrás pagar amor?
ELENA Siempre he sido yo muy fina
con lo que amo.
FERNANDO ¿Qué señal
dejas a la pena mía
de que has de pagar mi amor?
ELENA Mi palabra.
FERNANDO Aunque me anima
tu palabra, otro favor
me has de hacer…
ELENA ¡Alto! Desvía,
y repara…
Escena III (J3)
(Sala adyacente al dormitorio de Manuela, casa de los CONTRERAS)
MANUELA. DICHOS.
MANUELA ¿Qué es aquesto?
FERNANDO (Aparte ¡Qué poco dura una dicha!)
Yo, hermana mía…
MANUELA Fernando,
conozco de tu malicia
la intención, pues muchas veces
me di por desentendida
de tus locos devaneos,
Más si pasa, inadvertida,
adelante tu intención,
será fuerza que le diga
a tu padre tu locura…
FERNANDO Basta, hermana; que corrida
está mi atención de ver
que con tal rigor me riñas,
siendo mi culpa tan leve
como haber dicho por risa
una chanza a Damiana.
Y adiós, que temo tus iras
más que mi delito, hermana.
(Aparte Ay, mi Damiana divina,
ciego me tienen tus ojos)
(Vase.)
Escena IV (J3)
(Sala adyacente al dormitorio de Manuela, casa de los CONTRERAS)
MANUELA, ELENA.
MANUELA ¿Damiana?
ELENA ¿Señora mía?
MANUELA Parece que triste estás.
ELENA Cuando me fui a por tila
me dieron triste recado
de que a la madre Cristina
se le ha agravado el achaque
de suerte, que de su vida
duda el médico, y así
es fuerza que yo la asista
hasta ver el fin que tiene.
A cuya causa venía
a pedirte que me des
licencia por unos días,
porque yo faltar no puedo
a obligación tan precisa;
que después volver…
MANUELA Ya basta;
que siendo una obra tan pía,
yo te ayudo y pido al cielo
que me ayude, si benigna
lo dispusiere mi estrella,
para que logre la dicha
de entenderme con mi Félix;
que aunque me tiene ofendida
(esto es muy verdad, Damiana),
no es posible que yo viva
sin él ni un hora.
ELENA ¡¿Mudó
–¡el amor es maravilla!–
tan pronto ya tu opinión?!
Cuando pediste la tila
odiabas a muerte a Félix,
y con el agua aún no hervida,
¿vuelves a morir de amor?
MANUELA Sí… es así, querida amiga
ELENA (Aparte) (¡Vaya por Dios! Muy en vano
asesté la artillería
de mis engaños). Por cierto,
Manuela, que me lastima
tu ceguedad, pues a un hombre
tan falso…
MANUELA Nada me digas;
que esto no tiene remedio.
ELENA Como has mandado tú misma
que te acuerde sus traiciones…
MANUELA Quien bien ama tarde olvida,
y yo no vivo sin él.
ELENA Pídele a Dios que a Cristina
le dé salud, porque yo
vuelva a servirte tan fina
como sabes; y tu amor
lo dejas por cuenta mía,
que estando yo de por medio
es fuerza que lo consigas.
MANUELA De tu lealtad no dudo.
Pero, por cierto, ¿y mi tila?
ELENA Mejor será no la tomes
no vuelva el odio al que estimas.
MANUELA Adiós, Damiana.
ELENA Manuela…
(Vase MANUELA, asintiendo.)
Escena V (J3)
(Sala adyacente al dormitorio de Manuela, casa de los CONTRERAS)
ELENA Vamos , amor, y deprisa
al pasadizo.
(Entra por una puerta y sale por otra.)
(Sala de llegada del pasadizo.)
La puerta
está abierta; si me mira
alguno quiero saber.
(Observa desde la puerta.)
Nada descubre la vista
(Entra en la escena.)
(Redondillas)
Entro pues. ¿Ortiz?
Escena VI (J3)
Piso bajo en la finca de Contreras. Sala adyacente al dormitorio de Elena.
ORTIZ, JUANA.– ELENA.
ORTIZ Elena,
acaban los carpinteros
de entrar aquí sus aperos
jurando que la faena
ha de acabarse esta vez.
Y en seguida volverán.
ELENA No me preocupa ese afán
algo inventaré, pardiez.
Pero escuchadme…
ORTIZ Ya, amiga,
¿qué nos mandas?
ELENA Es preciso
daros de mi intento aviso.
JUANA Pues que amistad obliga,
y amigos somos: ordena.
ELENA Ya sabéis que publicó
Ortiz, por mandarlo yo,
que a asistir a una verbena
una Elena de Guevara
llegó de Madrid anoche.
ORTIZ Por señas, que busqué un coche
de camino que llegara
a la puerta, porque así
fuese el embuste creído.
ELENA Félix, pues, así inducido
me preguntó ayer a mí.
Al que yo, si se repara
el motivo que me anima,
respondí que era mi prima
Elena, la de Guevara.
Una chica encantadora
muy guapa e inteligente,
muy rica y sin pretendiente…
Y además muy seductora.
Y él dijo que estimaría,
como ella se lo permita,
hacerle hoy una visita;
pues siendo prenda tan mía,
tocaba a su obligación
el asistirla muy fino,
por mi amigo y por vecino.
Y yo, viendo la ocasión
de que el buen Félix me vea,
de que mis dotes no ignore,
y que de mí se enamore
(si no le parezco fea),
le dije que si quería,
viniera cuando gustara
que mi prima no era avara
de su tiempo.
JUANA No hallaría
mayor enredo que urdir
el demonio.
ELENA Finalmente,
me dijo que diligente
esta tarde ha de venir
a ver a la forastera,
a esta Elena de Guevara,
y yo, que le acompañara
le dije, si no tuviera
cierto negocio importante,
que muy presto acabaría,
y a buscarle volvería.
JUANA No pases más adelante,
pues si el papel has de hacer
de Elena, tope o no tope,
di, ¿cómo has de hacer de Lope
a un tiempo?
ELENA Siendo mujer
¿Eso preguntas?
JUANA Pues sabe
que verte también desea…
ELENA ¿Quién?
JUANA Doña Paula de Urrea,
y con un recado grave:
ella junto con Manuela
aquesta noche previenen
visitarte, y juntas vienen.
ELENA Nada mi industria recela;
de todo salir sospecho.
JUANA Según en mentir te empeñas,
alguna legión de dueñas
se te ha metido en el pecho.
ELENA No son más de una docena.
¿Me ayudas con el vestido?
Y tú, Ortiz, pues advertido,
¿harás lo acordado?
ORTIZ Elena,
aunque yo (graciosa historia)
lo he repasado esta siesta,
más de seis horas me cuesta
el saberlo de memoria;
mas descuida que aunque soy
fiel amigo y buen pobrete,
yo nací para alcahuete.
ELENA De ambos segura yo estoy
(Romance e-o)
que no erraréis lo que os dije.
Quédate aquí, y en viniendo
nuestro Félix, tú detenle
mientras me visto.
(Vanse las dos.)
Escena VII (J3)
(Piso bajo en la finca de Contreras. Sala adyacente al dormitorio de Elena.)
ORTIZ.
ORTIZ Yo quedo
muy advertido. ¡Hay tal mujer!
El Bosco en sus embelecos
no pensó transformaciones
tan extrañas como ha hecho
en dos días esta Elena…
más otro embuste casero
que yo por ella he de hacer.
Señores míos, hablemos
claro, si ya de estudiante
fabrica tamaño enredo,
¿qué hará si llega a doctora?
(Llaman.)
Mas a la puerta sospecho
que llaman; sin duda es Félix.
Escena VIII (J3)
(Piso bajo en la finca de Contreras. Sala adyacente al dormitorio de Elena.)
FÉLIX, TRONERA. –ORTIZ.
ORTIZ Muy buenas.
FÉLIX Saber deseo
si estará en casa la prima
de Lope, Elena.
ORTIZ Yo pienso
que acabando de arreglarse
está.
TRONERA (Aparte.)
Pues yo a este sujeto
en el cuarto de aquel Lope
ha días que entrar le siento
con gran recato; aquí hay maula…
FÉLIX Soy amigo verdadero
de su primo y yo querría
saludarla, y así ruego
si la pueden avisar.
ORTIZ Elena se está vistiendo:
en cuanto acabe le aviso.
Con ella en estos momentos
se encuentra su amiga Juana.
FÉLIX Puesto que nos sobra el tiempo,
¿quién es aquesta muchacha?
porque solo el parentesco
he sabido con su primo.
ORTIZ Esa chica es nada menos
doña Elena de Guevara
su padre, que esté en el cielo,
–a quien serví cuatro años
de chofer y mensajero–
fue Fernando de Guevara
–aún trabajo para ellos.
FÉLIX ¿El industrial? Pues ese hombre,
fue un amigo muy estrecho
de mi padre; y de su hija
muy grandes noticias tengo,
pues dicen que es muy hermosa.
ORTIZ Ese es encarecimiento
muy corto; porque esta Elena,
en talle, en cara, en aseo,
al sol supera mil veces.
¿Pues entendida? Galeno
y Tito Livio son niños,
comparados con su ingenio,
de la doctrina.
FÉLIX (Aparte a TRONERA.)
Tronera,
buena ocasión me da el cielo
para vengar las traiciones
de aquella ingrata.
TRONERA Sin eso
y con eso has de embestir
a la tal Elena, puesto
que siendo otra, ha de agradarte.
ORTIZ Y su fortuna, ya puestos,
es enorme, pues se cuentan
por decenas –y aun por cientos–
los millones que ha heredado.
FÉLIX Ver y conocer deseo
una mujer de esas prendas.
ORTIZ Haces bien; pero te advierto
que cuando estés de visita
(Aparte Aquí entra agora mi enredo)
no hables en cosa de amor;
porque suele darle a tiempos
cierto mal de corazón
que priva su entendimiento.
Y es tan modesta y hermosa,
que si escucha algún requiebro
se desmaya luego al punto
–debe ser cosa, yo entiendo,
de la falta de costumbre;
tanto, que un día viniendo
en un coche, al apearse
le dijo cierto mancebo
« No es mucho con tales pies
que pierdan pie los deseos»;
y ella, de escucharle sólo,
vino desmayada al suelo,
y hubo menester de sales
para volverla en su acuerdo.
Escena IX (J3)
(Piso bajo en la finca de Contreras. Sala adyacente al dormitorio de Elena.)
CARPINTEROS y LUCÍA. –DICHOS
(Salen los Carpinteros)
PEDRO Buenos días, y al trabajo,
que no admito, caballeros
ni la más mínima excusa,
ni más quimeras ni cuentos:
hoy cierro esa puerta aleve,
o no me llamo yo Pedro.
Y en ese cuarto es preciso
que la obra comencemos.
LUCÍA Y es obra bien acordada
entre los que son los dueños.
ORTIZ Yo no tengo inconveniente,
adelante y a por ello,
la puerta está en esa alcoba,
pero…
JUAN Aquí ya no hay peros
que valgan. (Va a abrir la puerta)
PEDRO Abre la puerta,
deprisa.
ORTIZ Bueno. Lo cierto,
es que una mujer desnuda
se está cambiando ahí dentro,
pero si es tanta la urgencia,
y aun estando en su derecho
como inquilina legal
–y tiene el carácter recio–
pudiera ser que no grite
y os perdone el atropello;
adelante…
SEGISMUNDO ¿Estas de broma?
Será mejor que llamemos.
LUCÍA (Aparte a Juan) Mas tú no, que a las desnudas
siempre las carga el infierno.
PEDRO A saber qué inventarán
si ahora llamamos. Yo entro,
y ya veremos qué pasa.
(Abre la puerta, aparece Elena)
Escena X (J3)
(Piso bajo en la finca de Contreras. Sala adyacente al dormitorio de Elena.)
ELENA, muy bizarra, quizás acabando de vestirse; JUANA. DICHOS.
ELENA ¿Por lo visto en este pueblo
no se acostumbra a llamar?
Si hay algo que no tolero
es la mala educación.
¿Quién es usted, caballero?
PEDRO Perdón, mujer, señorita,
creí que…, soy carpintero…,
y que ahí dentro no habría…
ELENA ¡¿Creyó usted que es carpintero?!
No le entiendo, explíquese.
PEDRO (Aparte) Maldito sea el momento
en que acepté este trabajo.
A ver: disculpe, lo siento,
pero es que tenemos prisa
en clausurar un hueco
que lleva desde esa puerta
hasta las Conchas directo
a través de un pasadizo.
JUAN Encargo que ambos dos dueños,
señorita, me ordenaron
con premura. Aunque entiendo
su disgusto.
LUCÍA (Aparte a Juan) A la joven
le demuestras tal respeto
que pareciera una diosa,
y es mujer, no lo comprendo.
JUAN (Aparte a Lucía) Lucía, calla, por Dios.
SEGISMUNDO Lo que sucede es que presto
darán las clases inicio,
y un pasadizo secreto
ya no es algo que convenga,
siendo cosa de otros tiempos.
ELENA No siempre lo antiguo es malo
si se le encuentra el momento
y la forma. Mis disculpas,
buen maestro carpintero,
si antes fui en exceso brusca;
normalmente no deseo
enseñar medio desnudo
a los extraños mi cuerpo.
Pero ya que he comprendido
la razón de aqueste apremio,
–igual que mi amiga Juana,
¿verdad, Juana?– os franqueo
el paso aquí de buen grado.
Disponed de mi aposento
a voluntad, salvo en caso
de que por unos momentos
necesite intimidad…
PEDRO Claro, mujer, por supuesto.
JUAN Muchas gracias y perdone.
LUCÍA (Aparte a Juan) Te falta barrerle el suelo.
No se qué os pasa a los hombres
que mostráis tan poco seso.
JUAN (Aparte a Lucía) Como tacto las mujeres.
(A los otros) Pues adentro.
(Los carpinteros y Lucía entran en la alcoba de Elena)
ORTIZ (Aparte a Elena.) No lo entiendo:
¿Les dejarás trabajar?
ELENA (Aparte.) (Pero no por mucho tiempo.)
Vamos por el otro. Ortiz,
¿quién es ese caballero?
ORTIZ Félix de Vargas me dice
que se llama.
ELENA Ya me acuerdo;
¿el amigo de mi primo?
FÉLIX Sí, Elena, aquese mesmo,
y aquí un amigo… Tronera…
(Aparte a TRONERA.)
¿no reparas?
TRONERA Por san Pedro,
que aqueste Lope, tu amigo,
es grandísimo hechicero,
o todos se le parecen.
Y su amiga, ¡que en el gesto,
es de Mendrugo un retrato!
JUANA (Aparte.)
Al mirarnos se pusieron
de convidados de piedra;
mucho haré si no reviento
de risa.
ELENA ¿Qué te sorprende,
amigo Félix?
FÉLIX No acierto
a decir cómo tu cara…
ELENA Espera, que ya te entiendo:
¿quieres decir que a Lope
de Mendoza me parezco,
mi primo?
FÉLIX De eso me admiro.
ELENA Todos me dicen lo mesmo;
mas no es tanto como dicen.
JUANA Tu primo es más aguileño
de nariz, y aunque en el rostro
te da algún aire de lejos,
no es grande la semejanza.
TRONERA (Aparte a FÉLIX.)
Yo desde cerca estoy viendo
al tal Lope, y a Mendrugo,
que es su amigo.
FÉLIX Calla, necio,
y advierte que estos milagros
de la sangre son efectos
que suceden cada día;
ya, la verdad, te confieso,
desta mujer el donaire
me ha robado los deseos.
¡No vi tan rara hermosura!
TRONERA Sí, este Lope es como un cielo:
creo que acabará en humo.
ELENA Sentaos, y tened por cierto
ambos dos, Félix y amigo,
que mi primo y yo tenemos
los deseos muy iguales
de serviros.
(Siéntanse.)
FÉLIX ¿Cómo puedo
pagarte la obligación
en que me empeñas, supuesto
que viene a tantos favores
corto un agradecimiento?
ELENA Siempre eres tú muy galante;
y como en Madrid tenemos
nuestras casas tan vecinas,
ya por las señas me acuerdo
que te he visto algunas veces.
FÉLIX Yo, menos dichoso, es cierto
que hasta ahora no te he visto;
y por Dios que de no hacerlo
me hubiera holgado, Elena,
pues al mirar los reflejos
de esos dos ojos divinos,
salamandra de su incendio
mi corazón…
ELENA (Asustada.)
¡Ay! ¿Qué dices?
FÉLIX Arde entre sus rayos bellos
tan rendido…
ELENA ¿Cómo? ¿Estás
hablando de amor? ¡Ay, cielos!
¡Me mareo!
(Desmáyase)
ORTIZ ¿Y no te dije
(tírale, Juana, los dedos)
que en hablándole de amores,
se desmayaba al momento?
Por Dios, que la hicimos buena.
JUANA Nunca le ha dado tan recio
el mal. ¡Jesús, qué desdicha!
FÉLIX Sin mí estoy, turbóse el cielo,
desaparecióse el sol.
¿Elena, Elena?
ORTIZ ¡Y bueno!
Lo mismo es decir ahora
que vuelva que hablarla en griego.
FÉLIX Mal haya mi lengua, amén,
pues ha sido causa desto.
ORTIZ Llevémosla poco a poco
a la cama.
FÉLIX Aquí os espero
hasta ver si vuelve en sí.
ORTIZ Esperadme; que ya vuelvo.
(Llévanla entre ORTIZ y JUANA adentro de la alcoba)
Escena XI (J3)
(Piso bajo en la finca de Contreras. Sala adyacente al dormitorio de Elena.)
FÉLIX, TRONERA.
FÉLIX Tronera, yo estoy perdido;
¡ay de mí, que por ser necio
le ocasioné el accidente!
Muerto estoy, valedme cielos.
TRONERA Luego ¿la quieres de veras?
FÉLIX ¿Eso dices, cuando el mesmo
amor peligra en sus ojos?
TRONERA Vive Dios, que no te creo,
no soy muy creyente yo.
FÉLIX Deja la chanza y hablemos
de veras. Pues, ¿no merece
aquel garbo, aquel despejo
y aquella hermosura (¡ay triste!)
lograr mayores trofeos
que un alma que la he rendido?
TRONERA Parece que somos griegos.
Ven acá: si a la más linda
apenas le das el cuerpo
un hora, ¿cómo es posible
que el alma en tan breve tiempo,
le hayas dado a esta mujer?
¿A esta Elena, que un recelo
me inspira, por ser tranquila?
Pues viste simple en exceso,
no usa ni joyas, ni afeites,
ni hace muy grandes gestos;
no actúa ni es llamativa
y está siempre sonriendo;
y siendo todo esto raro
en personas de dinero
(por fuerza has de coincidir
conmigo en este argumento):
es rara de tan sencilla
–y económica en el pecho…
FÉLIX ¡Calla, insensato! Es diosa
del equilibrio, es espejo
de la armonía, y al mundo
da su elegancia un ejemplo!
¿En serio no lo has notado?
¿O es que te has quedado ciego?
TRONERA Que su sonrisa es la luz
te admito que sea cierto.
Tan claro como es de día.
FÉLIX Yo, Tronera, te confieso
que soy vario; pero cuando
es tan divino el objeto,
no rendirse el albedrío
fuera pasarse de necio
a grosero.
TRONERA Muy bien dices;
mas traigan aquí un cochero
con faldas y con sostenes
y si no dices lo mesmo,
que me convierta al instante
en sapo, gallina y cerdo
en el guiso de una bruja.
FÉLIX Calla, loco: el carpintero…
Escena XII (J3)
(Piso bajo en la finca de Contreras. Sala adyacente al dormitorio de Elena.)
CARPINTEROS y LUCÍA. –DICHOS.
(Salen los carpinteros desde la alcoba)
SEGISMUNDO (Entre ellos)
Mucho me extrañaba a mí
trabajar sin contratiempos
para sellar esa puerta
que tiene alergia a los sellos.
LUCÍA Me da a mí que esta mujer
está ocultando un secreto.
PEDRO Tampoco hay que exagerar,
si le ha cogido un mareo
bien está que se repose
para entonarse de cuerpo.
JUAN (Aparte a Segismundo)
El cuerpo que yo entreví
tenía ya un tono bueno.
LUCÍA A estos dos hombres la moza
se les ha metido dentro,
entrándoles por el ojo
derechito hasta el cerebro.
Y ahora harán lo que ella diga.
JUAN Eso, Lucía, son celos.
LUCÍA Verás cómo hoy no acabáis.
JUAN Paciencia ambos, compañeros,
y aguardemos lo siguiente.
(Se disponen a esperar)
TRONERA (Aparte a Félix)
Yo creo que aquí hay misterio.
¿Imaginas que esa chica
es en verdad mujer?
FÉLIX Creo
que tú no estás bien.
TRONERA Por Dios,
que o tengo los ojos hueros,
o éste es Lope, amigo mío.
FÉLIX Loco estás; pues, ¿a qué efecto
iba a disfrazarse Lope
de mujer?
TRONERA Yo no lo entiendo.
mas, pues aquí esperar quieres
con tu licencia yo quiero
ir a buscar al tal Lope,
porque, si en casa le encuentro
o en otras partes, saldrás
de la duda y el recelo
en que nos vemos los dos.
FÉLIX Bien has dicho; vete luego,
Tronera.
TRONERA Volando voy.
(Al irse a entrar, salen de hombre ELENA y JUANA,
entrando por la puerta de la calle.)
Escena XIII (J3)
(Piso bajo en la finca de Contreras. Sala adyacente al dormitorio de Elena.)
ELENA, JUANA. DICHOS.
ELENA Perdonadme si no he vuelto
a buscaros más apriesa,
porque me ha ocupado el tiempo
aquel negocio que dije.
FÉLIX (Aparte a TRONERA.)
¿Estás, Tronera, contento?
¿Has visto ya que este Lope
no es Elena?
TRONERA (Aparte.)
Yo ahora pienso
que sueño, y aunque a los ojos
el desengaño tan cierto
miro, no lo he de creer;
y antes que me quite el seso
esta duda, he de apurar,
vive Dios, lo que recelo.
ELENA Y, ¿cómo os fue con mi prima?
FÉLIX Ella es hermosa en extremo
y discreta.
TRONERA Y muy cortés.
Pero la dio al mejor tiempo
de la visita un desmayo,
con que del sol los reflejos
se eclipsaron.
ELENA ¿Qué me dices?
¡Grave desdicha!
Escena XIV (J3)
(Piso bajo en la finca de Contreras. Sala adyacente al dormitorio de Elena.)
ORTIZ. –DICHOS.
ORTIZ Ya ha vuelto
Elena de su desmayo.
JUANA Y ya desnuda la dejo
en la cama.
(Aparte) Claro está
que se desnudó al momento,
y se vistió de estudiante
para forjar este enredo.
ORTIZ Félix, de su parte vengo
a decirte que otro día
recibirá el favor vuestro,
en sintiéndose mejor.
FÉLIX Respondedla que, aunque muerto
su accidente me dejó,
ya vuelvo a vivir, sabiendo
que se cobró del desmayo;
y que en mejorando, luego
volveré a ver cómo sigue.
ELENA Decidla también lo mesmo
de mi parte, y el cuidado
con que me deja el suceso
de tal accidente.
ORTIZ Ella
está tan cerca, que pienso
que lo está escuchando todo…
Y al maestro carpintero
manda decir que lo siente,
mas que estando con mal cuerpo,
mejor que vuelva otro día.
LUCÍA (Aparte a Juan.)
¿Qué os dije?
JUAN Es un portento
lo que ocurre en esta casa.
LUCÍA ¡Te voy a dar yo portento!
Que es cosa de esa mujer
en el aire me lo huelo.
(Aparte a Segismundo, por Pedro)
Y verás como él acepta.
PEDRO En no habiendo otro remedio,
por dejarla descansar
–la pobre tiene mal cuerpo–
será mejor nos vayamos.
SEGISMUNDO (Aparte) No hay más grande sortilegio
que el cuerpo de una mujer.
LUCÍA Cuanto más bueno, peor.
El sortilegio sorpresa
será un hombre con cerebro.
PEDRO Pues andando.
JUAN Adiós a todos.
JUANA Adiós. (A Félix) A darle volvemos
la respuesta.
ORTIZ (Aparte.) Por san Tito,
que se logró el embeleco.
(Vanse, Ortiz y Juana a la alcoba y los Carpinteros a la calle.)
Escena XV (J3)
(Piso bajo en la finca de Contreras. Sala adyacente al dormitorio de Elena.)
ELENA, FÉLIX, TRONERA.
ELENA Cierto, que me da cuidado
el mal de mi prima.
FÉLIX Eso
lo dices como pariente,
pero yo… Mas callar quiero;
que es tal mi cuidado, Lope,
que aun la voz de mi silencio
no ha de saberlo.
ELENA Pues ¿cómo
tan amigo tuyo siendo
de mi te recatas tanto?
FÉLIX Porque me parece extremo
de locura lo que pienso;
y así, te encubre mi pecho
lo que siente.
ELENA Eso será
desconfiar de mi afecto,
y juntamente agraviarme.
FÉLIX Pues te daré de mi intento
parte, si me das palabra
de ayudarme en lo que emprendo.
ELENA Yo la doy; y dime ahora,
pues, Félix, tus sentimientos.
TRONERA (Aparte.)
De secreto están hablando,
y divertidos; yo quiero
debajo de este trebejo
esconderme: así pretendo
saber toda esta maraña.
(Escóndese TRONERA usando alguno de los elementos carpinteriles.)
ELENA Sigue, amigo, que te atiendo.
FÉLIX Digo, en fin, que yo a tu prima
miré apenas, cuando ciego
a tanta luz, la rendí
alma, vida, pensamiento
y libertad.
ELENA Alto, espera,
y no gastes fingimientos
conmigo, pues no me olvido
de que has dicho tú mesmo
que las mujeres te sirven
solo de entretenimiento
para quebrantar el ocio.
FÉLIX No te burles de mi afecto
y de mi amor, vive Dios;
que me tiene loco y ciego
de aquesta Elena, tu prima,
la hermosura.
ELENA ¿Qué, tan presto
has caído enamorado?
FÉLIX Amor no ha menester tiempo
para rendir albedríos.
ELENA Es verdad; pero yo temo
que el tuyo tan libre sea
que no le aprisione el viento.
FÉLIX Yo no disputo contigo
Lope; tan sólo pretendo
que no estorbes mi intención.
ELENA Dime en qué servirte puedo,
seguro de mi amistad.
FÉLIX Tan sólo poder deseo
hablarle a tu prima de amor.
ELENA Muy claramente te entiendo.
Y a apadrinarte me obligo;
pero te advierto primero
que mujeres como ella,
no son amigas del juego
que no apuesta el corazón.
Y si hablo verdad, recelo
de ti, que siendo tan vario…
FÉLIX Poco, Lope, te merezco,
si dudas de mi atención.
Nunca he sido tan sincero,
nunca sentí nada igual.
Créeme que aquesto es nuevo.
ELENA (Aparte.) (Amor, albricias.)
Te creo.
Y prometo muy en serio
no estorbarte la intención.
Y ahora ya vete, que yo entro
a ver a mi prima.
FÉLIX Adiós.
(Vase.)
Escena XVI (J3)
(Piso bajo en la finca de Contreras. Sala adyacente al dormitorio de Elena.)
ELENA; TRONERA, escondido.
ELENA Gracias te doy, amor ciego,
de aquesta dicha.
(Saca la cabeza, TRONERA.)
TRONERA (Aparte) Ya Félix
se fue, al parecer; ya es tiempo
de que saque la cabeza
el lagarto.
ELENA Apenas puedo
creer lo que me sucede.
Ortiz, Juana, venid luego
tenemos que darnos prisa
porque viene anocheciendo,
y nuestra Paula de Urrea
y esa Manuela es cierto
que ya no pueden tardar.
Escena XVII (J3)
(Piso bajo en la finca de Contreras. Sala adyacente al dormitorio de Elena.)
ORTIZ; luego, JUANA.– DICHOS.
ORTIZ Ya estoy aquí.
ELENA Tráeme luego,
por favor, Juana el vestido,
y desnúdame; que quiero
volverme de nuevo Elena
de Guevara.
(Saca JUANA los vestidos de mujer.)
JUANA Aquí lo tengo;
desabrocha la camisa
mientras te quito el chaleco.
(Vase desnudando ELENA, y vistiéndose de mujer.)
TRONERA (Aparte.)
¿Cómo es esto? Vive Dios,
que ya se va descubriendo
la hilaza de aqueste embuste.
JUANA Ponte la falda primero,
y ajústate los pendientes;
y no nos tengas suspensos,
sin decir qué te quería
Félix.
ELENA Tú cierra primero
la puerta.
ORTIZ Ya esta cerrada.
ELENA ¡Ay mi Juana!
TRONERA. Por lo menos
ya sé que Mendrugo es Juana.
ELENA Sabe pues que mis tormentos,
mis ansias y mis pesares
se han acabado.
JUANA Di presto;
¿cómo ha sido tu ventura?
ELENA Como que Félix –bien puedo
hablar, pues nadie me escucha…
TRONERA (Aparte.)
Ella piensa, a lo que veo,
que soy sordo.
ELENA …muy cambiado,
pensativo y en suspenso
me ha dicho que de mi prima
se ha prendado, y él en eso…
muy sincero ha parecido.
JUANA Entonces, por lo que veo,
¿se enamoró de repente
en la visita?
ELENA Es cierto.
TRONERA (Aparte.)
¿Cómo cierto? Esta mujer
está borracha, supuesto
que hace caudal de mi amigo,
creyendo sus fingimientos,
sus maulas y sus palabras;
con que tendrá, andando el tiempo,
la esperanza del judío.
JUANA Pero Elena, es que ese verso
–y perdona por decirlo–
seguro que es uno mesmo
que antes le dijo a Manuela.
ELENA Puede ser, más no lo pienso.
Algo me dice que yerras.
JUANA Elena, yo me sorprendo
que siguiéndole has venido
desde Madrid; y que siendo
como Elena de Guevara,
cautelosa, a un mismo tiempo
te has transformado en tu Lope
de Mendoza; y después desto,
en casa de esta Manuela
también el papel has hecho
de Damiana, su asistenta;
sin el último embeleco
de ser prima del tal Lope;
y en fin, aunque para aquesto,
tienes gran inteligencia,
desconfía, te aconsejo,
que siempre fue ingenuo Amor
TRONERA (Aparte.)
Descubriose todo el cuento.
¡Por Dios, que es grande embustera
esa tal Elena!
ELENA Es cierto
lo que dices, más yo escojo
fiarme más del ingenio
que me nace del instinto
que de unos dichos de viejo.
JUANA Más repara…
ELENA En cualquier caso
presto habremos de saberlo
pues sospecho que los tres
pronto nos enfrentaremos
y ahí se verá, mas llaman
a la puerta.
TRONERA Yo me vuelvo
a la huronera.
(Escóndese.)
JUANA (Abre la puerta.) Muy buenas
Escena XVIII (J3)
(Piso bajo en la finca de Contreras. Sala adyacente al dormitorio de Elena.)
FERNANDO, PAULA, MANUELA –DICHOS.
FERNANDO Somos los vecinos vuestros
que a conoceros venimos…
ELENA Amiga Juana, bien presto,
acerca sillas aquí.
FERNANDO No he querido, pues merezco
por vecino esta licencia…
MANUELA (Aparte.)
Yo imagino que estoy viendo
a Damiana, mi asistenta.
FERNANDO …dejar, vecinas, de veros,
para ofrecerme a serviros.
PAULA (Aparte.)
¿Y no es éste Lope, cielos?
FERNANDO (Aparte) Cielos, ¿no es ésta Damiana?
Y así, acompañando vengo
aquí a mi hermana y a Paula,
dueña del alojamiento
vecino de nuestra casa,
que aloja estudiantes buenos.
ELENA Yo agradezco, como es justo,
el cortesano y atento
favor que me hacéis; y a todos,
sin cumplimiento, os ofrezco
mi voluntad y mi casa.
LOS TRES Todos al servicio vuestro
estamos. (Aparte.) ¡Qué confusión!
ELENA Sentaos.
(Siéntanse.)
LOS TRES (Aparte) ¿Esto es un sueño…?
Escena XIX (J3)
(Piso bajo en la finca de Contreras. Sala adyacente al dormitorio de Elena.)
FÉLIX con espada y hábito de noche.– DICHOS
FÉLIX No ha podido mi cuidado
sosegar, Elena, y vuelvo
a saber cómo te encuentras
del desmayo.
ELENA A muy buen tiempo
has llegado, amigo Félix.–
Ortiz, tráenos un asiento.
(Levántanse todos.)
FERNANDO Aquí tienes una silla.
FÉLIX Sentaos, y cumplimientos
excusad conmigo.
ORTIZ Juana,
llega; y los dos apartemos
aqueste trebejo a un lado,
para sin impedimento,
poner este taburete
para Félix.
(Levantan el trebejo
y descúbrese a TRONERA.)
JUANA ¿Qué es aquesto?
¿quién está aquí?
TRONERA Por san Lino,
que el ratón cayó en el queso.
Descubrióse la maraña.
FÉLIX ¿Tú? ¿Tronera? Compañero,
¿qué haces ahí?
TRONERA Hola, amigos,
atención; porque un enredo
como éste no ha de pasar
sin que el auditorio entero
lo sepa.
JUANA (Aparte.)
De aquesta vez
se deshizo el embeleco.
TRONERA Sabed pues que esta muchacha
que está presente, aunque es cierto
que su real nombre es Elena
de Guevara, con pretexto
fingido también es Lope
de Mendoza (un muy apuesto
muchacho, que es de Madrid,
que pegado al cuarto nuestro,
vive en nuestra misma casa
en otro cuarto); y sin esto,
se acomodó por muchacha
de Manuela (allí fingiendo
que se llamaba Damiana),
a fin de venir siguiendo
a mi amigo, disfrazada,
desde Madrid, con intento,
según dice, de aspirar
a enamorarlo. Todo esto
lo he escuchado de su boca,
debajo deste trebejo.
FERNANDO ¡No me engañé, vive Dios!
MANUELA ¿Esto es verdad?
PAULA ¿Esto es cierto?
FERNANDO ¡Luego me lo presumí!
FÉLIX ¡Hay tan extraño suceso!
FERNANDO Mujer…
MANUELA Ilusión…
PAULA Enigma…
FERNANDO Encanto…
FÉLIX Prodigio…
ELENA (Aparte) ¡Cielos!
Ya es preciso declararme.
FERNANDO ¡Hay tan extraños enredos!
TODOS Dinos quién eres.
PAULA Si acaso
eres Lope, yo aún intento
juntarte con quien te adora.
FERNANDO Si eres Damiana, ¿a qué efecto
ahora te llaman Elena?
FÉLIX Si eres Elena, prometo
quererte tan sólo a ti
y dejar otros empeños.
MANUELA A mí me dijiste, Félix
el mismo dorado cuento
que ahora le dices a Elena.
¿Por qué habría de creerlo
ella ahora?
FÉLIX Porque con
esta persona es muy cierto
lo que no fue con las otras.
Y porque en público expreso
convencido (Aparte.) (por lo menos
por ahora) que no hay otra
como ella.
ELENA Pues si eso es cierto,
yo seré tan sólo Elena
de Guevara (Aparte)(de momento)
Y el motivo del engaño,
Félix, fue…
FÉLIX Pues ya no quiero
saber más de que eres tú
el bello adorado dueño
que yo amo. Ésta es mi mano.
ELENA Y la mía.
MANUELA (Aparte.) Por un tiempo.
FERNANDO Dos mil años, joven Félix,
goces tan feliz empleo,
de que os doy el parabién.
FÉLIX Y yo a todos agradezco
los favores que me hacéis.
Y aquí, Senado discreto
Todo es enredos Amor
llega al fin; perdón…
(Salen los carpinteros, Lucía e Inés)
PEDRO Señor,
perdón, señores, ¿podemos
cerrar ahora ese agujero?
JUAN ¿Esa puerta que da paso
a fantasías, enredos,
LUCÍA locuras, sueños, quimeras?
PAULA No, ya cerrarla no quiero,
he cambiado de opinión…
SEGISMUNDO (Aparte también por el teatro)
Es claro que un sortilegio
aún habita en este espacio,
INÉS y se adentra en nuestro cuerpo
por pasadizos secretos.
PAULA …Aunque va pasando el tiempo
las locuras del amor
enredan en nuestro ingenio
tanto entonces como ahora,
y sea bien el recuerdo
de la propia juventud
o el de los pasados Tiempos
no es tan dulce sin su enredo…
Dejemos abierto el hueco
–por lo que pueda venir–
si es que Elena está de acuerdo.
ELENA Sí lo estoy, aunque un cerrojo
he de echarle y de los buenos.
MANUELA Y yo también.
PAULA Así sea.
FÉLIX Pues amén. (Al público) Agradecemos
la atención, y yo os decía
TODOS que aquí, Senado discreto,
Todo es enredos Amor
da fin; perdonad sus yerros.
FIN.